El martes y 13 se iba oscureciendo conforme avanzaba la tarde hasta que a las siete y veinte se abrió el cielo con una tromba de agua y viento racheado que inundó todo en segundos. Se había colgado el ‘No hay billetes’ y no había posibilidad para guarecerse en las localidades altas, también abarrotadas. Desde que arrastraron al segundo, y mientras el mexicano Adame se recreaba en los aplausos, el ruedo ya era una piscina impracticable.Hubo dudas en seguir con la corrida a la vez que el agua arreciaba sin compasión. En ese momento Roca Rey dijo que adelante, que la gente había acudido a verlo y no iba a escurrir esa responsabilidad. Parecía imposible que en aquel lodazal se pudiera torear. Sonaron clarines y timbales entre el asombro general y el peruano salió desafiante a parar al de El Pilar. Tarea harto difícil. Siguió la lidia, se picó al toro y los banderilleros intentaban no resbalarse. En ese momento, Roca pidió a la presidencia que se cambiara el tercio para evitar el mal trago a su cuadrilla. Un gesto.Y cuando más arreciaba el diluvio y el viento racheado asustaba con pensar cómo iba a flamear la muleta, Roca se fue a los medios a brindar al público. Y lo que podía suponerse como una faena de aliño fue toda exposición. Primero a derechas, llevando largo al buen toro. Y no contento se echó la muleta a la izquierda y lo llevó con mando y temple entre el asombro y el miedo contenido del personal.Noticia Relacionada Feria de Huesca estandar Si Ponce, la entrega de Ginés y la televisión Ángel González AbadFueron momentos de una gran intensidad. Entre los truenos se escuchaban los sones de un pasodoble, como en un mal sueño.No tenía Roca Rey nada más que demostrar. Se echó a la espalda la responsabilidad de una tarde como un auténtico figurón del toreo. Podía haber decidido suspender sin que su toro saltara al ruedo y decidió jugársela sin cuento. En las taquillas no quedaba una localidad, la plaza a reventar, y ese compromiso no quiso evitarlo la primera figura del momento.Había que matar al de El Pilar, pinchó dos veces antes de cobrar una estocada, se desató el delirio, el agradecimiento, no era para menos. Se pidieron los trofeos y el presidente tuvo la sensibilidad de buen aficionado y concedió las dos orejas de una tacada. Una, dos, o ninguna, era lo de menos. Nada importaba, la gesta ya estaba escrita.La tarde comenzó con Alejandro Talavante ante un noble y flojo toro, al que pasó sin apretura por uno y otro pitón y tras una estocada cortó una oreja. Y si poco ajuste hubo en la faena del extremeño, mucho menos en el trasteo de Joselito Adame con el segundo, un excelente ejemplar de El Pilar, al que dio muchos muletazos con el denominador común de torear siempre por las afueras. Caló en los tendidos una vistosa faena con apenas poso, que no remató a espadas. El cielo ya se ennegrecía, el agua comenzaba a caer.Huesca Plaza de toros de Huesca. Martes, 13 de agosto de 2024. Cuarta corrida de la Feria de La Albahaca. Lleno de ‘No hay billetes’. Se lidiaron tres toros de El Pilar, nobles. Alejandro Talavante, de nazareno y oro. Estocada (una oreja). Joselito Adame, de verde y oro. Pinchazo y estocada. Aviso (vuelta al ruedo tras petición). Andrés Roca Rey, de lila y azabache. Dos pinchazos y estocada (dos orejas). La corrida se suspendió tras la lidia del tercero de la tarde al desatarse una fuerte tormenta.
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