La pandemia del coronavirus, el volcán de La Palma o la borrasca Filomena. Durante el último lustro han sido muchas y muy sorprendentes las emergencias que ha vivido España y en las que las Fuerzas Armadas han demostrado un despliegue sin precedentes dentro de nuestras fronteras . Los militares dedican la mayor parte de su carrera a prepararse para algo que esperan que nunca llegue, la guerra, y cuando muestran capacidades suele ser en alguna de las misiones internacionales en las que participan las Fuerzas Armadas. Estas catástrofes sin embargo permitieron a los Ejércitos y la Armada trabajar para sus propios vecinos, con la Unidad Militar de Emergencias (UME) como punta de lanza y seguidas por unidades de todos los cuerpos y armas.Esta actuación les ha cosechado siempre el aplauso de la ciudadanía , que ha recibido con agradecimiento a los uniformados haciendo frente a las adversidades provocadas por una pandemia mundial, una borrasca que dejó el centro del país incomunicado o un fenómeno natural como un volcán.Sin embargo, los militares han advertido por primera vez otro sentimiento en Valencia , donde han acudido al auxilio de las consecuencias provocadas por el paso de la DANA el pasado 29 de octubre. «Allí viví algo que no había sentido nunca y que fue muy incómodo» , explica un miembro del Ejército del Aire y del Espacio que acudió en una de las primeras rotaciones que fueron a Valencia. Junto a él, varios los miembros de las Fuerzas Armadas que han estado trabajando sobre el terreno reconocen a ABC que por primera vez han sentido el rechazo y desconfianza de los ciudadanos de las localidades más afectadas, una sensación que era mayor en los primeros días de la tragedia y ha ido menguando con el paso de las semanas.Noticia Relacionada estandar No El general jefe de la UME asegura que desplegó los primeros efectivos antes de «las órdenes oficiales» Juan Casillas BayoTodo ello se debe a la indignación que ha provocado en Valencia la gestión de la catástrofe y también de la ayuda prestada por el Gobierno de Pedro Sánchez. «Las primeras 24 horas son cruciales, ¿dónde estaban los militares?», preguntaba la semana pasada a gritos un vecino de Paiporta a la ministra de Defensa, Margarita Robles .El jefe de la UME, el teniente general Javier Marcos, lleva semanas intentando justificar la actuación de las Fuerzas Armadas , que acudieron al terreno en cuanto recibieron la autorización de la Generalitat valenciana. Sin embargo, solo fueron un centenar los que lograron llegar a las zonas afectadas en las primeras horas de la riada y ese número fue incrementándose muy poco a poco hasta los alrededor de 8.000 efectivos que se encuentran desplegados actualmente.En cualquier caso, la sensación de la ciudadanía y también de veteranos militares y expertos en la materia es que no se enviaron suficientes militares, no se contó con las capacidades de las que disponen las Fuerzas Armadas y no se llegó a todos los puntos afectados con la celeridad que se hubiera requerido y habría sido posible el Gobierno hubiera asumido el mando de la crisis, declarando el nivel 3 de alerta o una situación de interés para la Seguridad Nacional. Bombas de achique, vehículos sobre cadenas o cocinas desplegables son algunos de los materiales que mandos militares señalan que podían haber llegado antes para el auxilio de las zonas anegadas por el barro y el lodo.Este ambiente ha generado frustración también entre muchos de los militares desplegados , que se han afanado en ayudar a los vecinos de muchos municipios pero ven que su trabajo no tiene los efectos deseados y tampoco se aprovecha todo lo que se podría.Abucheos a la ministraTambién la ministra dejó ver la pasada semana su malestar ante la situación cuando se enfrentó a un grupo de ciudadanos que la recriminaron que su garaje siguiera embarrado tres semanas después del paso de la DANA. «Yo no tengo la culpa, no tengo la culpa», se oyó decir a Robles ante unos vecinos desesperados por la falta de ayudas ante una emergencia que ha destruido sus vidas. Acostumbrada al aplauso de la ciudadanía, la ministra respondió contrariada a unos vecinos que ya no tienen nada que perder. Robles volvió a sentir este descontento durante un recorrido por las calles de Paiporta, cuando fue increpada por varias personas que calificaban de «vergüenza» que hubiera acudido a «hacerse una foto». «¡Una pala a la señora ministra!», pedían algunos de los vecinos.Lo cierto es que el descontento de la ciudadanía no es exclusivo con los militares y la ministra de Defensa, sino que durante el último mes se lo han trasladado a políticos de todo signo. Para empezar lo sufrieron los Reyes en su primera visita a Valencia, también el presidente del Gobierno , Pedro Sánchez, que se aprestó a abandonar el lugar ante los abucheos de la ciudadanía, o el presidente valenciano, Carlos Mazón , en una multitudinaria manifestación que se celebró ante el Ayuntamiento de Valencia el 9 de noviembre. Sin embargo, sí que es un escenario nuevo para los militares, más acostumbrados a los baños de masas como agradecimiento a su actuación que a las miradas de desconfianza cuando se acercan a la ciudadanía.
Leave a Reply