Trump se da cuenta de que su poder no va a ser ilimitado

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Trump se da cuenta de que su poder no va a ser ilimitado

Donald Trump se ha enfrentado prematuramente a las duras realidades de gobernar, un mes antes incluso de jurar el cargo. Con un Joe Biden prácticamente ausente, el presidente electo ha puesto a su partido contra las cuerdas, llevándolo al borde de un cierre gubernamental en plena temporada navideña. Trump adoptó una postura de exigencias absolutistas, pero finalmente no logró lo que más necesita: eliminar el techo de deuda.El viernes por la noche, al filo del límite, el Capitolio logró alcanzar un acuerdo bipartidista para financiar la administración federal hasta marzo. Este pacto evita, al menos por ahora, un cierre gubernamental que habría dejado a cientos de miles de funcionarios sin empleo ni sueldo.Cuando llegue el momento de renovar esta ley de presupuestos, la responsabilidad recaerá exclusivamente sobre Trump y su partido, ya que para entonces controlarán la Casa Blanca y ambas cámaras legislativas. En esta ocasión, los demócratas se unieron a la mayoría de los republicanos para sacar adelante el acuerdo, con la oposición de apenas una treintena de legisladores republicanos, los más acérrimos trumpistas, que se mantuvieron firmes en su rechazo.Disensión internaEste pacto de última hora pone fin, por ahora, a la incertidumbre, pero evidencia que las tensiones internas en el Partido Republicano seguirán marcando el rumbo de Washington en los próximos meses. Estas divisiones son especialmente preocupantes para un partido que, pese a su mayoría en el Capitolio, no cuenta con un margen suficiente para tolerar una disensión interna constante.El fracaso en la eliminación del techo de gasto supone un revés significativo para Trump, quien verá dificultado cumplir de inmediato algunas de sus promesas más ambiciosas, como reducir impuestos, imponer aranceles y movilizar recursos para iniciativas polémicas como la deportación masiva de millones de personas. Este tropiezo inicial no solo expone las fracturas internas en el partido, sino también los desafíos que Trump enfrentará al regresar a la Casa Blanca.Noticia Relacionada Rechazan ampliar el techo de gasto estandar Si Donald Trump y Elon Musk fracasan en su primera gran prueba en el Capitolio David Alandete | Corresponsal en WashingtonEl que también queda en una posición delicada es el líder republicano en el Capitolio, el diputado Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, quien lleva poco más de un mes en el cargo. Aunque logró sacar adelante un acuerdo bipartidista este viernes, lo hizo enfrentándose a Trump y a su aliado y consejero, Elon Musk, el hombre más rico del mundo, que movilizó una campaña de oposición desde su red social X (antes Twitter).El camino para alcanzar el pacto fue complicado. La primera versión de la ley presentada por Johnson fracasó debido a la oposición de Trump y un bloque de republicanos trumpistas. En un intento por satisfacer al presidente electo, Johnson presentó una segunda propuesta más limitada, que incluía la suspensión del techo de gasto, pero volvió a fracasar, esta vez por la negativa de 40 republicanos, más preocupados por la disciplina fiscal que por satisfacer las exigencias de Trump. Finalmente, Johnson tuvo que regresar a una versión del proyecto sin el levantamiento del techo de gasto, consiguiendo el apoyo de los demócratas para salvar el acuerdo. El largo proceso ha dejado a Johnson malherido, justo cuando se aproxima el momento de renovar su liderazgo el próximo 3 de enero, al inicio de la legislatura. Su posición está cada vez más cuestionada, y ya hay voces dentro del partido que exigen un nuevo presidente de la Cámara más alineado si cabe con el trumpismo. Esto augura nuevas batallas internas en el Partido Republicano y más incertidumbre en el liderazgo legislativo.Musk mueve los hilosEste tipo de dramas fueron comunes durante el primer mandato de Trump. Su partido, por ejemplo, fracasó estrepitosamente en su intento de derogar la reforma sanitaria de Barack Obama, a pesar de contar con mayoría en el Capitolio. Ahora, sin embargo, Trump cuenta con el apoyo decisivo de Elon Musk, quien ha pasado de ser un demócrata convencido a convertirse en la inseparable figura clave del presidente electo.Musk no se aparta de su lado: viaja con él, utiliza sus redes sociales para amplificar sus logros y se ha convertido en un aliado estratégico, respaldando tanto sus políticas internas como su agenda internacional. Además, Musk ha ofrecido su apoyo, en ocasiones incluso económico, a figuras y partidos que comparten la visión de Trump, como Javier Milei en Argentina, Nigel Farage en Reino Unido, Giorgia Meloni en Italia y el partido Alternativa por Alemania, ahora liderado por Alice Weidel.Un simple mensaje de Musk en la red social X fue suficiente para desatar una revuelta contra el primer acuerdo de presupuestos en el Capitolio. Consciente del impacto que tiene Musk en las decisiones del presidente electo, los demócratas han lanzado una campaña estratégica en redes sociales y medios de comunicación para presentarlo como una figura manipuladora y a Trump como su marioneta. La narrativa demócrata subraya que Musk, un sudafricano nacionalizado estadounidense que jamás ha participado en una elección, no podría aspirar al cargo de presidente, aunque su influencia sobre la política nacional e internacional parece rivalizar con la del propio Trump. Una veterana y a la vez emergente figura del Partido Demócrata en las negociaciones fiscales, la diputada Rosa DeLauro, 80 años, famosa por su cabello violeta y sus extravagantes gafas de colores, asumió un papel destacado en los ataques contra Musk. En repetidas ocasiones, DeLauro cuestionó a Musk en redes sociales, preguntándole quién está realmente al mando y si debería ser llamado presidente en la sombra. Musk respondió comparándola con uno de los monigotes de Jim Henson en la mítica serie ‘El cristal oscuro’.Descarrilamiento legislativoLa primera ley que Musk logró descarrilar tenía mil páginas, mientras que la aprobada apenas supera las cien. En el camino quedaron una serie de añadidos que aumentaban el gasto y permitían recalificar terrenos en la capital, típicas concesiones de última hora en los acuerdos presupuestarios de fin de año. Sin embargo, no puede considerarse un triunfo colosal.El paquete aprobado financia al gobierno con los niveles actuales hasta el 14 de marzo e incluye 100.000 millones de dólares en ayuda para desastres y 10.000 millones en subsidios y asistencia agrícola. En cuanto a las recalificaciones en Washington, estas simplemente se aprobaron en una votación separada de madrugada, dejando a sus promotores satisfechos con el resultado.

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