Víctor de Aldama ha elegido un exitoso abogado penalista experto en pactos para rebajar su condena. Este jueves, siguiendo un guión predecible, soltó un aluvión de bombas de racimo contra el Gobierno ; media docena de dirigentes del sanchismo quedaron gravemente manchados, a costa incluso de autoinculparse en dos delitos. Lo siguiente, seguramente, será que otro tipo de pruebas (documentales) corroboren el testimonio de Aldama. Lo que acabamos de conocer es una brutal metástasis, que deja al poder abierto en canal, a partir de lo que al principio parecía un foco menor. Aquello que empezó como un asesor corrupto, Koldo, y se amplió a un ministro de la misma condición, Ábalos, se extiende ahora al número tres del PSOE, a la mano derecha de la ministra Montero y a su compañero Víctor Torres. Y luego está lo de Marlaska con Delcy, Teresa Ribera y hasta la mismísima Begoña. El broche lo pone Sánchez con su foto y el consiguiente agradecimiento por los servicios prestados. Aldama nos dice que todo está conectado; él es la prueba.
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