El Palacio de Buckingham , corazón de la monarquía británica y residencia oficial de sus monarcas desde 1837, es un símbolo del esplendor histórico del Reino Unido. Sus 775 habitaciones, 19 salones de estado y el icónico balcón central son testigos silenciosos de momentos que han definido la historia británica. Sin embargo, bajo su imponente fachada de piedra, se encuentra una realidad mucho menos majestuosa: una infraestructura que amenaza con desmoronarse .Actualmente, este emblemático edificio está en renovación, pero no una cualquiera, sino la que ya es considerada la más ambiciosa de su historia. Con un costo estimado en 369 millones de libras (unos 426 millones de euros), el proyecto busca evitar desastres estructurales, como inundaciones o incendios, debido a los problemas que sufre en los sistemas eléctricos, las tuberías y la calefacción, que no se han renovado desde los años 50. Además, los trabajos incluyen la eliminación de materiales peligrosos como el amianto y la restauración de áreas icónicas, entre ellas el Ala Este y el famoso balcón.Noticias relacionadas Así es la nueva afición del hijo menor del Príncipe Guillermo y Kate Middleton: «Me paso toda la vida con los dedos en los oídos» Daniella Bejarano Sale a la luz el polémico pasado de Morten Borg, padre de Marius Borg Høiby Daniella BejaranoEste colosal trabajo comenzó en el 2017 y tiene previsto extenderse hasta el 2027. Durante este tiempo, las salas más grandiosas del palacio, como el Salón Blanco, el Salón de Música y el Salón del Trono, están siendo cerradas de forma escalonada. Sin embargo, a pesar de las obras, el palacio sigue abriéndose al público en ciertos períodos del año. Este verano, por ejemplo, por primera vez en 175 años, los visitantes pudieron cruzar los enormes portones principales y recorrer la explanada frontal, imitando el recorrido que hacen los invitados oficiales. Esta apertura, según fuentes reales, busca mantener a Buckingham como un espacio relevante en el panorama turístico y accesible para las nuevas generaciones.Grave deterioro internoNo obstante, la majestuosidad externa del palacio que atrae a millones de turistas -en 2023, Londres atrajo a 21,1 millones, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas- contrasta irónicamente con su grave deterioro interno. Mientras los visitantes aplauden el cambio de guardia en las afueras, dentro, fuera de la mirada pública, los obreros retiran cables obsoletos y revisan cada rincón en busca de posibles riesgos. Este contraste ha generado críticas hacia los altos costos de restauración, financiados mediante la subvención soberana. La Sovereign Grant, en inglés, es el dinero utilizado para financiar los gastos de la familia real británica, como los viajes o el mantenimiento de los palacios. Este dinero proviene de los ingresos generados por el Crown Estate, un conjunto de propiedades gestionadas por la Corona, que aunque administra este fondo, sus ingresos no son parte de su patrimonio de uso personal. De hecho, el Parlamento aprueba anualmente la cantidad que se destina a esta subvención, como garantía de que el dinero se gastará correctamente en actividades oficiales de la monarquía.Así, los defensores argumentan que el palacio no es sólo una residencia, sino un símbolo cultural y un patrimonio nacional invaluable que debe ser cuidado. De hecho, una investigación publicada por la Regional Studies Association, que analiza el impacto de la monarquía en el turismo británico, estima que la familia real, como parte de un fenómeno conocido como «royal tourism», contribuye significativamente a la economía del Reino Unido, con una cifra aproximada de 1,7 mil millones de libras anuales. Y es que más del 60% de los turistas internacionales que visitan el Reino Unido tienen en su itinerario atracciones vinculadas a la familia real, y Buckingham Palace es una de las más destacadas.Última visita hasta 2027La visita del Emir de Catar y su esposa la próxima semana a territorio británico marcará un punto de inflexión. Será el último evento de estado que se celebre en Buckingham hasta el 2027. A partir de entonces, las recepciones reales se trasladarán al Castillo de Windsor y al palacio de St. James. Incluso el Rey Carlos III se ha adaptado a los cambios, trasladando su oficina privada a la Suite Belga, en el ala oeste del Palacio, en la que se encuentra la habitación Orleans, en la que él nació en 1948. El impacto de las renovaciones no sólo es arquitectónico, sino también social. Desde 2017, el proyecto ha involucrado a más de 200 aprendices, incluyendo jóvenes estudiantes y adultos en transición laboral, en la restauración de esta estructura clasificada como de Grado I, el nivel más alto de protección que un edificio puede recibir en el Reino Unido, lo que significa que es de un valor arquitectónico o histórico tan significativo que está protegido por la ley y no puede ser modificado sin permisos estrictos.A pesar de las incomodidades de la reforma y de su estropeado esqueleto, Buckingham sigue atrayendo multitudes. En 2023, la apertura del Ala Este y la terraza del balcón central rompieron récords de visitantes, que con su dinero contribuyen parcialmente a financiar los altos costos de mantenimiento, de alrededor de 20 millones de libras al año, los cuales cubren la conservación de su infraestructura, los costos operativos y los salarios de los cerca de 800 empleados, que incluyen personal como mayordomos, jardineros, cocineros, y personal de limpieza, entre otros. Durante la reforma, muchos de ellos han seguido trabajando en el Palacio mientas que otros han sido o serán trasladados a otras áreas o residencias reales.
Leave a Reply