Como tantas otras veces, del último partido de Liga ante el Alavés lo mejor fue el resultado. Con su golazo, en otro encuentro gris con remontada agónica contra los vitorianos, Sorloth resultó decisivo. Se ha generado un falso debate sobre su valía. Es un delantero centro ‘tanque’, rápido para su altura, potente y que remata muy bien de cabeza y con los pies. A poco que le ayude la fortuna, marcará más goles que en el Villarreal. Brilla con Noruega, sin desmerecer de Haaland. Salió en lugar del falso nueve Correa, excelente revulsivo cuando juega unos minutos pero una nulidad cuando lo hace desde el principio.El 2-1 final dejó contenta a la parroquia rojiblanca, que se alegra también al comprobar que Giuliano mejora día a día. Homenajea así a los 700 partidos de su padre. Dicho esto por quien observa estupefacto el crecimiento del integrismo cholista en algunos sectores de la afición del Atleti. La que siempre ha estado por encima de clasificaciones o resultados, de presidentes, jugadores o entrenadores.En la Liga de Campeones, contra el Sparta de Praga, se produjo, como por arte de magia, un cambio total de juego y resultado. Se demostró una vez más que esta valiosísima plantilla es capaz de jugar mucho mejor al ataque que a la defensiva. Un 0-6 que lo dice todo: Oblak no pasó por ningún apuro. Tampoco se puede ocultar que el checo fue un equipo paupérrimo, que no parece estar a la altura de esta competición.El Atlético fue muy superior a su adversario, desde el primer al último minuto. Excelente presión, dominio de la pelota, auténticos puñales en las bandas y unos delanteros extraordinarios. Todos los jugadores estuvieron a gran altura, pero, por destacar a alguien, Julián Álvarez con sus golazos y el canterano Pablo Barrios, que hace poco sobresalía en juveniles y ahora es uno de los pilares del primer equipo.Lo que ni cambia ni puede cambiar es la honda fe en el Atlético de Madrid. Es una hermosa parábola existencial, con un mensaje sencillo: en la vida lo importante no son los triunfos, sino la perseverancia en el esfuerzo. Como en el poema de Kipling, se puede tropezar al Triunfo, conocer la Derrota, y a los dos impostores tratarlos de igual forma. Se puede elegir ser ‘pobre’ pudiendo ser ‘rico’. No cabe mensaje más evangélico. Mucho mayor que el del chiste del cura de Bilbao, que ejemplificaba la humildad de Jesucristo en que, pudiendo haber sido vasco, hubiera nacido en Palestina.
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