Tres años y cinco convocatorias divididas. La brecha que generó Podemos en 8M de 2022 en el feminismo español se ha vuelto a poner en evidencia en las calles de Madrid donde ni siquiera uno de los objetivo que genera un mayor consenso -erradicar la violencia contra la mujer- ha conseguido unir sus intereses. El disenso en torno a la ley trans, la diversa posición frente a la prostitución y la contumaz defensa de Irene Montero de la ley del sí es sí, pese a sus efectos indeseados, todavía pesan en un movimiento que ha marchado dividido en dos convocatorias diferentes. Misma hora, las 19:00, pero recorridos diversos. Ha tenido que ser una diosa, la Cibeles, por cuya plaza han pasado las marchas con una diferencia de una hora, la única que, sin recurrir a la bilocación, ha podido contemplar el discurrir de ambas manifestaciones y entrever los matices que las distinguían entre un coincidente estruendo abatucado. Más roja la tradicional, promovida por el Foro de Madrid, con el lema «combatir el sexismo para erradicar la violencia contra las mujeres » y con la presencia de las ministras socialistas, con la de Igualdad, Ana Redondo, al frente. Más morada la otra, convocada por la Comisión 8M del Movimiento Feminista de Madrid, con eslóganes más politizados (no ha faltado la critica Ayuso) y que con la presencia de las exministras de Podemos, Ione Belarra e Irene Montero, clamaba por el lema «Juntas, el miedo cambia de bando». «Juntas», sí, porque a pesar de la evidente desvinculación ambas partes parecían reivindicar ser depositarias de la unidad, como desde la otra parte rezaba el pañuelo de algunas de las acompañantes de la ministra Redondo: «Unidas contra la violencia de género ». «Unidas» es justo lo que no han estado.Noticia Relacionada estandar No Un menor mata a su exnovia de 15 años a cuchilladas en plena calle en Orihuela Toni Jiménez La Guardia Civil ha detenido al presunto homicida, de 17 años, en la localidad alicantinaMás fría y con aire oficialista, la marcha organizada por por Foro de Madrid contra la violencia de las mujeres-que se reivindica como convocante desde 1997- partía de la plaza de Cibeles poco después de las siete de la tarde. Minutos antes, la ministra de Igualdad recordaba que las feministas toman la calle «para levantar la voz, alzar la voz para exigir igualdad y libertad». «Llegará un tiempo en el que no sea necesario conmemorar este día de la lucha contra las violencias hacia las mujeres, pero mientras llega tenemos que seguir avanzado en derechos y en libertad, tenemos que hacerlo por las 41 mujeres asesinadas en este año».Manifestantes en la marcha por el 25NA ese número, Redondo sumaba, a preguntas de los periodistas, el nombre de Cloe, la menor de 15 años asesinada en Orihuela por el fuera su novio, de 17 años. Sobre el dramático caso, ha explicado que todavía «habrá que estudiarlo», pero ha advertido que la juventud «se alimenta de las redes sociales», que junto a «la pornografía en Internet, realmente es un problema, tenemos que ser conscientes de abordarlo con seriedad, con mucho análisis, con consensos, que yo creo que la sociedad los tiene». Tras las declaraciones, y en una pancarta secundaria, la ministra Redondo, arropada a derecha e izquierda por sus homólogas Elma Saiz, de Inclusión, y Pilar Alegría de Educación, han seguido el paso de la manifestación. las precedía un llamativo grupo de mujeres vestidas con túnicas blancas y con máscara del mismo color y expresión neutra. Se autodenominan la ‘Compaña feminista’, y a la pancarta con el lema «El sistema nos falla», sumaban carteles con el nombre y las edades de las víctimas de la violencia contra las mujeres.De ahí que el eslogan «no estamos solas, faltan las asesinadas», haya sido uno de los más coreados. Junto a él, los clásicos «estamos hasta el culo de tanto machirulo» o «vivas, libres, así nos queremos», con añadidos que señalaban de forma concreta muy concreta: «OnlyFans es pornografía, es prostitución».Cuando los escasos miles de participantes ya enfilaban la Gran Vía camino de la plaza de España, donde terminaba su recorrido, la Cibeles podía escuchar un último grito: «No es no, lo demás es violación». Poco más tarde, y en lo que podría parecer un duelo de consignas en diferido, parecía recibir la respuesta por parte del otro grupo, cuando se adentraba en la plaza: «Sólo sí es sí». «No es no», «sí es sí». Tampoco en esto había unidad.La marcha convocada por la Comisión 8M había iniciado su recorrido a la misma hora pero un kilómetro y medio más abajo, en la confluencia de la calle de Atocha con el paseo del Prado. Allí el protagonismo, en su arranque, había recaído en Irene Montero y en Íñigo Errejón, otrora incondicional de este tipo de eventos y ahora desaparecido. Sobre el que fuera su camarada y correligionario en las filas del germinal Podemos, la ahora eurodiputada de Podemos, ha explicado que «lo que el feminismo está cambiando en España es que las mujeres ya no nos callamos, nos acompañamos las unas a las otras en la ruptura del silencio y ya no toleramos esa impunidad de los agresores, ni los toleramos ni a quienes quieren protegerles, excusarles o justificarles«. Una carga de profundidad contra quien dejó la política ante las denuncias de agresión sexual.MÁS INFORMACIÓN noticia No 25-N en el Ayuntamiento de Madrid: un acto, tres propuestas y una huelga de trabajadoras sociales noticia No Page: «En materia de igualdad, todo empezó en Castilla-La Mancha» noticia No Víctimas de violencia machista, sin abogado de oficio tras sus dos primeras declaracionesNo fueron unas marchas masivas. la manifestación a la que se sumaron Belarra y Montero reunió a unas 3.000 personas, mientras que la que partió desde Cibeles sumó unos 3.500 participantes según los primeros datos de la Delegación de Gobierno. En total serían unas 7.000 personas.
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