El sanchismo morirá en la cama. Me lo ha dicho una gaviota del pueblo de mi madre, un pájaro que vuela desde el Mediterráneo y sube a las laderas penibéticas donde ya hay penachos de nieve y va dejando rumores de verdad donde se posa. La gaviota no se equivoca como la paloma de Alberti y trae los rumores marineros de una cofradía de pescadores que van directos a morirse de hambre, tan renegridos de soles y sales y amarrados al puerto de la desazón. El sanchismo es el propofol de la historia, porque, incluso los contrarios, caen en una sopa de orfidales de donde es imposible sacar algo, sin fuerzas para la queja. Faltan las fuerzas, y el conformismo ya es una potencia del alma. No hace el frío de antaño, y sin embargo van cayendo sabañones en el pecho. En el nuevo pueblo de mi madre, del ayuntamiento, salen los concejales al sol, a fumar, a una cerveza, y no entienden esta España que se nos está quedando. Es un pueblo quijotesco con más habitantes que Ciudad Real. Hay monjas con su convento, llega mi sobrina, y yo sigo pensando España en las reuniones familiares. El pueblo va a su ritmo. Estos concejales que salen a tomarse un respiro, una cerveza, me representan. Dan igual las siglas. Sobre ellos pesa este propofol ético del sanchismo que ya digo que morirá en la cama, con llantos de folclórica de Marisú Montero y un llorar, a lo Arias Navarro, de Bolaños, tan huérfano de servicios prestados. El sanchismo ha pasado la fase del cochecito de Pedro por Celtiberia y ha evolucionado a un error histórico que perdura y se consolida en un barro con dureza de cemento. Los chicos de Neguri piden y se les da, los de la Rochapea y la Barceloneta lo mismo. En mitad de la avenida, un trineo tuneado de luces de Navidad retrata a los niños un marco de Pascua. El conserje del ayuntamiento sale a fumar. Se hace de noche demasiado tarde, la avenida Canalejas del pueblo se vacía entre extrañas nieblas. Llora mi sobrina ataviada de navidades americanas con una felicidad que hace olvidar el mal diciembres. Le estoy dejando un mundo de vergüenza.
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