Los Buffalo Bills son uno de los equipos más carismáticos de la liga de fútbol americano (NFL) por diversas razones. Siempre han tenido grandes escuadras, pero se han ganado a pulso el ser uno de los gafes oficiales de la competición, sobre todo después de que fuesen derrotados en cuatro finales consecutivas entre 1991 y 1994, y es casi imposible no empatizar con un perdedor en el caníbal mundo del deporte profesional. Además, tienen una de las aficiones más desquiciadas y desternillantes de todo Estados Unidos, la autodenominada ‘Bills Mafia’. Un grupo que, por ejemplo, aprovecha las previas de los partidos para lanzarse, cerveza en mano, desde los tejados de las caravanas hacia sus propias mesas de camping, compitiendo entre ellos a ver quién consigue el mayor de los destrozos. Pero, sin duda, los Bills son icónicos porque, durante los meses de otoño e invierno, su estadio, el Highmark Stadium, se convierte en un palacio de hielo . Buffalo, situada al noroeste del estado de Nueva York, en la misma frontera con Canadá y a solo unos kilómetros de las cataratas del Niágara, además de ser el patito feo de la región y sufrir las mofas de los habitantes de la cosmopolita isla de Manhattan, es famosa porque acostumbra a sufrir fuertes ventiscas y nevadas, climatología adversa que obliga a que los Bills tengan que jugar con temperaturas de -10 grados y entre toneladas de nieve . Así fue el pasado domingo, cuando recibieron a los San Francisco 49ers. Tras horas de trabajo de los operarios, que tuvieron que retirar hasta medio metro de hielo, los locales se impusieron a los californianos (35-10), épica victoria que hizo que sus miles de hinchas iniciaran una multitudinaria pelea de bolas de nieve en las gradas. Previamente, uno de ellos había intentado desviar un lanzamiento de los 49ers con el mismo objeto, haciendo honor a la tribu a la que representa. Las escenas han dado la vuelta al mundo y, aunque en Estados Unidos están acostumbrados a que su deporte estrella se dispute bajo condiciones durísimas, desde el prisma europeo resulta extraño, pues aquí siempre impera la precaución . El 3 de septiembre de 2023, el duelo de Liga de fútbol entre el Atlético de Madrid y el Sevilla fue cancelado porque ese día había alerta por lluvias torrenciales, aunque finalmente no cayó ni una gota de agua en la capital. La respuesta del por qué allí sí y aquí no es muy sencilla. La propia NFL, en sus estatutos fundacionales, dice lo siguiente: «Los partidos serán suspendidos, cancelados o pospuestos si existieran circunstancias tales que, al comienzo o durante el transcurso de un partido, puedan representar una amenaza a la seguridad de los participantes o de los espectadores, o que puedan afectar indebidamente a la capacidad de una comunidad para hacer frente a los efectos de una catástrofe local o un evento perturbador similar». O lo que es lo mismo, el encuentro se disputa salvo que un huracán esté de camino al estadio. NFL 16 partidos aplazados por meteorología 1989. 49ers vs. Patriots. Terremoto de Loma Prieta (California). 1992. Dolphins vs. Patriots. Huracán Andrew (Florida). 2003. Chargers vs. Dolphins. Incendio de Cedar (California). 2004. Buccaneers vs. Bengals. Huracán Charley (Florida). 2004. Dolphins vs. Titans. Huracán Iván (Florida). 2004. Dolphins vs. Steelers. Huracán Jeanne (Florida). 2005. Dolphins vs. Chiefs. Huracán Wilma (Florida). 2008. Texans vs. Ravens. Huracán Ike (Texas). 2010. Vikings vs. Giants. Ventisca de nieve (Minnesota). 2010. Eagles vs. Vikings. Ventisca de nieve (Pensilvania). 2014. Bills vs. Jets. Ventisca de nieve (Nueva York). 2017. Cowboys vs. Texans. Huracán Harvey (Texas). 2017. Dolphins vs. Buccaneers. Huracán Irma (Florida). 2021. Saints vs. Cardinals. Huracán Ida (Luisiana). 2021. Saints vs. Packers. Huracán Ida (Luisiana). 2022. Bills vs. Browns. Ventisca de nieve (Nueva York).Rubén Ibeas, además de un incondicional seguidor del Atlético de Madrid, es una de las voces más reconocibles del fútbol americano en España (comenta varios duelos a la semana en Movistar+) y tiene una teoría muy clara de por qué la liga que ama está dispuesta a llevar al límite a sus atletas y aficionados. «Yo creo que la NFL tiene ese componente mitológico , el recuerdo de partidos antiguos que se disputaron con una meteorología muy adversa y en los que se escribieron parte de la historia de la competición. Tiene esa aura de que es un deporte que se puede jugar casi en cualquier situación y que solo una catástrofe, como el colapso de Damar Hamlin en 2022 (ya recuperado, sufrió un infarto durante un partido con los Bills) puede detenerles. La NFL siempre quiere que se juegue, quiere que se vean esas imágenes con la nieve, que se vea por televisión a la gente en las gradas con hielo en el bigote… Al final, esto no lo vemos en ningún otro deporte, es algo muy especial y a los jugadores no les importa , así que, el show debe continuar, como dicen allí», asegura el analista. El deporte de los valientesLa última frase del himno estadounidense define a su país como «la tierra de los libres y el hogar de los valientes», una patriótica estrofa que el fútbol americano parece haber seguido al pie de la letra para crear sus valores como espectáculo. «Es el deporte número uno de Estados Unidos, con bastante diferencia sobre el segundo, y es verdad que sí, puede ser que ellos se sientan identificados al ver a los jugadores sufrir en el terreno de juego , contemplan en ellos la versión idealizada de los valores que representan a su país», continúa Ibeas. Un mantra que, sin embargo, tiene sus límites. Desde la creación de la NFL moderna en 1970 (la liga de fútbol americano se lleva disputando desde 1920), solo se han aplazado 17 partidos y la causa siempre ha sido una catástrofe imparable. El primero fue el San Francisco 49ers – New England Patriots del 17 de octubre de 1989. El motivo fue el terremoto de Loma Prieta, con una categoría de 6.9 en la escala de Richter (el máximo registrado es de 9) y que dejó cerca de 70 muertos y más de seis millones de euros en daños. Aficionados de los Bills, en las gradas congeladas del Highmark AFPDe hecho, los temblores comenzaron durante el calentamiento del tercer enfrentamiento de las finales de béisbol, que se disputaban en la misma ciudad de San Francisco, lo que obligó al desalojo del estadio y al aplazamiento de otros eventos deportivos. En ese momento, la NFL demostró que no hay nada que pueda frenar por mucho tiempo su calendario. En un movimiento relámpago contactó con la Universidad de Stanford, situada a 60 kilómetros de la urbe, llenó su campo con 70.000 aficionados y, solo cinco días después del brutal terremoto y tras un emotivo minuto de silencio, el balón volvió a volar sobre el césped.Ese mantra se repetiría en los años siguientes. Por ejemplo, en 2003, se reprodujo el modus operandi tras el incendio de Cedar que arrasó el sur de California. El 25 de octubre, un cazador que se había perdido en el parque nacional de Cleveland, próximo a la ciudad de San Diego, lanzó una bengala para recibir auxilio. El problema es que su petición de ayuda desencadenó un fuego que quemó más de mil kilómetros cuadrados de bosque, destruyó miles de edificios y causó una docena de muertos. El estadio del equipo local, los Chargers, fue utilizado como centro de refugiados y el duelo ante los Miami Dolphins se disputó el día 27 en el Sun Devil Stadium, recinto perteneciente a la Universidad Estatal de Arizona, en medio del desierto y a 580 kilómetros de San Diego. « La NFL se juega en cinco meses y medio, no hay posibilidad de mover muchas fechas . Además, es un deporte tan violento y tan duro que es imposible jugar cada tres días. Por eso, la organización aprovecha la facilidad que tiene para acudir a los campos universitarios, que gozan del mismo aforo o incluso uno mayor que muchos estadios profesionales», narra Ibeas mientras defiende que la tragedia se masca de forma diferente al otro lado del Atlántico.Fútbol contra la tragedia«Es una cultura totalmente diferente. Convierten la tragedia en algo positivo, se autoconvencen de que son más fuertes que lo ocurrido. Cuando sucedió lo del Katrina, Nueva Orleans necesitaba a su equipo, los Saints, para poder continuar, para tener algo a lo que agarrarse. La liga y los jugadores se volcaron en jugar, no querían detenerse porque pensaron que lo mejor para la gente afectada era jugar». Una realidad opuesta a lo vivido en Europa. Así, el Valencia-Real Madrid de Liga se iba a disputar el sábado 2 de noviembre, pero la llegada de la DANA a la Comunidad el martes 29 de octubre hizo que las autoridades cancelasen el duelo, aún sin fecha definitiva para que se dispute. En el fútbol americano, el deporte forma parte del luto y ayuda a construir la esperanza. Noticia Relacionada Fútbol americano estandar No Tom Brady se compra un equipo de la NFL: «Es una bendición saber que estaré en la mejor liga del mundo el resto de mi vida» Miguel Zarza«En la segunda jornada, en un partido en Pittsburgh, casa de los Steelers, hubo una tormenta eléctrica. Se aplazó durante media hora, luego otra más, y luego otra… Pero se jugó. Nadie se fue del estadio aunque comenzó con más de una hora de retraso. La última opción de la liga era cancelar el enfrentamiento y todo el mundo está involucrado con esa decisión, el propio aficionado le exige que sea así. En otro duelo de los Kansas City Chiefs, hubo varios jugadores que tuvieron que ser hospitalizados por el frío que hacía. Es posible que no tengan esa necesidad de urgencia que tenemos aquí. En mi opinión, creo que a veces arriesgan demasiado, pero bueno, es la manera con la que ellos ven la vida y el deporte , ahí no me puedo meter. El partido con nieve se va a vender mucho mejor que el que no la tenga, que al final es lo que quieren. No temen por la salud de la gente, ellos piensan que ojalá vuelva a pasar», concluye el periodista. Los Bills confirman su análisis. En 2026, ACS, empresa de Florentino Pérez, les hará entrega del New Highmark, su nuevo hogar, un recinto que ha costado 1.500 millones de dólares y que se convertirá en una de las plazas más modernas y grandes de la NFL. Pero los del estado de Nueva York solo pusieron una condición: no podía ser cubierto. Otras disciplinasEstados Unidos es un país muy vasto en extensión, con una historia, una cultura y, por ende, una forma de entender el deporte muy peculiar, única. Por eso, las comparaciones entre el fútbol americano y el resto de disciplinas no sirven para construir una tesis. Aun así, siempre es menester poner en contexto sus realidades. Por ejemplo, su antepasado, el fútbol, ya ha demostrado que es mucho más prudente a la hora de afrontar las adversidades. En Inglaterra, el deporte rey sufre aplazamientos de forma cíclica cada invierno por el duro clima del norte de la isla, pero siempre se ha disputado, incluso durante la Segunda Guerra Mundial mientras los nazis bombardeaban su costa. S olo la muerte de la reina Isabel II en septiembre de 2022 hizo que la Premier League cancelase sus duelos en señal de luto, aunque por protocolo no tenía la obligación de hacerlo. El baloncesto es una disciplina cubierta, otro universo, pero también pospone y luego pregunta. El pasado cinco de octubre, en un duelo de la liga ACB entre el Breogán de Lugo y el Gran Canaria, una tormenta en tierras gallegas hizo que varias goteras mojaran el parquet, lo que provocó algún que otro patinazo de los atletas. A falta de 7 minutos y 53 segundos para el descanso, el trío arbitral decidió detener el enfrentamiento. «No se puede jugar con la salud de los jugadores, hay que parar el partido», aseguró Alfonso Reyes, presidente de la ABP (Asociación de Baloncestistas Profesionales). Una regla que no se sigue en el hockey sobre hielo, en el que dos jugadores rivales pueden darse puñetazos, siempre que se mantengan agarrados por la camiseta, sin necesidad de que se detenga el encuentro. Realidades que nada tienen que ver con la NFL y el fútbol americano, donde se juega bajo el sol más abrasador o en medio de una tormenta de nieve.
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