Un cuadro perdido reescribe la batalla más épica del Imperio español

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Un cuadro perdido reescribe la batalla más épica del Imperio español

Se palpa la historia, y hasta la intriga, mientras recorremos el pasillo. «¿Así que todavía no lo has visto?». Berta Gasca Giménez, directora técnica del Museo Naval de Madrid , nos guía a través de las catacumbas de la institución en dirección a la sala que alberga un gran tesoro. Abre la puerta y pide cuidado, normal… ¡no vayamos a arruinar un óleo de casi cuatro siglos! Frente a nosotros brota un cuadro colosal –3 metros de ancho por 1,62 de alto– que había permanecido escondido décadas. «Representa la reconquista de Salvador de Bahía en 1625 a los holandeses, que la habían tomado unos meses antes, por parte de la Monarquía Hispánica . Y lo hace de forma narrativa y realista», afirma.Eso es lo que muestra, que ya es mucho, pero lo que calla es todavía más. Esa trastienda nos la desvela un invitado recién llegado a la sala, el catedrático de Historia Moderna de la Universidad Carlos III de Madrid David García Hernán: «Es un cuadro casi desconocido hasta ahora. Supone una respuesta a un relato oficial, el del conde-duque de Olivares, que pretendía situarse como el protagonista de la victoria». Por el contrario, el coloso que nos contempla, en restauración, centra el foco en un personaje de esos que han quedado bajo la alfombra de las crónicas oficiales: Fadrique de Toledo Osorio , I marqués de Villanueva de Valdueza. El genio tras la batalla que voló demasiado alto con sus alas de cera y que cayó a plomo, abrasado, por culpa de su superior.Noticia Relacionada reportaje Si Autopsia a un naufragio del siglo XVII en Cádiz Mónica Arrizabalaga Arqueólogos y conservadores desmontan madera a madera el pecio de unos 40 metros de eslora extraído del puerto en una operación inédita en España con un barco de esta época y envergaduraLas preguntas son muchas todavía, pero también las respuestas que ha aportado este cuadro. Y, para dar a conocer unas y otras, el doctor García Hernán acaba de dirigir un ensayo que cuenta con grandes especialistas: ‘ Historia sobre lienzo. Sitio y empresa de Salvador de Bahía, 1625 ‘ (Sílex). Una investigación recién publicada en la que se narran los pormenores del óleo: desde su historia, hasta su hallazgo y restauración. Algunas de las imágenes y comentarios analizados en dicho libro los exponemos aquí, pero hay muchísimos más.Aunque los dos expertos presentes hoy recalcan que el libro es solo el mascarón de proa de una larga lista de actividades cuyo núcleo será el lienzo. Entre ellas, la exposición del Museo Naval ‘ Annus mirabilis. Salvador de Bahía, 1625: el crédito de España ‘; el estreno de un documental dirigido por Antonio Pérez Molero, y una serie de conferencias y mesas redondas tanto dentro como fuera de la península. Todo ello, dirigido por el propio David García Hernán.El hallazgoCuesta perseguir el origen de todo este entramado de pinceles, lienzos y ojerizas entre mandamases. García Hernán, muy profesor él, se retrotrae hasta el caldo primigenio del que emanó todo en 2020: «Por entonces trabajábamos con Alonso Álvarez de Toledo y Urquijo, el XII marqués de Valdueza». A finales de diciembre, ambos mantuvieron una reunión. «El marqués me enseño el cuadro y me preguntó cuál sería su importancia en el mundo de la Historia». La respuesta fue cristalina: «¡Brutal!». Fue un buen regalo de Navidad.A partir de ahí se orquestó el despliegue. García Hernán, consejero del Instituto de Historia y Cultura Naval, se personó en casa del marqués con el entonces director de la institución, Marcial Gamboa, y el que iba a ser su sucesor, el vicealmirante Enrique Torres Piñeyro (hoy en el cargo). Todos coincidieron. «Como historiador, desde el principio vi que el cuadro era un libro de historia abierto. Un testimonio de la batalla que no era estático, sino que la narraba por fases», añade. Está eufórico el experto, cual niño con un regalo de reyes. Va de un lado a otro y señala diferentes partes de la composición. Algunas están dañadas. Le preguntamos cómo va la restauración, pero el enigma se resuelve al instante.De la nada cruza la puerta Irene García Bustos, la restauradora de patrimonio cultural encargada de devolver a la vida el cuadro. Lo hace preparada para la guerra: con bata blanca y gafas equipadas con lupa. Nos regala unas respuestas, pero mientras trabaja; no hay tiempo que perder en el camino a contrarreloj hacia la exposición. Sostiene que «lleva cinco meses de trabajo de los diez totales» y que está satisfecha, pues ha hecho lo más duro. «Había muchas capas de repintes que se habían puesto para tapar imperfecciones o desgastes. He tenido que quitarlas para descubrir la pintura original», sentencia. Gracias a ello ha descubierto pequeños secretos como figuras desaparecidas.Y escarmientoDejamos trabajar a la maestra y tomamos asiento para hablar de historia, que ya toca. Cuenta García Hernán que los holandeses –calvinistas ellos– arrebataron la ciudad a la Corona en mayo de 1624 de la mano de Jacobo Wilckens. El golpe fue de los escuecen porque desde aquellas lejanas tierras se controlaba el tráfico de plata, pero también por el posible efecto dominó. «Estaba en juego la reputación de la Monarquía. Si se dejaba pasar esta afrenta, el resto de potencias podrían hacer lo mismo», explica Gasca. El 12 de diciembre partió de la península la mayor flota que cruzaba el Atlántico hasta la fecha: 52 buques hispano-portugueses, 12.566 hombres y 1.158 cañones. Y al mando, don Fradrique, veterano de la batalla de Gibraltar y de combates contra los bereberes.La combinada arribó a Salvador de Bahía el 31 de marzo de 1625, lunes de Pascua, y nuestro protagonista desembarcó a sus hombres en dos playas cercanas. Ya en tierra, levantó tres campamentos con los que sitió la ciudad. «Buscaba la rendición por hambre para evitar matanzas y destrozos», dice Gasca. Fue un visto y no visto. El 30 de abril se firmaron las capitulaciones y aquella perla volvió a relucir con destellos católicos. Todavía más rápido saltó la noticia el charco y llegó hasta la península. Diantres, si hasta Lope de Vega escribió una obra en su honor: ‘El Brasil restituido’.Berta Gasca (arriba), Irene García (izquierda) y David García HernánA partir de ahí, cada cual quiso apoderarse de la victoria y forjar su propio relato. Pero el que ganó fue el conde-duque, valido de Felipe IV . «La crónica oficial fue la de Tomás Tamayo de Vargas, muy adulatoria con Olivares», explica García Hernán. recordando también el famoso cuadro sobre el acontecimiento de Maíno en el Museo del Prado . Y esboza una sonrisa al leer una de las frases de la misma: «El peso de esta Monarquía [… ] descansa sobre los hombros de este nuevo atlante». Huelga decir que el resto de visiones quedaron sepultadas, prohibidas de facto y cuasi malditas. Entre ellas, la del mismo don Fadrique. «El soldado particular del marqués, Juan Valencia y Guzmán, hizo su propia relación en 1626, y en ella apenas cita al conde-duque», añade el doctor en Historia.Cuadro redentorEs aquí, explican a coro, donde entra el cuadro. «Sospechamos que el encargo vino de la familia de don Fadrique, con mucha probabilidad tras su caída en desgracia, entre 1634 y 1650», explica Gasca. Desconocen el lugar exacto en el que se pintó –no se puede tener todo–, pero la experta cree que «las características que presenta son de la escuela madrileña». Más allá de quién fuera el autor, otro de los grandes enigmas que quedan por desvelar, lo que tienen claro es que el óleo se basa en la crónica de Valencia y Guzmán. «Lo más seguro es que se hiciera para resarcir la imagen y la honra del marqués», suscribe.No se crean que lo afirman al albur. El equipo al que representan nuestros entrevistados, ocho expertos, ha encontrado pruebas a puñados. García Hernán se levanta enérgico, deseoso de mostrarlas. La primera es el título, escrito en la filacteria del lienzo: ‘El Sitio y empresa de la ciudad de Salvador en la Bahía de todos Santos por don Fadrique de Toledo Osorio. A XXX de Abril año 1625, reinando Felipe IV ‘. «Ese día fue cuando firmó las capitulaciones el marqués, y no cuando entró en la ciudad el ejército», mantiene el doctor en Historia. Por replicar, el pintor desconocido replicó hasta los animales que Valencia y Guzmán describió en su texto. «Monos, ballenas… Los hay por todos los lados», añade Gasca.Aunque lo más llamativo es el protagonismo que da el cuadro al militar. «Fíjate, allí», inquiere García Hernán. Seguimos su dedo con la mirada hacia una figura. «A la derecha se ve a don Fadrique, a caballo, con el bastón de mando y un detalle muy especial», continúa. Se refiere a un cuello de lechugilla , una prenda tan cara que el mismo conde-duque desaconsejaba usar a la nobleza. Contestatario hasta el final el marqués. Tampoco faltan secretos desvelados por la infinidad de pruebas que se han hecho al óleo. «Hemos descubierto que el pintor partía de una idea concreta y que no hizo una plantilla previa debajo. Además, el diseño cuenta con una carga cartográfica importante. Es la primera imagen en la que la ciudad aparece representada de forma fidedigna», dice Gasca.Un documental contará la gesta y la restauración Además de la exposición en el Museo Naval, que abrirá sus puertas en 2025, para el 400 aniversario de la contienda, Antonio Pérez Molero ha dirigido un documental en el que, según explica a ABC, se contará «la jornada del Brasil de 1625, pero también la investigación sobre el cuadro y su restauración». También incluirá «reconstrucciones históricas que se basarán en el propio óleo». Y es que, en palabras del cineasta, es «una enorme crónica de lo que pasó». Todo ello, aderezado con «una infinidad de archivos y documentos» originales y de época. El largometraje ha sido titulado ‘Bahía 1625, la jornada del Brasil» y «la intención es que se estrene el 1 de mayo, el día en el que se entró en la ciudad».Hay muchos más detalles, tantos como para llenar un libro como el que se acaba de publicar. Sin embargo, nuestros entrevistados prefieren despedirse remarcando la gran implicación de todos aquellos que han colaborado en este colosal proyecto dispuesto a rescatar –y reescribir– un trocito de la historia de España. «Todos nos hemos esforzado mucho. Debe de ser el fantasma de don Fadrique, que quiere redención y nos impulsa», bromea Gasca. Nosotros ya hemos contado su historia, así que esperamos que no nos visite.

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