El poema del bardo de la Casa Real británica para despedir a la Reina Isabel II

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El poema del bardo de la Casa Real británica para despedir a la Reina Isabel II

Como Poeta Laureado del Reino Unido, cargo que ostenta desde 2019, Simon Armitage es miembro de la Casa Real británica y ejerce de cronista lírico los grandes acontecimientos de su país. Aquí, su poema sobre el funeral de la Reina Isabel II.«La tarde llegará, por más resuelta que esté la última hora del día, / tilos y robles en su último fulgor verde, perlados en la niebla de septiembre. / He invocado un lirio para iluminar estas horas, un símbolo de gratitud, / zonas y auras de suave resplandor enmarcando los globos radiantes. / Una promesa hecha y mantenida de por vida: ese fue tu regalo, / por el cual, aquí tienes de vuelta el tuyo, ‘hierba del guante’ para algunos, / cada brillante capucha protegida por hojas rígidas como lanzas. / El país entero cargó su ser en tus manos delgadas, / manos que pueden descansar ahora, aliviadas del peso de un siglo. »La tarde ha llegado. Lluvia en los oscuros lagos y sombrías montañas. / Lirio de los valles, casi tu homónimo, una flor favorita / entrelazada con tus famosos ramos, con la moderada / fuerza y gracia firme de sus linternas, cada inflorescencia / es una campana muda que esconde una voz singular. Un día nuevo, difuso, / rompe sin corona en picos remotos y parques públicos, y / todo gira en torno a estos pétalos luminosos y raíces profundas, / este lirio que prospera entre torre y árbol, cuya claridad / se sostiene y brilla más allá de la vida y los límites de su floración».Noticia Relacionada CRÍTICA DE: estandar Si ‘Avión de papel. Poemas escogidos 1989-2024’, de Simon Armitage: la arritmia de los corazones solitarios Diego Doncel Me gusta pensar en el autor inglés como alguien que nos ha dado un puñado largo de poemas memorables, que ha hablado de los fantasmas de este tiempo sin intentar justificarVersión Original:«Evening will come, however determined the late afternoon, / Limes and oaks in their last green flush, pearled in September mist. / I have conjured a lily to light these hours, a token of thanks, / Zones and auras of soft glare framing the brilliant globes. / A promise made and kept for life –that was your gift– / Because of which, here is a gift in return, glovewort to some, / Each shining bonnet guarded by stern lance-like leaves. / The country loaded its whole self into your slender hands, / Hands that can rest, now, relieved of a century’s weight.»Evening has come. Rain on the black lochs and dark Munros. / Lily of the Valley, a namesake almost, a favourite flower / Interlaced with your famous bouquets, the restrained / Zeal and forceful grace of its lanterns, each inflorescence / A silent bell disguising a singular voice. A blurred new day / Breaks uncrowned on remote peaks and public parks, and / Everything turns on these luminous petals and deep roots, / This lily that thrives between spire and tree, whose brightness / Holds and glows beyond the life and border of its bloom».

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