Morante no tiene sustituto ni heredero

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Morante no tiene sustituto ni heredero

«Las personas felices no tienen historia», dejó como sentencia una filósofa francesa. Comerán perdices, pero ni tendrán historia ni alcanzarán las eternidades de Morante , el genio de la tristeza infinita que torea por alegrías. Qué disgusto se llevaron la afición pucelana y Mario Navas : en la víspera de su alternativa, se esfumó el sueño de contar con el maestro de La Puebla como padrino por «una modificación sustancial de su medicación», que requería de «monotorización durante cuatro días», según el parte de su psiquiatra. Una papeleta para la empresa rellenar el vacío de un torero irreemplazable. Fue Daniel Luque el elegido y, también, el más capaz para sacar partido de su lote hasta ganarse una puerta grande que pasado mañana se habrá olvidado. En una semana, el de Gerena se ha convertido en el padrino doble en tierras castellanas: Jarocho, en Palencia; Navas, en Valladolid. Nada más conocerse su nombre, tras varias propuestas sobre la mesa, llegó la comidilla de posibles vetos, más viejos que el hilo negro –preferencias las hubo siempre (al igual que victimismos) del que tuvo poder de elegir– y asquerosamente dañinos. Verdadero o falso, había una realidad: el único que no miente es el toro.La nobleza de las clarisas traía el de la ceremonia por el izquierdo. El toricantano no perdió en ningún momento ese gusto que atesora, aunque tardó en encontrarse con ese pitón, que ya había cantado su estupenda condición en el capote y en un inmenso cambio de mano. Se empeñó la esperanza de la tierra en sustentar su obra por el lado de la cuchara. Hasta que, por fin, cuando se avecinaba el epílogo, cató el del tenedor. Hubo naturales de categoría, con una trincherilla para saborear, algún destello morantista y otros abelmontados, espejos en los que se mira sin perder su propio sello. Lástima que el acero se interpusiera en el camino de la oreja con un Valijero que se arrastró intacto. Ese pitón zurdo resumiría la mayor clase de una corrida dispar de Juan Pedro Domecq, que no terminó de remontar ni de entregarse, rácana de bravura en definitiva, con matices muy deslucidos. Noticia Relacionada estandar No Parte de Morante, baja en Valladolid tras una «modificación sustancial de su medicación» ABC Según ha podido saber ABC, precisará de «monitorización durante los próximos cuatro días». Su puesto será ocupado por Daniel LuqueEn las bolitas de Mario Navas cayó un sexto de más aparente seriedad. Se vislumbraba su calidad, pero tanta era su blandura que sostenerlo exigía una diplomatura en enfermería. Tras un latigazo inicial, con derrumbe incluido, el ganador del Cénate Las Ventas aplicó suavidad, buscó la colocación por momentos y dibujó escenas distintas e ilusionantes. Con personalidad, tan necesaria. De pinchaúvas se vestiría en la hora final: necesita mucho carretón. No le vendría mal repasar el espadazo de Luque al cuarto, un toro tecloso y el de mayor transmisión, con esa embestida de más genio que codicia; a veces, se revolvía como si fuese pariente de otra divisa. Tiró de sus incuestionables oficio y capacidad el sevillano hasta calentar los tendidos en el arrimón definitivo, con esas luquecinas marca de la casa. El nuevo galardón lo aupaba a hombros tras cortar otro al segundo, un juampedro que se afligió pronto y al que acarició con la tela fucsia. Feria de San Lorenzo Plaza de toros de Valladolid. Martes, 3 de septiembre de 2024. Segunda de feria. Más de media entrada. Toros de Juan Pedro Domecq (incluido el 5º bis), desiguales de presencia (de aparentes hechuras unos y justos otros) y de juego dispar. Daniel Luque (sustituto de Morante de la Puebla), de nazareno y oro: estocada trasera (oreja): estoconazo (oreja y petición de otra). Juan Ortega, de visón y azabache: pinchazo y estocada (silencio); tres pinchazos y estocada (saludos tras aviso). Mario Navas, (alternativa), de sangre de toro y oro: dos pinchazos y estocada (leve petición y saludos); cinco pinchazos y descabello (aviso y ovación de despedida).Se notaba un runrún por ver a Juan Ortega tras bordar los sueños hace un año en esta misma plaza. Pésimo fue su lote. Cruzado se le vino el tercero, un malaje de pitones escobillados, ante el que plasmó un prólogo por abajo cautivador, aguantando genuflexo una ‘paradinha’. Ahí acabaría todo… Un despropósito lo del anovillado quinto, hecho cuesta arriba y del que alguno dijo que andaba reparado de la vista: más que para devolver, era para que no hubiese pasado el reconocimiento. Se dejó el sobrero con su medio viaje en aquellos fogonazos mal rematados con la espada.Pese a los destellos, qué tarde más desaborida. Morante de la Puebla no tiene sustituto ni heredero.

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