Una semana después de la caída del régimen de Bashar Al Assad , decenas de miles de alumnos volvieron a las aulas de la Universidad de Damasco. Las clases arrancaron a las 8 de la mañana y, al entrar en el campus central de la avenida Mezze, los alumnos se encontraron en el suelo la estatua de Hafez Al Assad , padre de Bashar y fundador de la Siria moderna, las paredes con eslóganes del partido de Baaz pintadas de blanco, ni rastro de fotografías del expresidente y, lo más importante, las oficinas de la Unión Nacional de Estudiantes de Siria, el órgano del régimen que controlaba el campus con puño de hierro, cerradas a cal y canto. La euforia por el cambio eclipsa los graves problemas del día a día como la falta de electricidad y combustible, que se consigue en el mercado negro a casi 2 euros el litro. El transporte público es escaso y ha multiplicado su precio por cinco, por lo que muchos jóvenes retornaron a sus facultades a pie. Farah Al Bagdadi, estudiante de Literatura Inglesa de 19 años, asegura que se siente «confusa por el cambio, todo es nuevo, pero al menos nos hemos quitado de encima esa falsa lealtad que nos obligaban a mostrar hacia el sistema. Por primera vez somos libres en el campus y estamos unidos». Su compañero de clase, Hani Haydari, de Alepo, repite la palabra «libertad», agradece la desaparición de la Unión Nacional de Estudiantes y piensa que «nuestra situación ha dado un giro radical, somos otro país totalmente diferente y, de cara al futuro, las puertas de Siria vuelven a estar abiertas al mundo, lo que nos da más oportunidades de trabajo».El decano de la Facultad, Ali Ahmad Allaham, opina que «el pasado es pasado, debemos pasar página y mirar adelante». Formado en Newcastle, accedió al cargo a comienzo de curso y le toca lidiar con este cambio histórico para el que cuenta con el apoyo del profesorado ya que estima que el 95 por ciento de los profesores permanece en sus puestos de trabajo. Allaham ha pasado toda la semana trabajando en la «limpieza» del campus y ha contado con la ayuda de alumnos voluntarios que han retirado los símbolos del pasado.Noticia Relacionada estandar Si Colapso del régimen Viaje a la nueva parte de Siria ocupada por Israel Mikel Ayestaran | Enviado especial a Jan Arnabah «Teníamos más miedo antes al régimen que ahora a los israelíes»Consultado sobre las nuevas autoridades islamistas , el decano piensa que «desde el exterior hay una campaña para mostrarles como extremistas, pero hasta el momento se han mostrado tolerantes. Siria no es Idlib y son inteligentes, tienen que aplicar una estrategia diferente y respetar a las minorías. No queremos los errores del pasado cuando sí había un grupo que controlaba a todo como eran los «assadistas», ahora no es así, aunque estamos en el comienzo y la fotografía no está del todo clara». Cuando terminan las clases, los alumnos toman el campus con una marcha en la que gritan eslóganes como «Maldito sea tu espíritu Hafez por tener un hijo como Bashar», «nuestro héroe es Mahoma» o «Golani nos liberó y liberará Gaza». Esta marcha desemboca en la vecina plaza de los Omeyas, el lugar que se ha convertido en el epicentro de las celebraciones en la capital.Ciudad Vieja, en marchaFalta combustible, pero Damasco vuelve a ser un infierno de tráfico. Los funcionarios, que son más de 2 millones entre militares y civiles, recibieron mensajes para reincorporarse a sus puestos y la promesa de Mohamed Al Golani de un aumento del 300 por ciento de los salarios. El sueldo medio ronda ahora las 350.000 libras (20 euros al cambio) y en Damasco un shawarma (bocadillo de pollo) cuesta 20.000 libras (1,5 euros). Una semana después de la huida de Assad a Rusia, la libra se ha fortalecido de forma asombrosa respecto al dólar, la auténtica moneda de referencia en el país, y los precios de productos básicos, como los huevos o el pan, han bajado para alivio de los bolsillos.Los estudiantes regresan a clase después de que unos líderes cayeran y otros se hicieran camino en la nueva Siria M. AYESTARANLa vida ha vuelto a universidades y escuelas y la Ciudad Vieja vuelve a ser el corazón comercial y centro de ocio de la capital. Las tiendas arrancan la jornada a las 8 de la mañana y cierran sobre las 6 de la tarde, cafeterías y restaurantes hasta la medianoche y los bares y discotecas de Bab Touma y Bab Sharki, zonas cristianas de la parte vieja, vuelven a operar hasta las 2 de la madrugada. «De momento, no nos han dicho nada, por aquí no ha pasado nadie y el sábado tuvimos la habitual noche con DJ en vivo», aseguran en The Barbershop, local moda entre la juventud, con música tecno cada fin de semana. Tecno en la Siria de Al Golani. No hay persianas bajadas en el zoco de Hamidie donde, además de compras, se puede comer ‘buza’, helado tradicional árabe de crema y pistachos, en Al Bakdash. Hay que armarse de paciencia porque esta mítica heladería, fundada en 1895, está a rebosar. Los cambistas ofrecen libras, cantan el nuevo cambio, algo prohibido hasta ahora, y las tiendas esperan el regreso de los turistas con escaparates impresionantes de artesanía damascena. En el vecino zoco de las especies, al final de la Calle Recta, el tradicional jabón de laurel de Alepo decora las paredes de La Reina Pafion, comercio regentado por Amar Najjar desde hace 15 años. «Hay mucha gente y poco a poco mejorarán las ventas. Tenemos seguridad en las calles y la electricidad es mejor aquí que en los barrios residenciales, ahora tenemos 3 horas de luz y 6 de apagón en los zocos», explica Najjar. Sin salir de los muros de la parte vieja, el restaurante Naranj, donde Bashar Al Assad compartió mesa con John Kerry, secretario de Estado estadounidense, en 2013, vuelve a ser el centro de la élite damascena en Al Qaymariya. «Trabajamos a dos turnos, ofrecemos la misma carta de antes del cambio, aunque los precios han subido», explica el responsable del restaurante, que ha tardado una semana en abrir sus puertas al público y ahora acepta el pago en divisa sin miedo a las multas del gobierno.Suena el tecno en la Siria de Al Golani M. AYESTARANNadie sabe qué ocurrirá mañana, nadie tiene una bola de cristal, «pero la sensación ahora mismo es la de quien se ha quitado una enorme losa de la espalda y eso explica que en solo una semana la ciudad tenga esta vida», es la explicación de Nader Shaar, veterano empresario, quien adelanta que «la libra se va a fortalecer porque la gente ahora tiene confianza y cambia sus dólares, si levantan las sanciones vamos a despegar, ya lo verás». Shaar habla desde la plaza de los Mártires, un lugar que se ha llenado de carteles de fotografías de desaparecidos en las cárceles del régimen. El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, está en Damasco y ha pedido el levantamiento de las sanciones que se impusieron al régimen, también ha solicitado el envío urgente de ayuda humanitaria. La capital de Siria es el motor que puede reactivar a todo un país herido por 13 años de sangrienta guerra y cinco décadas de un régimen brutal. Ese motor ya está en marcha.
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