Hace unas semanas, el investigador del CSIC Christian Gortázar tuvo que alquilar un Airbnb en un pueblo remoto de Alemania con otros dos colegas para poder asistir a un congreso internacional . «Económicamente no nos quedó otra», reconoce este científico del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos. «Si voy con alguna compañera, compartimos habitación . Recuerdo que en Sidney tuve que dormir en la misma cama con otra investigadora. Las individuales no eran mucho mejores porque abriendo los brazos podías rozar las dos paredes», asegura Bruna Calsina, especializada en genética y genómica en el CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) . «En Barcelona me alojé en un hostal a las afueras que más que de una estrella, parecía de medio cometa », expresa Juan Antonio, otro investigador del CSIC que prefiere preservar su anonimato. Para los funcionarios del Estado que pertenecen al grupo 2 –el mayoritario en el ámbito científico– las dietas para viajar dentro de España establecen 65,67 euros diarios para el alojamiento y 37,40 para manutención . La cifra destinada al hospedaje resulta especialmente baja pues, según el último barómetro del sector, el precio medio diario en España por dormir una noche en un hotel ya supera los 150 euros . Es decir, una habitación cuesta más del doble de lo que subvenciona el Estado. El real decreto que regula estas tarifas se aprobó en el año 2002 y, por tanto, lleva más de dos décadas sin actualizarse. Pero otro de los puntos polémicos de la norma, además de haber quedado desfasada, es que no distingue entre áreas funcionariales, de forma que un investigador que tiene que desplazarse regularmente para completar su trabajo de campo tiene las mismas dietas que un técnico de la Seguridad Social que rara vez sale de su oficina. Siempre que ambos, claro, pertenezcan al grupo 2. «Esta uniformidad no funciona y puede, incluso, que sea el motivo que retiene a Hacienda , que no ha considerado pertinente modificar el decreto», refiere Domènec Espriu, que es el director de la Agencia Estatal de Investigación (AEI). Por esta razón, desde esta agencia han tratado de ‘aliviar’ la situación problemática que viven muchos investigadores con dos pequeñas modificaciones: por una parte, han posibilitado que las organizaciones públicas, como las universidades, puedan establecer sus propios reglamentos. Por otra, han añadido excepciones que permiten ampliar las dietas si se justifica que no ha sido posible reservar alojamiento por menos de 66 euros la noche. «El problema es que cada institución está haciendo su interpretación y, en algunos casos, se están creando verdaderas marañas burocráticas », reconoce Espriu, quien zanja que «lo ideal, lo que urge» es actualizar un decreto que está en vigor desde 2002. «A este paso, tendremos que alojar a profesores con prestigio mundial en hostales con literas, que hoy por hoy ya duermen en Airbnbs» Javier Castaño especialista en Historia de los judíos del CSIC«Casi es peor el remedio que la enfermedad», considera Javier Castaño, especialista en Historia de los judíos del CSIC. Este investigador cree que las excepciones incrementan considerablemente el papeleo a presentar para justificar un aumento en las dietas. Pero Castaño, además, señala que estas limitaciones no sólo están sacando los colores a los científicos patrios. Existe el agravante de que si el proyecto es español, estas tarifas también se aplican a investigadores extranjeros: «A este paso, tendremos que alojar a profesores con prestigio mundial en hostales con literas, que hoy por hoy ya duermen en Airbnbs. El anfitrión tiene que adelantar los pagos. Luego, este profesor tiene que devolverte el dinero y da la sensación de trapicheo . Estamos dando una imagen vergonzosa», lamenta Castaño. Mala imagen exterior y caída de la competitividadLa imagen que España proyecta en el ámbito universitario con este tipo de detalles económicos es una de las consecuencias a tener en cuenta. Sin embargo, varios investigadores alertan de que estas limitaciones también suponen un «lastre para la competitividad». César González, que es investigador en el Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC explica que conoce a varias personas – incluido él mismo– que han recortado en el número de desplazamientos que se realizan al año debido a las reducidas subvenciones para poder viajar, que, en su opinión, «entran en lo ridículo». «La investigación está cayendo en picado y España está perdiendo presencia en foros internacionales» César González Instituto de Ciencias del Patrimonio, CSICNo son pocas las ocasiones, dice, en las que terminan financiando los viajes de su bolsillo y hay profesionales que, por cuestión de principios, evitan cualquier salida. «El resultado es que la investigación está cayendo en picado. Estamos perdiendo presencia en foros internacionales. Este es mi caso y el de muchos investigadores en nuestro país», argumenta González, quien ha pasado de realizar en torno a seis o siete salidas profesionales relacionadas con su actividad « a una, o ninguna». Este investigador considera paradójico que el Ministerio de Ciencia «no deje de hacer propaganda de lo mucho que cuida a sus investigadores. Se nos exige que seamos competitivos pero, al mismo tiempo, con este tipo de normas se frena nuestra competitividad». ¿Y el trabajo de campo? Sandra Pérez, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, coincide en que «cada vez hay más colegas que optan por no moverse para no pasar por la burocracia o la precariedad ». Aunque abundan los perfiles, como el suyo, «a los que no les queda otra»: «Hay investigadores que pueden plantearse si acuden o no a una charla o a un congreso, pero yo no puedo dejar de hacer mi trabajo, que a veces es imposible de realizar dentro de un laboratorio », matiza. Pérez tiene también un anecdotario extenso sobre las «penurias» que ha pasado en sus desplazamientos profesionales: «He tenido que hacer noche en un hostal en mitad de una autopista en Bruselas y me han dejado a deber hasta 1.000 euros en dietas que he tenido que adelantar. Yo intento no tirar la toalla, pero hay colegas que no quieren complicarse la vida». SOFÁ CAMA Y HABITACIÓN COMPARTIDA Arriba, un sofá cama en el que se tuvo que alojar una investigadora del CNIO. A la izquierda, un apartamento en Oporto en el que durmió un científico del CSIC. A la derecha, la cama que tuvo que compartir para asistir a un congreso en París CEDIDAS Desde el sindicato de Comisiones Obreras del CSIC explican a ABC que llevan años reclamando que se eleven las cuantías sin éxito, que ya eran «cutres» hace más de dos décadas. Además, reivindican que la distinción entre grupos de funcionarios tampoco les parece «razonable». Por ejemplo, los del grupo 1, que incluye a los altos cargos, tienen una subvención de 102, 56 euros diarios para alojamiento dentro del territorio español, mientras que el grupo 3 recibe una cuantía de 48,92. «Todos los grupos tienen las mismas necesidades cuando se desplazan», ponderan los portavoces sindicales. Problema interministerial Desde la Agencia Estatal de Investigación señalan que, al tratarse de una modificación «interministerial», su tramitación supone un gran obstáculo. Las dietas para viajar dentro de España son las más llamativas, pero las subvenciones para encontrar alojamiento fuera de nuestro país tampoco se ajustan a los precios actuales. Por ejemplo, un funcionario del grupo 2 que tenga un congreso en Australia debe encontrar habitación por menos de 81,4 euros . Si viaja a Alemania podrá gastar 155,66 euros y, en Francia, 122.«El año pasado tuvimos un congreso en Croacia. Yo era ponente, así que pude dormir en un lugar digno porque lo financiaban los propios organizadores», cuenta Bruna Calsina, la investigadora oncológica. No todos tuvieron la misma suerte. «Un compañero tuvo que recorrer varios kilómetros a pie para llegar a dormir a su habitación». Después de un tiempo, dice, se terminarán riendo de estas «aventuras» .
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