En la serie ‘The Wire’, los camellos andan siempre preocupados por lo que la policía pueda conocer al intervenir sus teléfonos móviles. Para saltarse ese problema y seguir con el negocio de la droga, se compran teléfonos desechables que utilizan para muy pocos usos: un pase, una cita, un aviso. Se trata de utilizar un teléfono de prepago al día y así burlar escuchas, controles, capturas y chirona. Es una buena táctica cuando el hampa es tu modo de vida, una técnica que lleva décadas utilizándose para seguir con el tráfico de sustancias ilegales, ya sean drogas, armas, o cuernos de rinoceronte blanco. La policía, en la serie, controla la zona en la que se mueven los camellos y, ante la sospecha de que puedan darles esquinazo utilizando las cabinas de teléfono convencionales, consiguen intervenir también esas líneas. Este es un modus operandi que ha servido, entre otras cosas, para atrapar a más de un comando de ETA. Cuando la Guardia Civil detuvo a Kubati, responsable entre otros del asesinato de su Yoyes , los agentes utilizaron este método. El pistolero iba a realizar una llamada a uno de sus colaboradores un determinado día y a una hora en concreto. Lo haría desde una cabina telefónica porque no existían los teléfonos móviles. Lo único que tenía claro la Guardia Civil es que el etarra se movía por Guipúzcoa, pero claro, en ese momento había en servicio cientos de cabinas. En una operación sin precedentes, coordinada desde la comandancia de San Sebastián, se enviaron cientos de agentes a vigilar todas las cabinas de teléfono en un vasto radio a la misma hora el día determinado. En una de ellas, en el centro de Tolosa, fue capturado Kubati.En ‘The Wire’ hay un momento dado que la obsesión de Stringer Bell y Marlo Stranfield es tal, que prácticamente utilizan un teléfono desechable para cada llamada. Ya se sabe que no se puede competir contra la maquinaria de un Estado cuando pretenden saber lo que uno habla por teléfono. Hay todo un servicio de espionaje a las órdenes del gobierno de turno. Pero últimamente y a la vista de los hechos que venimos conociendo esta semana, parece que son los poderes del Estado los que deben usar los teléfonos desechables. Porque así funcionan las cosas cuando todo se va al carajo. No deja de ser paradójico que precisamente los que pueden ordenar espiar los teléfonos de rivales políticos, de funcionarios que luchan contra la corrupción y de mandos de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, como el reciente caso del jefe de Blanqueo de la Policía en Madrid, sean los que tienen algo que ocultar. Es una anomalía democrática en toda regla. No les extrañe que aquella escena de ‘The Wire’ sea el paisaje habitual en las más altas Instituciones del Estado. Aquellos que pueden hacer uso del CNI para investigar y espiar adversarios, son los principales clientes de los teléfonos desechables. Y los jueces, volcando teléfonos para averiguar los delitos cometidos. España se parece cada vez más a una serie de ficción que podremos ver en cualquier plataforma.
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