A Angelines siempre le gustó salir a la calle a vender y estar en contacto con los clientes. Lo supo desde muy niña cuando acompañaba a su abuelo a vender castañas asadas a la madrileña Plaza de Castilla. O a su padre al Rastro: «Era un vendedor nato, hacía perchas y decía, venga que nos vamos al Rastro». Por eso cuando de adolescente le plantearon que se hiciera vendedora de Avon no dudó. Corría 1974. Medio siglo después no se ha arrepentido de aquel sí. Lo explica, orgullosa, mientras sus nietos echan la siesta: ella es ‘Angelines, la de Avon’.Cuando Angelines se convirtió en vendedora de Avon, todavía menor de edad –«el contrato lo firmó mi madre»-, la compañía de cosméticos a domicilio y por catálogo contaba ya con casi un siglo de vida. Había llegado a España, después de triunfar en el mercado de EEUU en 1965. Fundada en Nueva York en 1886 como la California Perfume Company, su dueño le cambió el nombre a Avon por el pueblo natal de Shakespeare, de quien era un gran admirador.La literatura tuvo mucho que ver con los negocios de David H. McConnell, fundador de Avon. Él había montado originalmente un negocio de venta de libros a domicilio. Para atraer al público femenino, regalaba un perfume. Sus fragancias se volvieron tan populares que había quien compraba el libro sólo por el perfume.El resto es la historia empresarial de una firma con casi 140 años en la que ciento de miles de mujeres de todo el mundo han desarrollado durante décadas su vida laboral. Como Angelines. A sus 67 años no tiene ninguna intención de dejar de ser representante de la marca. Eso, a pesar de las noticias que llegan de EEUU. «Aquí funcionamos muy bien», señala.Avon ha declarado concurso de acreedores en el gigante americano en previsión a los procesos legales por el uso del talco, declarado cancerígeno por la OMS. Pero la misma firma señala que esta decisión no afecta en absoluto al negocio en otros países, España incluida. La empresa, que pertenece al mismo grupo empresarial que The Body Shop, vende en más de 100 países, aunque no en EEUU desde 2016.Avon comenzó con su famosa venta a domicilio con el ‘Avon llama a tu puerta’, pero el grueso se vende por internet. Aun así, la esencia de la comercialización por asesoría personal no ha cambiado. En España, Avon sigue teniendo miles de representantes. La mayoría, mujeres. «En Avon ganas lo que vendes», explica Angelines. A ella, ya nos lo ha dicho, vender le encanta. Cuando empezó en Avon, trabajaba en una fábrica de ropa interior y lencería. Sus compañeras eran sus clientas. Además de en Avon, ha vendido para Círculo de Lectores y Tupperware. Y así, se sacaba «para caprichitos y para más cosas». Reconoce que ha tenido épocas de vender muchísimo y hoy sigue teniendo clientas muy fieles. «Mi marido era autónomo, así que iba bien sumar», recuerda.Avon no dejaba dinero sólo a las vendedoras. Lo explica Jesús, desde Cuenca. Él fue, durante 20 años -en la década de los 80 y los 90- transportista de Avon en la ciudad. Trabajaba en un hotel y allí conoció a una consejera que organizaba reuniones que necesitaba un repartidor para llevar las cremas y los perfumes a las casas de las vendedoras. Él mismo se ofreció. «Íbamos mi suegro, de conductor, y yo, los paquetes llegaban cada 21 días desde Alcalá de Henares, nos daban el talón del mes anterior y a repartir a las casas. Terminé conociendo a todas las distribuidoras, había unas 80, muchas amas de casa». ¿Cuánto se sacaban? «Era en pesetas, unos 80-90 pesetas por paquete, creo… Recuerdo que con lo de Avon nos pagábamos siempre el apartamento de la playa», explica Jesús, hoy jubilado.Pero en España, como en otros muchos sitios, el rastro de Avon no es sólo económico. «Hace unos años nos fuimos a Cuba, las 163 mejores de España y lo pasamos de maravilla», nos cuenta Angelines.. Angelines nos habla de los viajes -premios e incentivos por alcanzar objetivos-, de las amigas y del acompañamiento. «Hace cuatro años me quedé viuda y Avon me dio la vida, yo con mis cuentas, mis pedidos y mis cosas, fenomenal para mi cabeza…».Angelines se ‘casó’ con Avon antes que con su marido, pero fueron muchas las mujeres que comenzaron a trabajar ya después de casadas, en una España, la de los 70, en la que todavía la mujer no había conquistado el mercado laboral. Lo recuerda Rosa, hoy periodista especializada en tendencias, a finales de los años 70 una adolescente a la que le chiflaban los cosméticos de una marca llamada Avon. Los vendía la conserje de su colegio de Madrid. «Era superfán porque los productos tenían un packaging espectacular, los botes de perfume eran preciosos, la línea infantil increíble y todo venía con un merchandising espectacular». «Era super fan porque los productos tenían un packaging espectacular»Tiene recuerdos concretos, como el de «un brillo de labios que venía en un envase con forma de hamburguesa, como las que venden ahora en tiendas como Primark». A Rosa, hoy 69 años, periodista, Avon le gustaba tanto, porque le parecía moderna, nueva, que no paró hasta que se hizo distribuidora porque era la mejor forma de conseguir los productos. Convenció a su hermana y vendían a familia y a amigas. La experiencia le dejó muchos recuerdos, como las reuniones en el barrio de Salamanca, donde, al estilo americano, las mujeres aplaudían a las nuevas asesoras. El papel de ‘prescriptoras’ de las vendedoras, verdadero germen de las actuales influencers, los catálogos y sus promociones especiales. Su aventura en Avon sólo duró unos meses y más que las fechas recuerda como comparaba su incipiente acceso al mundo laboral con la vida que llevaba su madre: «Recuerdo que por aquellas fechas se rompió la lavadora y fuimos a Galerías Preciados con mi madre que eligió una y pidió pagarla a plazos. El vendedor le dijo que sólo podía vendérsela así si firmaba su marido. Ella se puso muy seria y le dijo mañana vendrá mi marido a firmar, pero usted hoy me da la lavadora». No fue hasta 1981, bastantes años después de la llegada de Avon a España, que las mujeres pudieron, legamente, abrir solas una cuenta bancaria. En EEUU, recuerda el libro de Laura Klepacki, ‘Avon, la construcción del imperio femenino’, la firma de cosméticos dio a las mujeres un trabajo fuera de casa -a partir de su fundación en 1886-, años antes de que estas tuvieran derecho a voto -1920-.La libertad de trabajar fuera de casa, salir, reunirse y conocer gente es algo que Adina Niculae agradece especialmente a Avon. Llegó a España hace 20 años desde su Rumanía natal. Desde hace 19 trabaja en Avon. «Es con Adina con quien tienes que hablar», me dicen representantes de Madrid, de Vigo, de Alicante. Es la número 1 en ventas de España, y también, lo que la empresa llama líder, gestora de otras vendedoras. En su equipo hay 900 mujeres. También algún hombre.En el top de ventas, Adina puede llegar a ingresar el 45% de comisión de los productos que vende, pero recuerda que para llegar hasta aquí ha tenido que trabajar muy duro. Lo confirman sus compañeras. Cuando llegó a España, Adina no hablaba español. Comenzó trabajando en una casa. Enseguida vio que aquello no era lo suyo. Había llegado a España buscando un futuro mejor. En Rumanía había tenido una inmobiliaria y ahora estaba en un país cuyo idioma no conocía y compartiendo piso con nueve personas. Ganaba 500 euros que no le daban ni para comprarse una crema. Por eso empezó en Avon. «Vendía señalando con el dedo en el catálogo». Primero, el paso económico. «Luego me di cuenta de que aquel trabajo me permitía escapar del control del marido, algo de lo que yo no había sido consciente en Rumanía donde veníamos de una tradición comunista, con la idea de la mujer sumisa… Hasta que llegué aquí y comparé mi vida con la vida que veía a las mujeres españolas, yo quería ser así, independiente económicamente, tener libertad de moverme fuera de casa, de viajar…». Todo eso, recalca, se lo ha dado Avon. A los tres meses de entrar ya estaba entre las mejores y la invitaron a un viaje. «Vi que quería pertenecer a ese mundo». Hoy anima a otras mujeres rumanas a seguir su camino que le ha permitido, explica, tener un buen sueldo, viajar, conocer mucha gente y disfrutar de libertad laboral, puesto que ella es su propia jefa: «Si no hubiera entrado en Avon no hubiera tenido todo esto», recuerda.Noticia Relacionada estandar No Avon deja de llamar a tu puerta: el gigante de los cosméticos se declara en quiebra ABC El holding de la conocida marca de cosméticos no ha vendido productos en EE.UU. desde que en 2016 se desprendió de su negocio en ese paísSu hijo y su nuera trabajan también en Avon. Todos se han tenido que poner las pilas con el tema digital. La pandemia les obligó. «Se ha perdido el Avon llama a tu puerta, porque hoy la gente desconfía de abrir puertas», recuerda. Pero a la vez, se ha abierto el gran escaparate digital. Lo explican las vendedoras más jóvenes, como Rocío Vázquez: «Antes el puerta a puerta era más complicado, ahora gracias a las redes podemos llegar a muchísima gente gracias a los folleros interactivos y la web».
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