Alaska: «Antes no había más libertad, pero se cuestionaban menos las opiniones de cada uno»

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Alaska: «Antes no había más libertad, pero se cuestionaban menos las opiniones de cada uno»

Todo el mundo la conoce por su nombre artístico, pero en ‘Alaska Revelada’ , la docuserie que estrenó esta semana Movistar Plus+, la cantante, actriz y presentadora, artista total y transversal, se desnuda del todo, despojándose también del mote. En tres capítulos (titulados ‘Salud’, ‘Dinero’ y ‘Amor’), dirigidos por Pite Piñas (‘Bosé Renacido’), habla sin tapujos de su infancia en México, de la Movida, de drogas y sexo y de su controvertida relación con la cirugía estética. Lo hace como Alaska, pero sobre todo como Olvido Gara. —Lleva décadas en primer plano pero elige este momento para mirar atrás, para «contarlo todo». ¿Por qué? —Es el momento porque tengo salud, tengo dinero y tengo amor, y todas estas cosas hay que hacerlas cuando estás bien, no cuando estás mal para ver si te va bien, que es una salida en el mundo artístico por la que nunca hay que tirar. —Tiene salud, dinero y amor, pero sorprende más lo que dice en el documental que no tiene: ni una voz tan despampanante ni belleza. ¿Qué la hace especial entonces? —Todos somos especiales de una forma distinta, otras cosa es lo que el público considera. Cuánta gente hay que a ti te parece artista, que a ti te gusta, y a otros no, que no hay manera. Es algo que escapa a tu control totalmente. No sé, todos somos especiales y tenemos una belleza que a alguien le resulta especial.—Loquillo dice que tiene «más huevos que muchos hombres», pero a usted las mujeres fuertes no le dan seguridad sino desazón.—Es que las mujeres de mi vida han sido tan fuertes… Mi madre sigue viva con 95 años y 32 kilos, es una fuerza de la naturaleza que todos los días baja a desayunar con sus amigas a las ocho de la mañana gracias a que tiene un buen grupo que ayuda a que eso sea posible. Y mi abuela… es incontestable. Me sentía la disminuida emocional e intelectual. Frente a ellas, yo no era nada. He tenido que ser adulta para encontrar mi propia fuerza en otro sitio.—¿En la religión, por ejemplo? Nació el día de San Antonio de Padua y siempre que puede recurre a los santos. —Nací en México y allí no hay religión en las aulas. Aprendí a rezar al Padre Nuestro en inglés y en español, porque me lo enseñó mi abuela, y cuando llegué a España descubrí las clases de religión, el catecismo y la historia sagrada, que me encanta, en la comunión. Para mí, la religión es una cultura de casa. No adquirida por el colegio, ni por el Estado, ni por nada. Y siempre he estado muy apegada a la imaginería religiosa, soy muy iconógola. A mí no me presentes una religión sin imágenes porque no la entiendo.—De pequeña ya iba con su madre a Londres a ver películas prohibidas. ¿Se considera de naturaleza subversiva? —Íbamos a comprar cosas y veíamos películas. Es diferente. Y no, no siento que tenga espíritu rebelde. Un amigo mío dice que soy un buen soldado si hay un general. Y lo necesito, si no, voy por libre.—¿Se ha perdido libertad?—No es que hubiera más libertad antes, que no la había. Pero se cuestionaban menos las opiniones o las posturas de cada uno. Se podía ser más burro, y la historia de la cultura es eso, una sucesión de maravillas y de burradas una detrás de otra. Por suerte las burradas se superan, pero no hay que hacerlo a través de la censura, ni de la cancelación.—Hay quien, al igual que critica la Transición, empieza también a cuestionarse la Movida. ¿Qué opina de este tipo de revisionismos? —Puedes decir que no te hubiera gustado vivir ahí, pero lo que es, es y no puedes cambiarlo. No me puedes contar cómo era ese momento porque lo viví. No me puedes decir si estaba amordazada o no porque lo viví. Creo que es un cuestionamiento interesado desde determinadas posturas. Y ya está.

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