Feliz Navidad a todos, menos a uno

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Feliz Navidad a todos, menos a uno

Estas semanas se cena hasta con quien no te apetece. Es lo que tiene diciembre, que termina por devorarte a ti también. Madrid se viste de premios y galas, de cenas y comidas de empresa, de amigos, de obligaciones y efemérides extrañas que se recuperan como cada año al terminarse. Para mi diciembre tiene dos fechas obligadas: la entrega del Gistau y el día que mi padre y yo nos comemos unas angulas. Lo del premio ya se ha consumado. Encima para Peláez, que tiene la prosa en la vista y el juicio en la mirada. No recuerdo cuál de sus columnas me ha gustado más este año. Probablemente la que todavía no ha escrito, como dice mi amigo, Andrés Calamaro: «Aún está todo por hacer, Alfonso, ¿verdad?». Siempre busco sus textos para ver qué se me ha escapado. Me pasa que, cuando llego para mirar algo, el cabrón ya ha estado allí. Por eso me facilita bastante la vida, como quien lleva una quitanieves delante para ir apartando del camino lo que no merece la pena del temporal. Le agradezco especialmente que me haga mejor escritor. Es un gato de Pucela, un narrador del costumbrismo que se asombra, duda y que busca entenderse en forma de columna literaria. Y es mi amigo, cosa que no se puede decir de tantos que te clavan el verso cojo al volverte. Los que no saben rimar porque se dice poeta a cualquiera. Por eso lo del Gistau ha sido un regalo que me atrevo a celebrar como propio. Les recomiendo leer el discurso que pronunció el jueves al recoger el premio. Me quedo con esa máxima que dijo: «Está bien ser terrible cuando eres un ‘enfant’, pero comienza a ser ridículo con un examen de próstata en veinticuatro horas». Qué daño está haciendo la postadolescencia a tantos de mi gremio. Y paro porque como dice Agustín Pery, los halagos encarecen demasiado la nómina e incluso la amistad.Noticia Relacionada estandar Si Cuento de hadas en Madrid Alfonso J. Ussía Cuando se versiona un tema solo hay dos opciones: o se mejora o se destruye. Y la segunda opción debe ejecutarse por el propio hacedor de la afrentaCerca de los que queremosLo de las angulas ya tiene fecha. A falta de rías en Madrid, nos vamos a Bustio, donde Seín, porque Javier es a las angulas lo que Lucio a los huevos estrellados; el oráculo, la seña del santo y todo lo demás también. Además, envía su producto a las mejores mesas de Madrid, como a Rafa de la calle Narváez, donde Rafa y Miguel Ángel mantienen esa santa casa con la mejor alta cocina de lonja y su ensaladilla rusa. Sin ventresca, por supuesto. Las angulas de Casa Seín son las mejores del país y una vez al año, al menos, hay que tocar el cielo empuñando un tenedor de madera. Porque esas cosas son las que construyen los recuerdos que no queremos borrar. No sé todavía cómo convencer a Antonio Resines para que pague la cuenta de este año. Muy probablemente nos toque palmar a nosotros. Pero esas cosas que nos mantienen vivos y cerca de los que realmente queremos, son la mejor definición de las comidas y cenas de diciembre. Lo de la Nochevieja está sobrevalorado. Como la felicidad o la riqueza. No se confundan. Luego están los rigurosos ágapes de empresa. Aquellos en los que siempre es mejor no beber demasiado para no firmar con torpeza tu próximo despido. Pronto será enero para todos y es mejor guardar las formas. Siempre he pensado que los departamentos de recursos humanos estudian en profundidad a sus empleados ese día para quitárselos de encima. Además, ya se sabe que los pestillos cerrados conducen a cosas terribles; uno ya no sabe si sacarse el miembro viril o simplemente quedarse encerrado sólo y así no tener que lamentarse. Porque el exceso de alegría, y de alguna otra sustancia, termina siempre por destrozarte la vida. Miren el foro y saquen sus propias conclusiones. Pero indudablemente, Madrid está en la calle por mucho que el frío cuaje braguetas y terrazas . Ni los fumadores tienen tiempo para más de tres caladas. Hay prisa por vivir, como si de pronto decidiéramos gastarnos la vida en diciembre. Y eso tiene su parte emocionante. Como de verbena de agosto, como si fuera esta semana la última del año porque ya desde Nochebuena, lo que queda es para los nuestros. Si no han reservado mesa ya, confórmense con cualquier cosa. Aunque mucho me temo que, si buscan por cada barrio, por cada plaza y por cada barra de este Madrid que derrapa, encontrarán un trozo de bar que les hará volver a otros años. Feliz Navidad a todos. Menos a uno.

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