«Sé que es muy probable que por ese documento no reciba ningún reembolso, pero a decir verdad, dudo que alguien reciba algún reembolso», señala a ABC Vianey Durán, una de las tres jóvenes latinoamericanas que han presentado una queja formal ante las autoridades de Egipto por presunto fraude y explotación laboral en la misión española del visir Amenhotep-Huy en Luxor que dirigen Francisco Martín Valentín y Teresa Bedman, conocidos entre los egiptólogos como ‘los Valentines’.«Por miedo y bajo coacción», esta restauradora mexicana y una compañera del proyecto firmaron el 15 de noviembre una carta «muy abusiva» que daba a entender que la habían escrito ellas, aunque había sido preparada por Bedman y Valentín, abogado de profesión, para dar por concluida su relación con el proyecto. En el documento, al que ha tenido acceso ABC, se liberaba a la Fundación del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto «de cualquier responsabilidad» respecto a su «seguridad y/o pertenencia al equipo», dado que aún iban a continuar en Egipto hasta la fecha de su regreso en avión a sus países de origen.Detalle de la carta, que fue fotografiada por Daniella Betencourt ante Francisco Martín Valentín y Teresa Bedman en Luxor el 15 de noviembre ABCSe decía que ellas abandonaban «voluntariamente» la casa de la misión en Al Tamsalym Street, Luxor, cuando «nos echaron aún cuando nosotras habíamos pagado ese lugar donde estábamos viviendo», según asegura Durán. «Y claramente, con todo el dinero que dimos, que fue de unos 1.900 euros en total por todas, no equivale al costo de la renta porque lugar que alquilamos después por un mes salió en 180 euros, incluyendo servicios y todo, ¡por las tres!», añade enojada.«Todo tipo de trabajos»En el tercer párrafo, se les hacía declarar que conocían su «obligación» de «hacer todo tipo de trabajos» que les encomendase la Dirección, «relacionados con el Proyecto» y «con independencia de la concesión de los permisos para trabajar en el yacimiento». Ellas se habían quejado a Valentín y Bedman, precisamente, por haber tenido que realizar actividades «injustas, fraudulentas y de índole personal (no relacionadas con la campaña)». Según explica Daniella Betancourt, la tercera afectada, les habían prometido «actividades de formación académica y egiptológica y excursiones» ante la falta de permisos para excavar en la tumba. «Para nosotros también era una experiencia de ganancia pues íbamos a aprender», consideraba antes de viajar esta antropóloga colombiana. La realidad con la que se encontraron fue muy distinta, a tenor de sus testimonios. Daniella comenzó rellenando fichas de antropología de años anteriores. En su caso, lo vio «normal», más que en el de Vianey a quien encargaron dibujar piezas para un catálogo, cuando «un restaurador no es un artista». Con sus equipos y datos móviles personalesCuando terminaron «un montón» de fichas y revisaron «las de las momias, que eran un desastre», Betancourt cuenta que les ordenaron tareas relacionadas con la página web. «Yo hice como 250 y tantos archivos, subiéndolos a la nube, comprimiéndolos, organizándolos, etc, con mis datos personales porque no querían darnos el Wifi de la casa», relata.Además, estas tareas que se prolongaban de 10 a 13,00 horas -y algunos días hasta las 15,00 horas- no les dejaban tiempo para visitar sitios arqueológicos, ya que cierran hacia las 16,00 h. Solo les llevaron de excursión a Esna, «pero igual tuvimos que pagar como 700 libras egipcias, incluyendo la comida», recuerda.La misma carta preparada para Vianey Durán ABCLas tres se habían quejado sobre estas «tareas administrativas y de carácter personal de Teresa y Francisco», que realizaban con sus ordenadores portátiles y el uso de sus datos móviles. De ahí que les escamase firmar que conocían su «obligación» de hacer «todo tipo de trabajos» que ellos les encomendaran ante la vaguedad que suponía que estuvieran «relacionados» con el proyecto, sin más especificaciones. Y «con independencia de la concesión de los permisos para trabajar en el yacimiento». «Si no hay permisos, no hay campaña», recalca Betancourt.«La policía os podrá detener»Además, en el último párrafo del escrito se les instaba a declarar y reconocer que las sumas que habían entregado a la fundación habían sido «aplicadas al pago de los importes satisfechos hasta ahora» para cubrir sus gastos de alojamiento, transporte y consumos domésticos, durante el tiempo de su estancia en la casa donde se alojan los miembros del equipo del Proyecto, por lo que no tenían «nada que reclamar por dicho concepto».Según su relato, durante la mañana del 15 de noviembre Teresa y Francisco les enviaron mensajes y les llamaron por teléfono «de manera insistente» para que acudieran a la casa a firmar el documento. Como ha podido comprobar este periódico, en un mensajes de voz que les enviaron Francisco les dice que en caso de no acudir, «si no tenemos razón vuestra y no sabemos qué estáis haciendo, tenemos que ir a la policía para daros de baja en la casa y eso supone que la policía podrá hacer las investigaciones que correspondan y os podrán detener en cualquier sitio si os localizan y más después de que nosotros vayamos a la policía, realmente ya os van a buscar».«Debido al acoso constante, la amenaza y al miedo por un posible encuentro con la policía siendo mujeres jóvenes solas», cuentan las jóvenes en su queja, acudieron a casa de los directores del proyecto. Vianey y la tercera denunciante firmaron por temor. «Para mí era más difícil porque era la primera vez que iba a Egipto y porque a mí todavía me quedaba un mes y medio de estancia, me inquietaba que ellos me estuvieran acosando. Sé que a algunas personas que también tuvieron problema con ellos, las mandaban seguir por la calle y las iban a acosar a sus domicilios. En el caso de mis compañeras fue «más sencillo» porque ellas solo iban a estar un par de días más. Aparte, yo me quedé sola en Luxor. Fue complicado», relata Vianey. Una negativa mal aceptadaDaniella, sin embargo, se negó. Pidió redactar ella misma un documento bajo asesoría legal, un extremo que «enojó» mucho a Valentín. «Dijo que yo no sabía de lealtad, que esa era la forma de hacer las cosas allá, y que no tenía ningún derecho», relata la antropóloga.Abogados consultados por ABC refutan que Daniella Betancourt no estuviera en su derecho a solicitar otro documento bajo asesoría legal y recuerdan que un consentimiento prestado bajo coacciones, en Derecho español y en la inmensidad del Derecho comparado, es nulo y por tanto, se debe considerar como no prestado. El artículo 1265 del Código Civil establece que «será nulo el consentimiento prestado por error, violencia, intimidación o dolo».La «sumamente desgastante» experiencia en Egipto le ha costado a Vianey «más de 3.000 euros», entre viajes y estancia, «aparte de los 900 euros que se le regaló a ese par de estafadores», dice. Daniella no ha hecho la suma. «Un reembolso sería muy bueno, sería un poco de justicia -admite-, pero a mí lo que me preocupa es que gente poco ética que hace este tipo de cosas siga pudiendo hacerlas en Egipto. Me duele que gente inescrupulosa o no muy profesional se aproveche de gente como yo, que siempre he querido ser egiptóloga».
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