La noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 se desencadenó la furia contra los judíos en la Kristallnacht, la ‘ noche de los cristales rotos ‘, el mayor pogromo de la historia. La milicia nazi de las ‘camisas pardas’ saqueó sinagogas y casas y tiendas de judíos. Se calcula que miles de judíos fueron linchados y que sus propiedades y templos fueron arrasados. Cuando pocos días más tarde, en Francia, Marc Chagall supo lo ocurrido, tomó en mano sus pinceles y comenzó a pintar la ‘ Crucifixión blanca ‘.Esa obra paradigmática, que regaló a su hija y que se conserva en el Art Institute de Chicago , se expone en Roma desde este martes y hasta el próximo 31 de enero, como parte de las iniciativas del Vaticano para preparar el terreno para el inminente Jubileo que el Papa Francisco inaugurará el próximo 24 de diciembre.La obra emblemática del pintor judío Marc Chagall (Vítebsk, entonces Imperio ruso, 1887 – Saint-Paul de Vence, Francia, 1985), «invita a todos los pueblos a mirar más allá de las aparentes divisiones y a redescubrir la belleza de la humanidad», según el principal impulsor de la muestra y organizador del Jubileo, el arzobispo Rino Fisichella.« Chagall pinta como reacción al odio , pero en vez de usar violencia, es como si recogiera uno de esos cristales rotos para ver a través de ellos la belleza del cielo», explicaba este martes Alessio Geretti, comisario vaticano de la muestra. El artista dio un paso arriesgado y representó a Jesús crucificado rodeado de escenas del sufrimiento de los judíos del siglo XX .Aunque su idea era «contar el destino de su estirpe, la crucifixión de los inocentes», cuando en 1940 mostró por primera vez esta Crucifixión blanca, «no fue comprendido por muchos sectores tanto cristianos como judíos, que consideraron inoportuno que pintara a Cristo», asegura el comisario de la exposición a ABC. «Sí que le apoyaron muchos intelectuales católicos, como por ejemplo Jacques Maritain. En cualquier caso, a él no le condicionaron las críticas, y pintó a Cristo al menos otras quince veces », explica.Resistencia ante las tinieblas del odioPara comprender esta obra, el organizador de la exposición sugiere interpretarla como un «icono» , aunque sin los elementos propios de la tradición bizantina. Así «el fondo no es dorado, sino gris, como el horizonte que se abría en Europa en aquella época», señala.Entre las escenas en torno al ‘santo’ central aparece un pogromo que ha vuelto del revés la vida de las personas, y que ha dejado casas apoyadas en tejados. Cerca, un grupo de liberadores con banderas rojas parece acercarse gritando. «Con ellos recuerda a quienes prometen renovación y liberación, pero no pueden producir la paz porque su ideología propugna la violencia ».La sorpresa es que esa angustia y esas tinieblas se rompen por una luz que cae desde arriba e ilumina a Jesús crucificado. «Lo ha pintado vestido con un talit, el manto de oración que usan los hombres judíos, y la cabeza cubierta por un velo. Para que no queden dudas, aparece en hebreo la causa de la condena: Jesús Nazareno, rey de los judíos».«El mensaje de este cuadro es que en Jesús la obra del mal no ha tenido éxito, que las tinieblas quieren que odiemos, pero que al menos un hombre no ha cedido al odio que proponen las tinieblas», explica Geretti. « Chagall es un poeta que pinta sueños en un mundo que genera pesadillas . Se propone construir belleza con toda la audacia posible, y este es el resultado», concluye.«Mensaje de esperanza»Entre los primeros visitantes, se han acercado hasta la sala de exposiciones en el centro de Roma, estaban el alcalde de la Ciudad Eterna Roberto Gualtieri y el arzobispo Rino Fisichella. «En el actual momento que atraviesa la comunidad mundial, esta exposición es una oportunidad para penetrar en el mensaje de esperanza y reconciliación que ofrece el inminente Jubileo», asegura Fisichella. «Representa a Jesús no solo como figura central de la fe cristiana, sino como símbolo del sufrimiento y de la esperanza del pueblo hebreo, y así invita a todos los pueblos a mirar más allá de las aparentes divisiones y a redescubrir la belleza de la humanidad», añade.También a Gualtieri le ha impresionado el «sentido artístico que da al mensaje del inminente Jubileo de la Esperanza». «En aquel 1938, Chagall veía el horror que habría estallado, pero también la esperanza en el diálogo entre religiones. Además, la hemos querido traer porque es una de las obras de arte preferidas del Papa », confía el alcalde.Noticias relacionadas reportaje Si Roland Dumas, el guardián del ‘Guernica’, desvela sus secretos Natividad Pulido reportaje Si El mercado del arte, en caída libre Natividad PulidoEl Papa Francisco no ha explicado los motivos que aprecia en esta obra, pero es probable que la considere «profética», pues con pocas trazas Chagall recuerda las consecuencias que el odio tuvo en el pasado, provoca todavía en el presente, y podría acarrear en el futuro, -si la belleza no le pone freno.
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