En cualquier ámbito de nuestras vidas podemos encontrar personas que entienden que serían incapaces de llevar a cabo determinados trabajos, tareas, deberes, obligaciones o, incluso, planes de ocio. Mientras que alguien puede soñar con unas vacaciones en un crucero, otra persona prefiere quedarse en casa antes que embarcarse en uno. Con el ejercicio ocurre algo muy parecido, existe un grupo de personas que considera su caso como ‘plenamente justificado’ para mantenerse al margen de cualquier esfuerzo físico, ya no digamos de un gimnasio o de la práctica de una disciplina deportiva, por mucho que se hable de sus bondades.Hablamos de justificaciones y no de excusas porque es cierto que hay casos concretos en los que las razones son objetivas, no un parapeto con el que esconder otros motivos… ¿O si? Veamos las más habituales y analicemos si son ciertas:1 Motivos de saludSi hemos sufrido una lesión o padecemos una enfermedad, ya sea por miedo o por recomendación médica, es relativamente normal que se abandonen determinadas costumbres que podemos entender que no nos vienen bien. Pero no es lo mismo decidir que vamos a dejar de ingerir comida basura y beber alcohol, que cortar de raíz el ejercicio.Es cierto que determinadas prácticas deportivas pueden no ser lo más recomendable para una enfermedad o patología concreta. Evitar una opción no quiere decir que no haya otras que sí sean recomendables aunque nos gusten menos. El ejercicio correctamente pautado es fundamental tanto en la prevención de enfermedades como en la rehabilitación del paciente. Incluso pacientes trasplantados y en ciclos de quimioterapia, por nombrar dos ejemplos, pueden obtener importantes beneficios con la práctica del ejercicio.2 Falta de tiempoSe habla mucho del tiempo que perdemos en redes sociales, chateando con el móvil o viendo literalmente nada en la televisión. Independientemente de estas cuestiones obvias, tenemos la percepción de que el tiempo mínimo para que el ejercicio se note es bastante más largo que la realidad. Un breve calentamiento con una rutina de ejercicios bien hecha puede tener importantes beneficios en nuestra salud invirtiendo 15 minutos al día. Si para estos quince minutos necesitas desplazarte pasando una hora en el coche entre llegar y aparcar, el problema del tiempo no está en el ejercicio en sí. Con relativamente poco tiempo y prácticamente nada de material es suficiente, pero esto nos lleva a la siguiente justificación para no hacerlo:3 No sé por dónde empezarHoy en día el exceso de información puede llevarnos a la parálisis total. La mejor manera de fracasar, incluso antes de empezar, es intentar buscar una opción muy exigente, o a la que resulte imposible conseguir la más mínima adherencia por nuestras circunstancias personales. Hazlo simple y acude a un profesional para que te marque unas pautas básicas.4 Ya probé y no vi resultadosEsta sensación es la consecuencia de haber establecido mentalmente que el éxito o el fracaso de nuestra actividad física reside en cambios estéticos notables. Este tipo de mejoras llegan con el tiempo ¿cuánto tiempo? Es absurdo decir un periodo exacto, pero es mucho menor el tiempo que necesitas para ver mejoras en tu fuerza, tu capacidad cardiovascular, o tus pulsaciones en reposo por nombrar algunos valores que sea posible medir objetivamente. Ni la báscula ni el espejo te dirán demasiado a corto plazo.5 Es caroHay opciones caras, por supuesto, pero salir a caminar o correr y hacer unas flexiones al lado de tu cama es completamente gratis. Esta verdad como un templo esconde una mentira y es esa de que para hacer ejercicio no hace falta ‘nada’. Salvo que tengas unos mínimos conocimientos, sí que hace falta darle sentido a aquello que hagas por lo que sí, es verdad, sería recomendable que inviertas un mínimo de dinero en contratar a alguien que prepare tus rutinas, o algún tipo de aplicación que te ayude en ese cometido. Es cuestión de prioridades, pero el ejercicio no es un lujo al alcance de pocos, ni mucho menos.6 Problemas de autoimagen y confianzaLa inseguridad sobre nuestra apariencia o nuestras habilidades puede ser una barrera para comenzar a ejercitarnos en público. Si es nuestro caso y la opción de hacer ejercicio en casa da una pereza terrible o resulta imposible, tenemos un problema. Determinados entornos pueden ser intimidatorios, pero la vergüenza del novato puede ocurrir en un gimnasio o en una clase de inglés. Poner la estética por delante vuelve de nuevo a ser un problema. Aunque desde fuera no se perciba así, hay determinadas comunidades que están muy abiertas a recibir a personas de todos los niveles y ‘apariencias físicas’. Incluso disciplinas tan duras como el CrossFit hacen gala de recibir y acoger en sus clases a personas de todos los niveles y condición física. Encuentra ‘tu sitio’ y verás que es una oportunidad de conocer a gente que pasó por lo mismo que tú, y ahora están absolutamente integrados en su deporte sin importarles lo más mínimo estas consideraciones. Que una mala experiencia en este sentido no marque qué puedes o no hacer, siempre has podido dar con un nido de estúpidos, estúpidas o estúpides y eso no significa que sea la regla general. 7 Es algo para personas sin fundamento, soy inteligenteQuizás pensar así te desacredite como tal, pero no es por pura opinión: El matrimonio Curie, Alan Turing, Santiago Ramón y Cajal, los hermanos Bohr y Edwin Hubble, además de científicos de prestigio, fueron grandes deportistas, por nombrar algunos ejemplos.¿Sigue estando tu caso justificado? Podría ser así, pero seguro que hay opciones y las ventajas mayores que los inconvenientes. Dale una oportunidad al ejercicio.
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