Una M-30 a 60 metros de profundidad sin circulación

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Una M-30 a 60 metros de profundidad sin circulación

Han sido la biblioteca secreta de El Vaticano en la serie ’30 monedas’, escenario de un anuncio de coches e incluso una cancha de baloncesto para un vídeo promocional de la Liga Endesa. Sin embargo, afortunadamente, las galerías de emergencia de la M-30 , siete kilómetros (unos 3,5 por sentido) de vías subterráneas que discurren bajo el baipás sur, nunca han sido aún utilizadas para su verdadero fin: ofrecer refugio a los conductores en caso de que haya un accidente grave en los túneles de la circunvalación más transitada de España, que acaba de cumplir 50 años.Esta M-30 en miniatura desconocida para el gran público, se construyó a la vez que los túneles, entre 2004 y 2007, explica Mar Martínez, responsable de seguridad de túneles en Madrid Calle 30, la empresa que gestiona esta infraestructura por la que se desplazan cada mes 32 millones de vehículos , el equivalente a todos los vehículos matriculados en España. En otras infraestructuras similares, apunta esta ingeniera, se aprovecha la sección completa que deja la tuneladora para construir, además de la carretera principal, vías de ferrocarril o hasta carriles bici. El problema en el caso de la M-30 es que en esta zona tiene tanta profundidad (60 metros bajo el subsuelo) que era muy complicado, en caso de que hubiera una incidencia grave en el túnel, evacuar rápidamente a los conductores hacia la superficie. Por eso tuvieron que construir estos búnkeres subterráneos por los que sólo circulan, de vez en cuando, los responsables de su mantenimiento. «Estas galerías son una zona estanca, segura. Si tuviéramos cualquier incidente a nivel de rodadura, vendríamos aquí y estaríamos a salvo hasta que nos evacuaran o saliéramos a pie», cuenta Martínez. Para acceder a estas entrañas ocultas de la M-30, al menos a pie, hay que hacerlo por su cerebro, el centro de control de los túneles situado en Méndez Álvaro, desde donde se gestionan, 24 horas al día los 365 días del año , las incidencias que reportan las 1.850 cámaras y 18.000 equipos que vigilan que todo discurra como es debido en la parte soterrada de la circunvalación madrileña. Una pantalla enorme, formada por más de una veintena de señales, preside la sala donde trabajan casi una veintena de operarios. Noticia Relacionada estandar Si Primera carrera popular por los túneles de la M-30 Helena Cortés Esta prueba, que tendrá lugar el 3 de noviembre, celebra el 50 aniversario de la vía«Desde aquí no solo recibimos datos (115.000 señales), sino que podemos interactuar con algunos equipos. Por ejemplo, si se para un vehículo en el arcén, podemos mejorar la iluminación de esa zona y avisar en los letreros luminosos de la zona», relata Martínez desde la sala de crisis, un espacio acristalado situado en el piso superior del centro de control que solo se ha utilizado con ese fin para albergar algunas reuniones técnicas durante las nevadas que trajo Filomena . Por si esta sala de máquinas falla por cortes de luz o de comunicaciones, por ejemplo, tienen otro gemelo con capacidades similares en Albarracín, 33. Sus incidencias (unas 13.000 al año), reconocen, no solo tienen que ver con averías o accidentes de tráfico (incluidos kamikazes…). Más de una vez, señalan, han tenido que sacar a patos que entran al túnel, despistados, por los pozos de ventilación. O han pillado a conductores que paran a hacer sus necesidades, como si no hubiera 1.850 ojos robóticos mirándoles. Doce plantasAl fondo del centro de control, hay una pequeña puerta que lleva a los pozos de ventilación desde donde se accede a las galerías de emergencia. «Anótame seis accesos», le pide Martínez a uno de los operadores. «Es el protocolo. Si en dos horas no llamamos o volvemos activan una alarma para que nos vengan a recoger», explica. Estos respiraderos bien podrían ser también el escenario de una película posapocalíptica. Son inmensas torres de metal subterráneas con una iluminación tenue, amarillenta, rodeadas de una escalera circular que desciende el equivalente a doce plantas, hasta el nivel de la M-30 soterrada. Sirven, apunta Martínez mientras baja a buen ritmo, para «introducir, por un lado, el aire limpio en las dos calzadas que hay (una por sentido) y filtran el humo de la circulación para devolverlo, ya depurado, a la superficie».1.850 cámaras vigilan los túneles del anillo de la M-30 y 18.000 equiposAl final de esta escalera, unos 60 metros de profundidad, están las salidas de emergencias que dan a la propia M-30. En este punto ya se siente la vibración y el ruido de los coches. En total, hay 206 puertas de evacuación (codificadas con códigos alfanuméricos pintados en la pared que permiten a los operadores situar la incidencia) y hasta 700 postes SOS , «en desuso por los móviles y porque normalmente detectamos las incidencias en el centro de control antes de que nos llamen», afirma la responsable de seguridad de Calle 30. Cuando alguien traspasa estas puertas, unas flechas de colores le indican el camino que debe seguir hasta la salida. Hay quien las abre simplemente en busca de un baño o dejar basura que había dejado olvidada. Qué no verá el ‘gran hermano’ del centro de control…A prueba de incendiosHay que descender aún otro nivel más de escaleras para llegar a pie a la ‘sub M-30’, la galería de emergencias, que cuenta además con dos accesos para vehículos, uno cerca del Matadero y otro cerca de la A3, «justo cuando empieza la sección circular del túnel», explica Martínez. Esta inmensa vía de hormigón completamente diáfana, iluminada solo por unos blanquecinos fluorescentes, sigue el trazado de la carretera superior, pero está dividida en secciones por unas inmensas puertas verdes cortafuegos situadas cada 200 metros. Así, en caso de incendio, se pueden crear búnkeres estancos para que los afectados sean evacuados a pie al exterior o esperen a los servicios de emergencia.Mar Martínez, responsable de seguridad de los túeneles de la M-30, en el centro de control ignacio gilCuenta, además, con material para afrontar una catástrofe: megafonía, comunicaciones de radio con el exterior, detectores de incendios (hay 8.000 en toda la circunvalación), luces de emergencia, extintores (3.000 en todo el recorrido), bocas de incendios (2.500 en la vía)… En las paredes, además, están también los mismos códigos alfanuméricos que permiten ubicar en el túnel la zona exacta en la que se produce cada incidencia. De hecho, los números de esta galería de emergencia son gemelos de los de su reflejo superior. «Aquí hay todo lo necesario para casi cualquier contingencia. No es normal que todo esto se utilice, pero mejor, porque eso quiere decir que todo funciona como debe», señala Martínez. Así, estas galerías solo se usan de vez en cuando en labores de mantenimiento, para algún rodaje puntual («aunque tampoco podemos permitir demasiados por si justo sucede algún contratiempo», admiten desde Madrid Calle 30) y en simulacros. Cada año, cuenta Martínez, realizan uno distinto: inundaciones, grandes incendios … Los equipos de Madrid Calle 30 (una empresa que volverá a ser 100% municipal en 2026) son capaces de llegar en cinco minutos a cualquier punto del túnel. Otro motivo más, junto con estas galerías, para combatir la claustrofobia de los conductores.

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