A las nueve daba comienzo la comparecencia de Sánchez, pero la atención del personal llevaba media hora centrada en lo de Herrera, que parecía ‘Cuerda de presos’. Allí estaba Aldama largando por esa boquita madrileña, con esa manera de estar en el mundo a medio camino entre Mariano Rubio y el dueño de un bar de copas de Arganzuela. Entre ‘ejque’ y ejque’, rajaba. Y la bancada del PP con los cascos puestos, sobreactuando interés en el ‘aldamazo’ y pasando de Pedro mientras los del PSOE fingían que no les interesaba otra cosa que no fuera Sánchez, que es la prueba más evidente de que no podían pensar más que en Aldama. A las 9:09 Cayetana y Tellado se quitaban los cascos y los diputados socialistas comenzaban a mirar las pantallas de sus móviles, buscando argumentarios como guadañas. Lo de Aldama había terminado.Después de las tres de la tarde nos enterábamos de que la juez Biedma citaba a declarar al hermano de Sánchez tras haber encontrado indicios racionales de delito contra la Administración Pública. Y vuelta a los móviles. Pero es que, un poco antes de eso, recién terminada la comparecencia del presidente y ya en la sesión de control, llegaba la noticia de la dimisión de un Lobato definitivamente aterrado. Así que la atención, de nuevo, a la pantallita en búsqueda de información, resúmenes y esa dosis diaria de sectarismo que permita a los socialistas atender posibles canutazos sin ser purgados por el camino. Que está la cosa muy fea. Y el objetivo es llegar al fin de semana con pulso.Lo que ocurrió en el hemiciclo entre estos tres hitos digitales pasó a un segundo plano, para desgracia de Sánchez, que tenía un plan, y consistía en quitar el foco de Begoña, Lobato, Aldama y el fiscal general para situar la conversación de nuevo en Valencia. En este sentido, la pequeña tregua que parecía haberse instaurado se vino abajo, con un Sánchez agresivo, populista en extremo, ventajista y sin un ápice de sentido de Estado tirándose a la yugular de Mazón, al que acusó de ser el único culpable de todo lo sucedido, y de Feijóo, al que echó en cara que no le obligue a dimitir. Es experto en dimisiones, pero ajenas, como ven. Porque el presidente no asumió un solo error y creyó que podía dar por superado el tema soltando pasta como un rapero de Los Ángeles y anunciando una comisión de investigación. Aunque también dejó claro que dicha comisión no tendría lugar ahora, sino más adelante. Y ya les digo yo cuándo: en precampaña electoral. Que nos conocemos.Noticia Relacionada estandar No Juan Lobato dimite como secretario general del PSOE de Madrid tras la exclusiva de ABC Mariano CallejaEl final de la comparecencia fue delirante, con Sánchez llegando a asegurar que en el PP «tienen un concepto muy patrimonialista del Estado que les hace pensar que tienen derecho a usar las instituciones en favor de sus familiares y amiguetes». En esa misma línea, Marlaska aseguró que le «llama la atención la buena relación que tiene el PP con todos los presuntos delincuentes». Lo dice, recordemos, el responsable de un ministerio que ha condecorado a Aldama y ha dotado a su trama de móviles encriptados. La desvergüenza, como ven, es total y están a media hora de culpar a Ayuso del caso Begoña. Y lo más curioso es que les sirve, porque sus socios, uno por uno y sin excepción, dedicaron las réplicas a Sánchez para abroncar al PP, incluido el PNV, con un Aitor Esteban en niveles de cinismo que rayan lo tóxico. Y no porque el PP no tenga culpa, que la tiene, sino porque estamos en el Congreso de los Diputados. Y teniendo enfrente a Sánchez, a Robles, a Marlaska y la sombra de Ribera, que es alargada, ensañarse con Feijóo es de una cobardía sin parangón.La sesión de control, por su parte, se dividió entre los reproches a los ministros relacionados con la DANA y los reproches a Bolaños por los escándalos de corrupción. Todo ello sólo sirvió para ver a un Feijóo especialmente sólido durante toda la mañana, a un gobierno agonizante y a Cayetana recordando a Bolaños que, si Aldama es Mortadelo, él es Filemón. Nueve horas después, se daba por finalizada la sesión presencial y todos pudieron, por fin, despegar la mirada del móvil. Que Sevilla está ahí al lado. Y habrá que conspirar, digo yo.
Leave a Reply