El 24 de noviembre de 1974, en las áridas tierras de la región de Afar, en Etiopía, un grupo de paleoantropólogos liderados por Donald Johanson e Yves Coppens descubrió algo que cambiaría para siempre nuestra comprensión de la evolución humana.Aquella histórica mañana, bajo el sol abrasador del este de África, Johanson y su equipo tamizaban tierra en busca de cualquier fragmento óseo que pudiera revelar pistas sobre nuestros ancestros. Fue entonces cuando Johanson, entre el asombro y la emoción, se detuvo frente a un pequeño fragmento de hueso que sobresalía del terreno.Casi de inmediato Johanson intuyó que había encontrado algo especial. Con cuidado, comenzó a excavar alrededor del fragmento, revelando poco a poco un codo con características sorprendentemente humanas. A medida que avanzaron las excavaciones, el equipo se encontró con otros fragmentos óseos, incluyendo parte de un cráneo, una pelvis y un fémur. En total, 52 huesos que, juntos, representaban un 40% del esqueleto completo.Noticia Relacionada estandar Si ¿Llegaron a encontrarse? Hallan por primera vez huellas de dos especies humanas diferentes cruzándose a orillas de un lago José Manuel Nieves Las huellas tienen 1,5 millones de años de antigüedad y, según los investigadores, fueron dejadas, como mucho, con unas horas de diferenciaAl final de aquel día, los investigadores se reunieron alrededor de los fósiles, y tras largas horas de debate coincidieron en que habían descubierto los restos de una hembra de una nueva especie de homínino, a la que denominaron Australopithecus afarensis . Casualmente, en la radio sonaba la canción ‘Lucy in the Sky with Diamonds’ de los Beatles y fue entonces cuando los miembros del equipo decidieron llamar justo así a su esqueleto, destinado a convertirse en uno de los descubrimientos más importantes de la paleoantropología.En el momento de su muerte, hace alrededor de 3,2 millones de años, Lucy tenía unos 20 años de edad. Apenas medía 1,10 metros de altura y no debió de pesar más de 23 kg, más o menos como un chimpancé actual, pero la forma de su pelvis y la articulación de su rodilla revelaron algo excepcional: caminaba erguida, sobre sus extremidades inferiores . Es decir, que era bípeda, como nosotros. El descubrimiento de Lucy se convirtió así en uno de los hitos más importante de la paleontología mundial, y demostró que los primeros homíninos ya habían desarrollado muchas de las características que nos distinguen de otros primates.El estudio que faltabaDesde entonces, cientos de estudios se han hecho sobre y alrededor de casi cualquier cosa relacionada con estos restos fósiles, los más famosos del mundo. ¿Cómo murió? ¿Cuál era su aspecto en vida? ¿Cómo se movía? ¿Qué comía? ¿Cómo se relacionaba con sus semejantes?Ahora, un equipo de investigadores dirigido por Karl Bates, de la universidad británica de Liverpool, se ha centrado, por primera vez, en algo totalmente nuevo: descubrir lo rápido que pudo llegar a ser Australopithecus afarensis. Y gracias a una simulación robótica digital en 3D del homínino, ha descubierto que a pesar de ser bípeda, Lucy era realmente lenta corriendo, mucho más que cualquiera de nosotros. El estudio se acaba de publicar en ‘Current Biology’Según la investigación, incluso un miembro medio de nuestra especie habría sido mucho más rápido que Lucy en una carrera de 100 metros, y el actual plusmarquista mundial en esa distancia, Usain Bolt, le habría sacado, ni más ni menos, que entre 50 y 80 metros de ventaja. Nuestra anatomía, explica Bates, ha convertido a Homo sapiens, nuestra especie, en corredores muy eficientes casi en cualquier distancia, pero esa capacidad se debe a la adquisición, a lo largo del tiempo, de toda una serie de adaptaciones evolutivas de las que Lucy, naturalmente, carecía.Su esqueleto, de hecho, no deja dudas de que podía caminar sobre sus dos piernas, pero la potencia y la fuerza que podían desarrollar sus brazos nos dice también que pasaba una parte importante de su tiempo encaramada a los árboles.Un ‘robot digital’ de LucyA falta de músculos y tendones (los tejidos blandos no fosilizan) Bates y su equipo decidieron construir un modelo digital en 3D del esqueleto de Lucy, usando también datos de simios actuales para reconstruir las partes que faltaban, como por ejemplo la masa muscular de sus piernas.«Básicamente -explica Bates a ‘New Scientist’ -, reconstruimos un ‘robot’ digital simplificado de Australopithecus afarensis y le añadimos todas las características esqueléticas y musculares principales que determinan la velocidad de carrera. Lo que necesitábamos era encontrar una formaa de hacer que el modelo se moviera objetivamente de una manera determinada, en este caso para que corriera lo más rápido y económicamente (en términos de consumo de energía) posible«.Para conseguirlo, los investigadores experimentaron con millones de formas diferentes de activar los músculos de las piernas, hasta que el programa de computadora encontró la combinación que hacía posible la marcha más rápida y eficiente a la hora de correr. Para garantizar que el modelo fuera preciso, Bates y sus colegas también analizaron el rendimiento de carrera de un atleta humano no de élite y cuya velocidad máxima estaba alrededor de los 8 metros por segundo. Como comparación, baste decir que en su récord mundial, Bolt alcanzó una velocidad máxima de 45 km/h, es decir, cerca de 12,5 m/s.Mala corredoraLa velocidad máxima conseguida por el robot digital de Australopithecus afarensis fue muy inferior, entre 1,7 y 4,97 m/s, es decir, entre 6,1 y 17,8 km/s. «El Australopithecus – dice Bates- seguía siendo mucho más lento que el humano en términos relativos, incluso después de corregir las diferencias en el tamaño corporal«.Según el estudio, incluso si Lucy hubiera tenido músculos como los nuestros, adaptados para correr, como los de los tobillos, no habría sido capaz de correr tan rápido como un humano moderno. «Esto -prosigue Bates- nos dice que la forma del cuerpo de Australopithecus afarensis limita significativamente su velocidad de carrera en comparación con la de los humanos modernos«.MÁS INFORMACIÓN noticia No La NASA aplaza al menos hasta marzo el regreso de los astronautas atrapados en la Estación Espacial Internacional noticia No La Luna ‘maquilló’ su edad y es más antigua de lo que creíamosPor lo tanto, la investigación demuestra que el simple hecho de que un antiguo hominino fuera capaz de caminar no implica que también pudiera correr bien, y que para conseguirlo aún tenía que recorrer un largo camino evolutivo totalmente separado.
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