El Tribunal de Casación, equivalente al Consejo de Estado español, condenó la tarde del miércoles al ex presidente Nicolás Sarkozy a tres años de cárcel, dos de prisión con remisión de pena, y otro de prisión firme, que podrá cumplirse sin entrar en la cárcel, sustituida por un brazalete electrónico y limitación de movimientos en el territorio francés.Se trata de una histórica catástrofe, personal, para Sarkozy, y colectiva, para la derecha tradicional, cuyo partido Los Republicanos, vive una crisis sin precedentes, aunque pueda participar en el nuevo gobierno, cuando llegue a formarse.En primera instancia, el 1 de marzo del 2021, el Tribunal de París condenó a Sarkozy a tres años de cárcel. Dos años, con remisión de pena, evitando la cárcel; y un año de prisión firme, dejando en suspenso la posibilidad de sustituir la cárcel por un brazalete electrónico . Sarkozy presentó un recurso, que fue juzgado el mes de junio pasado. El ex presidente consideró indispensable recurrir ante el Tribunal de Casación, que ha dictado sentencia definitiva: a su modo de ver, el ex presidente es culpable de los delitos de corrupción e intento de soborno de un juez…Sarkozy se sigue considerando inocente, víctima de una «justicia política». Pero confirma su forzosa aceptación de una sentencia humillante, que no es la primera y quizá no sea la última.El 2021, la justicia condenó a seis de sus más íntimos colaboradores, en el Elíseo, durante su presidencia, entre el 2007 y el 2012. Sarkozy pudo salvarse , acogiéndose a la «irresponsabilidad penal» de un jefe de Estado en ejercicio. Quedó la mancha de un presidente ordenando sondeos políticos «interesados».Noticia Relacionada Operación ‘Salvar a Sarkozy’ estandar Si La Justicia imputa a Carla Bruni en un caso de manipulación de testigos Juan Pedro Quiñonero | Corresponsal en París La esposa del expresidente de Francia se puso en contacto con una periodista de la prensa rosa para acallar con dinero las acusaciones contra su maridoSigue pendiente de juicio el escándalo de la presunta financiación ilegal de la primera campaña presidencial de Sarkozy, beneficiándose de «donaciones» millonarias de Muamar el Gadafi, el dictador libio. Se trata de un proceso, en curso de instrucción, que puede desenterrar viejas y penosas historias de corrupción pasiva.Quedan pendientes de instrucción otros dos escándalos de corrupción activa o pasiva. A la espera de acontecimientos, la sentencia del Tribunal de Casación, la tarde del miércoles es un aldabonazo implacable. Las tribulaciones judiciales de Jacques Chirac, presidente entre 1995 y 2007, y Sarkozy, presidente el 2007 y el 2012, han tenido un costo muy duro para la derecha tradicional.Chirac terminó su carrera, fuera del Elíseo, condenado por delitos de corrupción durante su etapa de alcalde de París. Años más tarde, François Fillon, aspirante a presidente, fue condenado por pagar empleos ficticios a su esposa e hijos con dinero público, de la Asamblea Nacional. Condenado a tres años de cárcel, Sarkozy agrava esa herencia catastrófica.El ocaso de la derecha tradicional francesa, «arrinconada» por la extrema derecha de la familia Le Pen, tiene muchos otros orígenes. Pero la corrupción de sus más altos dirigentes históricos es un fallo jurídico y público sin apelación posible.Chirac pasó a la historia con más pena que gloria. Fillon ha dejado un rastro lamentable. Acompañado de su esposa, Carla Bruni, Sarkozy, sigue teniendo un puesto relativamente significativo en la escena pública. Pero resulta un «modelo» y «ejemplo» infumable. Media docena de escándalos, herencia de una presidencia de cinco años, siguen empañando su figura. «Los Republicanos», el partido de Sarkozy, última herencia de la gran historia de la derecha nacional, con 47 de los 577 diputados de la Asamblea Nacional, intenta sin éxito salir de ese hoyo negro y profundo.
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