Más de un centenar de inmuebles serán demolidos y 1.600 son inhabitables

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Más de un centenar de inmuebles serán demolidos y 1.600 son inhabitables

La muerte de un operario de Tragsa sepultado por un porche, mientras realizaba tareas de limpieza en un colegio de Massanassa, ha intensificado el temor a nuevos derrumbes en edificios dañados por la catastrófica DANA que arrasó la provincia de Valencia. Tras el accidente, el Ayuntamiento de Benetússer suspendió la reapertura de los centros educativos de la localidad, prevista para este lunes, hasta tener una certificación por escrito de que son seguros.La Diputación de Valencia también retrasó hasta este martes el inicio de los trabajos para extraer lodos y residuos de 661 sótanos y garajes privados en los que, casi un mes después, no ha entrado nadie. Los equipos, que además arreglarán las bajantes de aguas residuales que tengan fugas, recibieron instrucciones en materia de salud e higiene y para evitar agravar posibles daños estructurales de los edificios en los que trabajen.Un deterioro que sigue valorando sobre el terreno un cuerpo de inspectores -profesionales de la arquitectura- coordinado por el Instituto Valenciano de la Edificación (IVE). De los 5.172 expedientes abiertos desde que se produjo la riada, 1.656 inmuebles han sido declarados inhabitables , 491 han sido desalojados y 130 van a ser demolidos, según datos ofrecidos por la Generalitat. En paralelo, se ha apuntalado la estructura de 112 edificios en localidades de la provincia de Valencia afectadas por la barrancada.Tras visitar un bloque, el inspector decide si permite o no el acceso total o parcial a algunas zonas concretas y qué medidas preventivas se toman: acordonarlo, cortar los suministros, apuntalarlo, demolerlo o colocar redes para evitar la posible caída de elementos a la calle. Lo hace a partir a partir de las lesiones detectadas en cimientos, forjados, pilares, muros o fachadas. 1.112 inmuebles esperan ahora al segundo paso: evaluar el alcance de los daños producidos y cuantificarlos económicamente. Se vigilan especialmente las viviendas en las que el agua alcanzó más de un metro de altura . De todo ello se expide un certificado.«He visto en garajes cómo el agua entra en vertical por el suelo como si fuera una fuente. Eso puede descalzar las cimentaciones»«El técnico va con su tablet o su móvil, carga la ficha a la base de datos y puede ver en tiempo real cómo avanzan los expedientes», explica a ABC la directora del IVE, Begoña Serrano. Los trabajos de rehabilitación también se siguen con atención para evitar peligros. «Si hay dos sótanos contiguos inundados, si vacías uno y el otro no, la pared medianera pasa a ser la de una piscina y no está calculada para eso. Hemos insistido mucho en que se evacúe el agua de forma simultánea porque eso puede suponer un riesgo», afirma.«No hemos visto grandes problemas porque los edificios con sótanos son más modernos. El agua todavía está fluyendo y el nivel freático es elevado. Cuando baje, a lo mejor esos cambios de nivel del agua sí que inducen presiones distintas en el terreno y puede haber algún movimiento a largo plazo. Pero, de momento, los daños más graves en edificación están muy concentrados al lado de los barrancos », agrega Serrano. La fuerza de la riada ha arrasado plantas bajas, pero las afecciones se centran en elementos constructivos no estructurales que podrán ser reparados.El peligro de la elevada humedad«El agua es el enemigo número uno en la construcción», asevera Juan Aznar, doctor en Arquitectura y profesor de la Universidad Politécnica de Valencia. Este experto en la materia trabaja para dar soluciones a otro obstáculo silencioso: la humedad . «Afecta a los pilares y vigas. Las armaduras de las estructuras de hormigón armado se oxidan, aumentan de volumen y lo rompen. Es un proceso que se va a manifestar, en un plazo de cinco a diez años como máximo, con grietas en la base, fisuras y roturas. Ahí habrá que valorar si eso puede mermar la resistencia de la construcción», sostiene. El problema se agrava en el caso de sótanos, más difíciles de ventilar que las plantas bajas. El agua ha ejercido presión lateral y vertical, toneladas de sobrepeso que están cargando sobre la cimentación. Hay fincas preparadas para ello, porque así lo exige la normativa desde 2023 para construcciones en zonas inundables. En los anteriores, comenta Aznar, habrá que «vigilar lo que nos muestre el edificio».Noticias Relacionadas estandar No El alcalde de Massanassa rechaza responsabilidad municipal en la muerte del operario por el derrumbe: «No contratamos con Tragsa» ABC reportaje Si Los 200 planes de la muerte en la DANA Chapu ApaolazaSe da la circunstancia, además, de que garajes que habían sido vaciados, se vuelven a llenar de agua limpia que entra por juntas de sellado. Aznar apunta algo que solo había podido comprobar, hasta ahora, una vez en sus cuatro décadas de experiencia: «He visto en más de tres garajes cómo e l agua entra en vertical por el suelo como si fuera una fuente » por los elevados niveles que se acumulan debajo.Si no se ataja rápidamente, puede lavar el terreno y descalzar cimentaciones, dejando sin apoyo alguna parte de la base. «Puede producir que el edificio se asiente en una parte sí y en otro, no, y empiece a manifestar grietas», advierte. Para ello es necesario sellar esos huecos inyectando una resina que reacciona y aumenta su volumen al contacto con el agua para ésta no pase. Un proceso que algunas empresas valencianas pueden llevar a cabo en pocos días.Más allá de los problemas estructurales, la crisis puede provocar también un problema de salud pública. Los revestimientos, sobre todo de yeso, de los tabiques en las plantas bajas impiden que estos se sequen, lo que favorece la proliferación de hongos que, a su vez, provocan enfermedades respiratorias. «Si los muros están húmedos, el ambiente es nocivo . He tomado controles en viviendas en las que en la la humedad era del 87%, cuando en la calle era del 65%», lamenta.

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