El jurado popular ha declarado inocente a Pablo Rigo , el anciano que en febrero de 2018 mató con una escopeta de caza a uno de los dos ladrones que asaltaron su domicilio en Porreres (Mallorca). Es la segunda vez que se le juzga por estos hechos . En 2023 fue absuelto pero la sentencia se anuló y se ordenó repetir el juicio. Tras dos días de deliberación, el nuevo tribunal popular -distinto al del primer juicio- considera que Pablo Rigo es inocente de un delito de homicidio por el que la fiscal le reclamaba tres años de prisión.El Ministerio Público solicitaba inicialmente cuatro años de prisión para Rigo pero lo rebajó a tres al apreciar el atenuante de dilaciones indebidas. La fiscal mantuvo su acusación al considerar que el propietario que sufrió el asalto no defendió su vida, sino que «salió a por ellos» [los ladrones] para evitar que le robaran cerca de 15.000 euros que tenía en una caja fuerte. Paralelamente, la fiscal reclamaba para los tres ladrones penas que sumaban 16 años de cárcel.La acusación, ejercida por la madre del asaltante fallecido, solicita que el anciano indemnice a la familia con 160.000 euros , además de una pena de cárcel de 10 años por acabar con la vida del atracador, en su opinión, a sangre fría. Mauricio Escobar, de 25 años, murió como consecuencia de un disparo que recibió en el abdomen de la escopeta de caza que Rigo tenía previamente cargada.Los hechos se remontan al 24 de febrero de 2018 cuando Fredy y Mauricio Escobar, dos hermanos colombianos de 25 años, asaltaron al propietario con patas de cabra cuando el anciano salía de su vivienda. Le cogieron del cuello y le taparon la boca para que no gritara. A su mujer la encerraron en una habitación . Arrancaron el cable del teléfono fijo y llevaron al propietario al sótano para que les abriera la caja fuerte. «Creía que nos mataban. Dicen que no lo hice bien, pero ¿qué se supone que tenía que hacer?», declaró el anciano ante el jurado.Con bastón y a paso lento, Pablo Rigo compareció hace 14 días ante un nuevo tribunal popular. Confesó que era un «martirio» someterse a este segundo juicio a su edad y asumió que, desde el atraco, «su vida no era vida» y se encontraba «hecho polvo». En su declaración de cerca de 80 minutos del pasado 8 de noviembre, el hombre alegó que disparó al ladrón en un gesto de defensa , y sin las gafas puestas, para esquivar la agresión, pero sin ninguna intención de acabar con la vida del asaltante.Contrariamente, Fredy Escobar, el ladrón que sobrevivió, negó en todo momento haber usado la violencia contra Rigo o su mujer hasta el momento del disparo y sostuvo que el anciano les disparó cuando ya salían de la casa con las mochilas de dinero cargadas. No obstante, el atracador exculpó al octogenario al asegurar que no «guardaba rencor» a «don Pablo», de quien cree que no es ningún «asesino» . Apenas 24 horas después de declarar, el colombiano de 32 años fue detenido por dar una paliza a otro hombre en una casa okupa de Palma el pasado 9 de noviembre de 2024. Actualmente se encuentra en prisión. Segundo juicio Hace un año, el octogenario fue declarado culpable por un tribunal popular con una mayoría insuficiente de cinco votos, pese a que se necesitaban siete. Este insólito error pasó inadvertido hasta días más tarde cuando fue detectado y se creó gran confusión e incertidumbre. La presidenta del tribunal popular declaró nulo el veredicto de culpabilidad de Rigo. La Fiscalía de Baleares pidió a la Audiencia que el anciano volviera a ser juzgado. Como consecuencia, la magistrada ordenó la repetición del juicio en el Tribunal Superior de Justicia de Baleares sin dictar sentencia.Pablo Rigo cambió de abogado y su nuevo letrado pidió entonces la absolución al considerar que no había una mayoría suficiente de votos para declararlo culpable. La magistrada descartó una sentencia absolutoria argumentando que «el defecto reseñado impedía conocer con seguridad la decisión que el Jurado hubiera tomado». Posteriormente, la Sala Civil y Penal del TSJB estimó el recurso de apelación interpuesto por la defensa de Pablo Rigo y revocó la declaración de nulidad del objeto de veredicto. La Sala consideró que « no se apreciaban causas que justifiquen la anulación producida» . Más tarde fue la Audiencia Provincial la que absolvió al anciano.El pasado 7 de mayo, el Tribunal celebró una vista en la que la Fiscalía solicitó la nulidad de la sentencia y por tanto la repetición del juicio. La defensa de Rigo defendió que no debía admitirse a trámite el recurso de apelación y confirmar la sentencia absolutoria.Representado ahora por un nuevo abogado -ha cambiado tres veces de letrado- Pablo Rigo se volvió a sentar en el banquillo el pasado 8 de noviembre y relató ante la Sala el miedo que pasó cuando los hermanos Escobar asaltaron su vivienda en febrero de 2018 por segunda vez. Sospecha que eran los mismos que dos meses atrás le habían atracado con el mismo método y los pies descalzos.La primera vez lo amordazaron con bridas, lo abandonaron en el sótano y se llevaron la llave del garaje. En el segundo robo, lo abordaron en la entrada. Encerraron a su esposa en una habitación y él bajó al sótano a abrir la caja fuerte. Cuando volvió a subir a la planta baja, Rigo cogió la escopeta -que ya estaba cargada- como medida «disuasoria» y sólo disparó cuando vio a Fredy aproximarse para golpearle con una pata de cabra. «Les grité ‘fuera’, pero no podía pensar que me atacarían», afirmó.Fredy Escobar explicó que el pacto con los dos cabecillas que planearon el asalto era robar el dinero de la caja fuerte de la casa de Rigo e irse, no matarlos. Aseguró que el propietario de la vivienda les sorprendió con el arma cuando ya se iban con las mochilas cargadas de dinero: «Mauricio subió antes la escalera y se paró al verla. ‘Os mato’, pum. Y se disparó la escopeta».El abogado de Rigo, Eduardo Valvidia, pidió al tribunal del jurado que tuvieran en cuenta que los asaltantes violaron su domicilio «sagrado» y su integridad física. «Le humillan, le pegan, le roban… Y le intentan quitar la vida a él y a su esposa. Tenemos derecho a defendernos. Aquí, en Chicago y en Sebastopol», concluyó.Acaba así el «martirio» para Pablo Rigo, protagonista de uno de los episodios recientes de la crónica negra que conmocionó a la sociedad mallorquina y despertó una ola de solidaridad hacia el anciano. Un suceso que, además, reabrió el debate de la legítima defensa propia en España. «Dios aprieta pero no ahoga, aunque a mí me está ahogando un poco», reconoció en una carta escrita de su puño y letra en contestación a las muestras de apoyo recibidas por parte de destacadas personalidades y personas anónimas.
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