El independentismo degenera (más)

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El independentismo degenera (más)

Lo afirmó Quim Torra en un rapto de lucidez: «No podemos, con las mismas caras que nos habían dicho una cosa y que ahora dicen otra, pretender que volveremos a traer la esperanza que el movimiento independentista ha tenido siempre en sí mismo». Al igual que Clara Ponsatí, otro fanático dice la verdad. Aludía Torra a la dirigencia que prometió la república catalana hasta que sus creyentes constataron, informados por un mosso d’esquadra , que la república catalana «no existe, idiota». Alguien hacía autocrítica, esa planta exótica en un secesionismo que asegura estar en el lado correcto de la Historia y procrea mesías. El presidente jubilado (noventa mil eurazos anuales) se puso como ejemplo de aquellos que no consiguieron llegar a Ítaca. Para recuperar la credibilidad lo que toca ahora es apartarse y dejar paso a nuevos liderazgos, aconsejaba. Se refería a Puigdemont y «sobre todo» a Junqueras.Ni el uno ni el otro parecen dispuestos a aplicarse el consejo. El Bifugado, que nunca ha ganado unas elecciones autonómicas, pretende aparecerse a sus apóstoles en el cónclave de Junts en Calella del 25 al 27 de octubre, séptimo aniversario de cuando proclamó la DUI y se largó después para estupor de su hiperventilada grey. Puigdemont , que prometió dejar la política si no ganaba la Generalitat, vuelve a estafar a un catalanismo conservador que espera que Junts supere su actual condición de secta y se ponga a trabajar por su espacio social.Noticia Relacionada «Taller 1. Cóctel molotov» estandar No Granollers organiza cursos de guerrilla urbana en su fiesta mayor ABCEn el embeleco del ‘procés’ Junqueras fue, como vicepresidente económico, la voz cantante del «España nos roba». Una voz que solo enmudeció en aquel memorable debate televisivo del 21 de junio de 2016. Josep Borrell, un economista de verdad, demostró que las cuentas de Junqueras eran cuentos de diletante. Una Cataluña independiente, al convertirse en un tercer estado, no tendría garantizada la permanencia en la UE. Las balanzas fiscales de Alemania que invocaba el diletante no se calcularon nunca. El «robo» de los 16.000 millones, estribillo de Cataluña contra España, se reducía a unos 2.400. ¡Datos contabilizados por el departamento de Economía de Junqueras ! «Tenemos un problema cuando una persona que tiene su responsabilidad se dedica constantemente a decir las cosas como no son», le espetó Borrell. Nada de gran superávit con la independencia, sino un pequeño excedente de dos mil cuatrocientos millones. Lo único que supo decir Junqueras ante el alud de cifras contrastadas fue que él amaba mucho Cataluña… «Hay amores que matan», sentenció Borrell. Eran otros tiempos y otro PSOE .Tras el fiasco de las autonómicas que dejó a Esquerra tiritando, Junqueras amagó con irse, pero solo se fue a «reflexionar», a hacerse «un Sánchez» . Ahora vuelve al ruedo independentista y, lejos de dar un paso al lado, presenta su candidatura «alternativa» -que gracia- al congreso que Esquerra celebra en noviembre. Misión Poltrona . Estos dos que no se van ni con agua caliente… ¿Se diferencian en algo de la vieja política española que la mirífica Cataluña republicana prometía arrumbar? Estos patriotas que aman tanto a Cataluña han perjudicado su economía; ridiculizado sus instituciones de autogobierno; convertido la lengua catalana, por imposición y politización, en antipática; transformado, con declaraciones supremacistas, lo que otrora fue admiración a Cataluña en animosidad y hastío. Ni Junqueras ni Puigdemont finiquitan sus carreras políticas, ni tampoco extraen conclusiones de tan nefastas ejecutorias. Ahí los tenemos: preparando sendos congresos en unas formaciones que son tierra quemada por la imposibilidad de renovación . El otoño de 2017 Junqueras ganó moralmente a Puigdemont: dio la cara y pagó con la cárcel el desvarío. En otoño de 2024 ambos encarnan la degeneración del independentismo. ¡¡¡Dos iguales para hoy!!!

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