El paso insoslayable del tiempo, el cúmulo de sombras que forman una vida. La galería de voces que pueblan el eco de la memoria. Aprender de los nombres que se han apagado o que refulgen al azar, sin razón ni motivo. Aprender de las figuras, tal como fueron, que pasean por una invisible galería de lo que fue. Están ahí, instaladas en un presente perpetuo y, sin embargo, caprichosos. Aprender de la pérdida y la renuncia. No otras son las páginas de este ‘Diario’ de Rafael Cansinos Assens (Sevilla, 1882- Madrid, 1964). Maurice Blanchot advirtió: «Un diario no es esencialmente confesión o relato de uno mismo. Es un memorial». Éste lo es. Un memorial de la melancolía. DIARIOS ‘1944. Diario de posguerra en Madrid’ Autor Rafael Cansinos Assens Editorial Arca Páginas 591 Precio 27,50 4Cansinos contempla el Madrid de 1944 como quien recuerda futuros días de gloria. Todo ha pasado. La literatura, la que él conoció, ha muerto. Muchos de los nombres que aparecen en su obra maestra, ‘La novela de un literato’, no es que ya no estén, es que ya el tiempo ni los espera. Cansinos había vivido un Madrid esplendoroso. No sólo el Madrid de la Edad de Plata, sino el Madrid de la irrupción de la mujer en la vida laboral e intelectual, el Madrid, al que él mucho había contribuido, de las denominadas vanguardias, el Ultraísmo español y argentino, el frenesí de las revistas literarias, el tango, el fox-trot, la libertad sexual, Charlot, Raquel Meller, el Cansinos que le ha enseñado a un jovencísimo Borges los secretos de la literatura que permanece en el tiempo. Ahora todo es silencio, silencio de los bares, cines y teatros en Semana Santa, de relicarios y mantillas , de curas y militares y uniformes que inundan las calles de Madrid. Tiene razón Andrés Trapiello cuando escribe sobre el Cansinos de este conmovedor ‘Diario’: «Cansinos, que tiene a la sazón sesentaidós años, cabalga como puede una ola sofocante de erotismo. No hay ninguna página que no hable de su deseo». Josefina, un nombre que evoca lo que perdura, lo que podría ser. Una historia tan íntima, tan desgarradora. Lógico, Cansinos ha vivido otros tiempos de luz, juerga, libertad, ahora todo es evocación, sin escribirlo, todo es melancolía, un profundo elogio de la melancolía son estos ‘Diarios’. Vive, ahora, en 1944, un tiempo de silencio, de amargura, de pesar, de sombras que se pierden en el Retiro. Cómo escribir todo aquello.Uno de los inmensos valores de este ‘Diario’ es la mirada del autor cuando evoca a dos metáforas de la Guerra: el espía nazi Saro y el comunista CimorraRefugiarte en casa, convertirte en anónimo e invisible, recordar, soñar, vivir con el pesar de algo que no volverá, y si vuelve pocos serán los que hayan sobrevivido a la noche larga. Madrid en 1944 es una larga noche de difuntos. Solo cabe mirar, pasear (solitario), evocar cada rincón de entonces con la melancolía cervantina de la compasión hacia los sobrevivientes: la hija de un presidente del consejo de ministros que ahora es cajera en la Bolsa, de un falso comandante, de una actriz que desea saber lo que es un diptongo, de una pandilla de niños que juegan en el Retiro cada tarde, de los cafés en los que se reúnen los soñadores, llenos de frío y miseria, y estraperlo. Uno de los inmensos valores de este ‘Diario’ es la mirada del autor cuando evoca a dos metáforas de la Guerra: el espía nazi Saro y el comunista Cimorra, gran amigo del autor antes de la contienda, cuando escribe: «Igual cinismo y desprecio de los tímidos, comedidos y delicados, los sentimentaloides de Cimorra. Igual erotismo ; idéntico desprecio a los viejos e igual manera de resolver los problemas con la pistola: —¿Qué estorba? Pues se le suprime y en paz». La edición, a cargo de su hijo, Rafael Manuel Cansinos Galán es impecable . Las notas a pie de página que permiten al lector actual viajar a las circunstancias orteguianas del momento, los ‘Apuntes para una Biografía’ que cierran el volumen permiten seguir el ritmo de los días marcados por el ‘Diario’ con un rigor y conocimiento de cuanto ocurre en la calle excepcional. Un libro de lectura serena y, sí, una y mil veces, profundamente, melancólica. Grande Cansinos.
Leave a Reply