Paul Pfeiffer, el gran manipulador: ‘borra’ a Muhammad Ali, ‘decapita’ a Michael Jackson y ‘santifica’ a Justin Bieber

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Paul Pfeiffer, el gran manipulador: ‘borra’ a Muhammad Ali, ‘decapita’ a Michael Jackson y ‘santifica’ a Justin Bieber

Al final de la entrevista, le preguntamos al artista norteamericano Paul Pfeiffer si le molesta que digamos que es un gran manipulador . «No. Los grandes poetas son grandes manipuladores. Lo que cuenta es la calidad de la manipulación», contesta. Está en Bilbao para presentar en el Guggenheim su monográfica más amplia hasta la fecha en Europa, ‘Prólogo a la historia del nacimiento de la libertad’ , que ya se ha visto en Los Ángeles y lo hará en Bilbao hasta el 16 de marzo. A través de una treintena de piezas, recorre toda su trayectoria, que incluye vídeo, fotografía, escultura e instalaciones. Poco conocido en nuestro país, es uno de los nombres más influyentes del arte contemporáneo. Basta con ver las poderosas galerías con las que trabaja: Perrotin, Paula Cooper, carlier/gebauer y Thomas Dane.Si hay una constante en su trabajo son los espectáculos de masas , los iconos del deporte, la música y el cine, y la manipulación de las imágenes: borra, corta, añade…, como si fuese el montador de una película. Este ‘outsider’ comete el sacrilegio de ‘borrar’ a Marilyn Monroe, ‘santificar’ a Justin Bieber, convertir a Muhammad Ali en un fantasma, cortarle la cabeza a Michael Jackson…Noticias relacionadas estandar No Hija del histórico dirigente nacionalista Miren Arzalluz, nueva directora general del Museo Guggenheim Bilbao estandar Si El Guggenheim reivindica a la pintora Hilma af Klint La ‘inventora’ de la abstracción que se llevó el secreto a la tumba Natividad PulidoHa convertido las salas del museo bilbaíno en tres tipos de arquitecturas. Por un lado, capillas religiosas ‘sui generis’ con objetos de culto y devoción, en las que, en lugar de santos, hay a distintas alturas de la pared microcámaras: un balón de baloncesto flota en el aire, un irreconocible Tom Cruise parece tener espasmos en un ‘loop’ interminable de una escena de ‘Risky Business’, Michael Jackson baila descabezado y su silueta se desdobla convirtiéndolo en un ectoplasma… No es la única pieza sobre Jackson. ‘En directo desde Neverland’ plasma en una pantalla la declaración del músico desde su rancho desmintiendo las acusaciones de abuso infantil. En otra, ochenta estudiantes recitan, con sus bocas sincronizadas con la del músico, las mismas palabras. Paul Pfeiffer, antes tres obras de su serie ‘Los cuatro jinetes del Apocalipsis’ ReutersY de la música y el cine, al deporte. En otra capilla, tres pantallas con los combates de boxeo más célebres de Muhammad Ali : contra Sonny Liston en Miami (1964), contra George Foreman en Kinshasa (1974) y contra Joe Frazier Manila (1975). Pfeiffer borra las figuras y deja las siluetas transparentes. Se intuyen los golpes. Sí se ve a un público eufórico, que jalea a los púgiles. El boxeo centra otra serie, ‘Las cariátides’: en tres monitores de televisión usados en las cárceles de EE.UU., y que Pfeiffer compró en eBay, se proyecta uno de los mejores combates de la historia ( Mayweather contra Pacquiao ). Fue uno de los primeros casos de retransmisión en pago por visión y se convirtió entonces en el evento televisado en directo con más audiencia del mundo. En cada monitor vemos peleando, y recibiendo golpes, solo a un púgil, lo cual produce una sensación de extrañeza. Paul Pfeiffer disecciona todo al detalle, de forma minuciosa; disloca y subvierte los mecanismos. En ‘Los cuatro jinetes del Apocalipsis’ , serie en la que trabaja desde 2000 y sigue abierta, los protagonistas son las estrellas de la NBA , de distintas épocas. Cuelgan ocho imágenes de gran formato (capturas de vídeo o fotografías del archivo de la NBA), en las que aparece en primer plano un jugador, despojado del nombre, el número, el equipo… No hay canastas, ni balón, ni rivales. Solo el jugador (no su rostro) y el público. Con gestos retorcidos, los ocho deportistas, todos afroamericanos, semejan mártires. El más reciente, una crucifixión. Monumentales cuerpos que evocan las torsiones de las figuras del Greco. Hay también espacios convertidos en sets cinematográficos. En uno recrea la célebre escena de la ducha de ‘ Psicosis’, de Hitchcock . Janet Leigh es sustituida por cámaras de seguridad. El título, ‘Autorretrato con fuente’, evoca obras de referencia de Duchamp y Bruce Nauman. En ‘Cross Hall’, se centra en el espacio de la Casa Blanca donde se realizan discursos y anuncios oficiales por televisión. A través de una mirilla observamos un diorama del estrado vacío. El artista recrea la célebre escena de la ducha de ‘Psicosis’, de Hitchcock EfeY hablando de iconos, Justin Bieber aparece convertido en un moderno Jesucristo, pero fragmentado: la cabeza, el torso, los brazos, las piernas… Las piezas han sido realizadas por tres imagineros de Filipinas, México y España. En este último caso, el sevillano José Antonio Navarro Arteaga . «Es un creador impresionante de imágenes religiosas, pero es conocido también por sus retratos de Cristiano Ronaldo. Son muy buenos. Contacté con él a través de un artesano de Filipinas». Pfeiffer estuvo este año en la Semana Santa de Sevilla : «Entendí de dónde veían muchas tradiciones de Filipinas». Baraja la opción de exhibir en la Semana Santa de 2026 en el CAAC de Sevilla esas imágenes y otras nuevas. No las imaginamos procesionando por las calles. Se montaría la marimorena. ¡Al cielo con Justin Bieber, mis valientes! En el torso de Bieber reza un tatuaje: ‘Son of God’ (Hijo de Dios) . Se define como cristiano renacido. Explica Pfeiffer que no se conocen. Ni siquiera le pidió permiso. Y no cree que haya problemas con los derechos de imagen : «Estas figuras se presentaron en Los Ángeles y me resulta difícil pensar que él no sea consciente de que existen. No he utilizado su imagen directamente, son retratos creados por unos artesanos. Bieber es una especie de títere que utilizo para explorar la tradición artesana». Tres pantallas con los combates de boxeo más célebres de Muhammad Ali EfeLa última arquitectura de la exposición es la del estadio deportivo, como lugar de comunidad y pertenencia, al igual que lo fueron los templos griegos o el Coliseo de Roma. En una sala con una grada y sonido envolvente, se proyecta un vídeo, ‘Rojo, verde, azul’ , realizado por el propio Pfeiffer en el estadio de Sanford de Georgia, en cuya universidad estuvo un tiempo como profesor. Es una de sus pocas obras propias cien por cien, en las que no ha habido apropiacionismo. Grabó todos los elementos que estructuran el espectáculo (incluidas imágenes desde el cementerio anexo), pero no el espectáculo propiamente dicho. En una gran sala se exhibe su obra más emblemática, ‘Los santos’ , que ya estuvo en el Guggenheim en 2009. En ella, Pfeiffer recrea la final del Mundial de Fútbol de 1966 en el estadio de Wembley entre Alemania occidental e Inglaterra, que éste ganó en la prórroga por primera y única vez. En la instalación escuchamos en unos altavoces los vítores reales de las dos hinchadas, mientras que en otros se reemplazan por las voces de una multitud de jóvenes filipinos reunidos en un teatro. Nacido en 1966 en Hawái , Paul Pfeiffer pasó su adolescencia en lugares como Filipinas o Nuevo México , adonde su familia, metodista, se fue trasladando. Desde 1990 vive y trabaja en Nueva York. Iba para pintor, pero la pintura le resultaba una tarea muy lenta. Su trabajo tiene un fuerte componente político, religioso, social…El Tribunal Supremo de Estados dictó una sentencia contra la Fundación Warhol por violar los derechos de la fotógrafa Lynn Goldsmith por unas imágenes de Prince. ¿Ha influido en su trabajo? «De forma inmediata no, pero sí me preocupa. La circulación de las imágenes evoluciona con mucha rapidez. Y las implicaciones sobre cómo usamos y consumimos las imágenes son bastante profundas». Pfeiffer manipula imágenes que han creado otros y no él. ¿Ha sufrido el síndrome del impostor? «No. Me identifico mucho con artistas como Warhol o Duchamp».’La mañana después del diluvio’, de Paul Pfeiffer ReutersHoy veneramos y cosificamos los mitos . ¿Trata de desacralizarlos? «Quizá sí, pero también hay una amplificación de su aura . Cuando borro la imagen de Muhammad Ali, dejo un rastro del proceso de borrado. Su presencia física desaparece, pero su aura queda expandida». ¿No se ha planteado trabajar con ídolos como Taylor Swift , un fenómeno global, y con Rafa Nadal ? Los eventos deportivos inducen sentimientos de pertenencia e identidad: muchos asocian a Nadal con España. «Gracias por la idea, igual hago una obra sobre ellos el próximo año. Son personajes muy inmediatos en la cultura popular. No me interesa la nostalgia, pero sí la textura de una imagen que tiene que ver con el pasado reciente. Es parte de su magia».Dice que «vivimos en una economía de la atención . Hay gente que gana dinero por dirigirla. Debemos resistirnos a ello y apartar nuestra atención. Sería una independencia si lo conseguimos». ¿La saturación de imágenes hace que pierdan su eficacia? «Sí, las consumimos mucho más rápidamente. Pero para mí la pregunta sería: ¿qué duración tiene la memoria? ¿cómo recordamos las cosas?». Hoy todos manipulan imágenes con Photoshop , ponen filtros en sus móviles… ¿Vivimos en una gran mentira? «La realidad a la que nos dirigimos plantea una incertidumbre extrema. Resulta difícil distinguir entre una verdad y una mentira, entre una imagen y la realidad». ¿La verdad ha muerto? «La lógica heredada de la verdad está fallando. Quizás esto sea una especie de inocencia de la que nos tenemos que desprender». ¿Quién utiliza a quién? ¿Nosotros a las imágenes o ellas a nosotros? «También esa es mi pregunta».

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