Durante los años fuertes de la dictadura franquista, en un rincón de Galicia descansaba la democracia. Como una especie de Nunca Jamás sin Peter Pan pero con el Padre Silva y sin necesidad de girar en la segunda estrella a la derecha y volar hasta el amanecer, en Benposta nació una ‘comuna’ con cimientos católicos que acogía a niños ‘perdidos’, sin hogar, y pretendía convertirlos en ciudadanos de «un nuevo mundo» que se autogestionaban en los 33.000 metros cuadrados de la finca del extrarradio orensano, cargando ladrillos, levantando paredes y gobernando, a pesar de no levantar ni un palmo del suelo, como alcaldes ese lugar que se bautizó como la Ciudad de los Muchachos. Tenían moneda y televisión propia; también, incluso, aduana y pasaporte. Empezaron quince niños y un cura y, con el tiempo, su modelo educativo se extendió fuera de Galicia, incluso de España. Noticia Relacionada estandar Si ‘Cómo cazar a un monstruo’: dentro de la mente perturbada de un pederasta Lucía Cabanelas El ‘youtuber’ Carles Tamayo da el salto a Prime Video con una docuserie sobre Lluís Gros, a quien admiraba desde niñoDe aquellos polvos, estos lodos. O el arte y los acróbatas. De esa ciudad ‘libre’ de Benposta surgieron los payasos, gimnastas y saltimbanquis de El Circo de los Muchachos que giraron con un espectáculo que triunfó en el Grand Palais de París y el Madison Square Garden de Nueva York. Inspiraron, a su vez, a El Circo del Sol. Su historia, que es también la de España y maravilló al mundo a mediados del siglo pasado, la recoge Prime Video en la docuserie ‘El Circo de los Muchachos’, que se estrena este viernes en la plataforma. «Es evidente que todo es de inspiración cristiana y que el cura va por delante con su posición de sacerdote pero no hemos encontrado una opinión firme de la Iglesia respecto a este proyecto. De hecho, en su época peor, el Padre Silva hace llamamientos desde su televisión o en vídeos privados para que la Iglesia le ayude, por ejemplo, en su pugna política por los terrenos contra Fraga y nada», cuenta a ABC el director Elías León Siminiani, para quien Franco permitió esta utopía porque la consideraba «un juego, algo inofensivo, al ser un proyecto de niños». «Un proyecto similar protagonizado por mayores hubiera sido represaliado de inmediato», explica el documentalista, que destaca también la necesidad de aperturismo del régimen. «Necesitaban gestos que pudiesen de demostrar al mundo que España era un lugar mucho más abierto de lo que parecía, mucho más tolerante».La pesadillaLo que fue una admirada utopía, terminó manchada de polémica. Con el tiempo, hubo denuncias de abusos sexuales, de pedofilia, maltrato, abortos. Y críticas, sobre todo al cura que alumbró el proyecto. La ciudad, y el circo, de los muchachos despertó del sueño, que al final, para muchos, fue también una pesadilla. «El Padre Silva, como muchos otros personajes del siglo XX, está lleno de claroscuros. Fue un visionario pero también una persona muy consciente del poder del relato, de la imagen, con una proyección pública muy amplia que, en un momento, se pierde al no ser capaz de adaptarse al paso de los tiempos. Era un ser humano en lo extremo de lo que puede ser un ser humano, lleno de contradicciones capaz de lo mejor y capaz de lo peor», sentencia Siminiani.
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