A galeras de un trirreme ateniense del siglo V a. C.

Home People A galeras de un trirreme ateniense del siglo V a. C.
A galeras de un trirreme ateniense del siglo V a. C.

En el año 481 a.C. las tropas persas capitaneadas por Jerjes consiguieron atravesar el estrecho de los Dardanelos gracias a un puente de naves. Con un contingente mucho más numeroso que en las incursiones anteriores y, aprovechando la grave crisis de las ciudades-estado helenas, los persas lograron encontrar aliados entre el enemigo . Por su parte, el arconte Temístocles había logrado convencer a la Asamblea para que una buena parte de los beneficios provenientes de las minas de Lavrio , al este de Atenas, se destinasen a la construcción de una flota de trirremes, -naves de guerra con tres filas de remeros a ambos lados, vela y un espolón que las convertía en una auténtica máquina de embestida-, sabia decisión que acabaría trayendo a Atenas la hegemonía en el Egeo. Tras la derrota de Leonidas y los 300 en las Termópilas , los persas tenían la puerta abierta hacia la Grecia central, donde lograron ganarse el apoyo de los beocios y tesalios, entre otros. Sin embargo, una flota ateniense se había retirado a la bahía de Salamina donde poco después se produciría el enfrentamiento definitivo contra las tropas persas.Noticia Relacionada estandar Si Descubren posibles restos de la mítica batalla de Salamina Marta Cañete Grecia lleva casi una década realizando excavaciones arqueológicas subacuáticas en la bahía Ambelaki, que han sacado a la luz interesantísimos vestigios de la antigua ciudad de SalaminaMe dirijo hacia el puerto de Flisvos , al sur de Atenas, donde me embarcaré por unas horas en el ‘Olimpiás’, una reproducción de un trirreme ateniense del siglo V a.C., similar a aquellos que se construyeron gracias a las dotes oratorias de Temístocles. Con sus cerca de 37 metros de eslora, una manga de 5,5 metros y un calado de 1,25 metros, su vecino el acorazado `Averoff´, buque insignia de la Armada griega durante las Guerras Balcánicas, no le hace sombra; más bien verlos a los dos juntos recuerda al visitante la milenaria tradición naval de este país de famosos marinos, náufragos y pecios: Odiseo, los Argonautas, Coleo de Samos, el pecio de Anticitera y muchos otros vienen a visitarme mientras, impaciente, espero en la cola para embarcar en la preciosa nave de abeto y roble. Una conversación en español me saca de mi ensimismamiento; descubro con sorpresa que hay un grupo de españoles; los miembros de la Asociación ‘Athenea Promakhos’ que han venido a Grecia a participar en el congreso de recreadores históricos que tiene lugar por estas fechas en las llanuras donde, en el 479 a.C., tuvo lugar la batalla de Platea y el doctor en historia antigua y arqueología, el español Manuel Arjona, quien lleva residiendo y trabajando en Atenas varias décadas. Arqueología experimentalConstruido en la década de los 80 del siglo pasado, basándose en los estudios del arqueólogo británico J.S. Morrison y los conocimientos náuticos de John Coates , el `Olimpiás´ se considera uno de los hitos más importantes para la arqueología experimental. Con una capacidad para 170 remeros dependiendo de las condiciones meteorológicas puede navegar a una velocidad de 8 nudos y recorrer hasta 170 millas náuticas en un día. No se ha conservado ningún pecio de un trirreme antiguo pero sí decenas de referencias en las fuentes antiguas y objetos artísticos. Su pequeño tamaño no permitía transportar grandes cantidades de enseres, por lo que, al caer la tarde era obligatorio encallar en algún muelle. Precisamente, las medidas de esos muelles donde pasaban la noche los antiguos trirremes, sirvieron a los investigadores para enunciar hipótesis sobre el tamaño de la eslora de estas naves de combate.Visitantes remando en la galera/ Un rincón detallada de la embarcación/ La galera vista desde fuera M.C.Una vez arriba, Aliki, nuestra ‘keleustés’, o encargada de marcar el ritmo de la palada, me informa de que somos pocos remeros, sopla viento del sur y me pide que reme yo también para ayudar en la difícil labor de sacar al Olimpiás del puerto. Tomo asiento en la segunda fila de remeros de babor junto con mis compatriotas. Al colocar mis pies en los arneses del asiento delantero, mi mirada se dirige hacia la tercera de las filas, en el interior del caso, donde los remeros con menos experiencia remaban sin tener ningún tipo de visibilidad, sin saber qué es lo que estaba pasado allá afuera, pero siguiendo disciplinadamente las órdenes del ‘keleustés’ . Tomo el pesado remo en mis manos mientras escucho por el megáfono de Aliki que hace las veces de ‘aulós’: «Πρόσω πάντες, ένα, δύο». Con la proa a nuestra espalda, comenzamos a remar. Sin embargo, en este primer intento, la descoordinación entre los remeros inexpertos provoca cierto caos cuando las palas se entrecruzan entre sí y la nave apenas logra avanzar. «Πτέρωσον», dice Aliki, señal que nos indica que debemos parar y sacar el remo del agua . Con toda la paciencia del mundo, nos vuelve a explicar las instrucciones. Iniciamos la remada. Esta vez sí, ponemos el barco en movimiento y, con una asombrosa coordinación, conseguimos sacarlo del muelle. La euforia por ver cómo el Olimpiás se desplaza en las tranquilas aguas del Sarónico nos hace olvidarnos del dolor corporal y del enorme esfuerzo que estamos realizando bajo un abrasador sol y los termómetros marcando los 40 grados centígrados en la ola de calor más duradera del país desde que hay registros. A Pablo Aparisi , presidente de la ‘Athena Promakhos’ esta experiencia inmersiva le está permitiendo ponerse en la piel de un remero ateniense de la época, hombre libre que recibía un salario por su labor en el trirreme, que se formaba y entrenaba para conseguir la excelencia que caracterizaba a la flota ateniense del siglo V a.C. «Una cosa es absorber un conocimiento a través de un libro o a través de un objeto de hace miles de años y otra es vivirlo (…). Te pasas años leyendo sobre batallas como las de Salamina y, de repente, estás dentro de esta embarcación; oyes el crujir de la nave, estás en la barriga del trirreme, ves a los compañeros a tu lado y delante remando al unísono, o al menos intentándolo, porque me he dado cuenta de que es un ejercicio muy complejo», explica Aparisi emocionado. Mientras remamos por el Sarónico , no puedo evitar pensar en el falso traidor enviado por las tropas atenienses para informar al ejército persa sobre una supuesta retirada; en la encerrona al contingente de Jerjes; en la lucha frente a frente que supuso el gran desastre naval para los persas, su retirada a Tesalia y el triunfo de Atenas . «Uno de los pilares de la hegemonía ateniense durante el siglo V a.C. fue, sin duda, su flota. En combate las trirremes eran, precisamente, los barcos más veloces, versátiles y temibles. Gracias a esta hegemonía, Atenas pudo construir el Partenón y costear la estatua de Atenea, de casi doce metros de altura, que se ubicó en su interior», explica Arjona. g Preparación de la galera antes de zarpar/ Disposición de las velas/ Detalle de la embarcación M.C.Continuamos la navegación mientras los pasajeros de otras embarcaciones nos saludan eufóricos y nos hacen fotos y escucho de fondo la voz de Aliki que ahora no nos da órdenes, sino que nos cuenta la historia del Olimpiás, sus viajes por el Támesis en el 1997, sus estancias en Salamina cada septiembre para conmemorar la derrota de los persas, su uso como transporte de la llama olímpica durante los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y para despedir la llama tras su marcha desde Grecia hacia París 2024, y entiendo que pasajeros como Gogó, Lázaros y Yanis llevasen años intentando vivir esta experiencia y más tarde se apuntasen, cuando atracamos en puerto, a la próxima salida, el próximo 8 de septiembre.Llega el momento de volver. Amablemente Aliki se acerca hasta mí y, tras explicarme que vamos a abrir las dos velas para que el impulso del viento del sur nos arrastre hasta el puerto, me propone subir a la cubierta para no perderme «una de las experiencias más espectaculares del Olimpiás». Liberada del agotador remo, el timonel me invita a sentarme en el trono donde se sentaba el ‘trierarco’. Desde allí, como una auténtica reina de los mares, contemplo cómo la tripulación consigue despegar las enormes velas, el viento las hincha y comenzamos la navegación de vuelta mientras los remeros siguen remando sin descanso. «Ανάκρουε», resuena por toda la nave: toca atracar con la popa en el muelle. Tras un esfuerzo titánico, la misión se da por cumplida entre aplausos y la satisfacción de haber conseguido entre todos hacer navegar al ‘Olimpiás’. El trirreme Olimpiás realiza seis salidas al año en las que cualquier persona, con ganas de remar y de vivir una experiencia única y, previo pago de 5 euros, puede participar.

Leave a Reply

Your email address will not be published.