Pep Guardiola a veces colapsa. Pep está herido como una diva sin focos porque Inglaterra no le ha querido de seleccionador y quedarse un año más en el City es su reacción primaria. Y Pep está agotado.No es la primera vez que Pep colapsa. Cosas de perfeccionistas y obsesivos. Es su carácter. Soñar en decimales que no existen y despertar ansioso como de una pesadilla. El partido del 2 a 6 en el Bernabéu lo preparó dos o tres días antes en la Ciudad Deportiva. Llamó a Messi en la noche y le mandó ir para explicarle la entonces novedosa teoría del falso nueve. En Roma, su segunda Champions, los jugadores salieron atontados por el absurdo vídeo motivador que les había puesto tras la última charla y tardaron algunos minutos en jugar bien. En su despacho de entrenador del Barça, hacía hacerse barridos de posibles micrófonos cada tres meses y mandaba vigilar a los jugadores por si salían de noche. Cuando Gundogan llegó al Barça explicó que Pep le llamaba a altas horas para hablarle de los rectángulos en los que subdivide el terreno de juego para atribuir a cada cual su tarea. Esta es la gloria de Pep y esta es su tragedia.Porque lo que le ha separado de ser el entrenador con más Champions de la historia no hay que buscarlo en su indiscutible, maravilloso talento, sino en su personalidad, la misma que le ha llevado al éxito. Un poema -Derrida lo escribe- corre siempre el riesgo de no ser nada, pero no sería nada sin ese riesgo. Pep, en la vida y en el fútbol, lo lleva todo a un punto en que es maravilloso e imposible. Milagroso y terrible. Gracias a su manera de actuar y de ser hemos conocido un fútbol que nos ha deslumbrado, y por culpa de su manera de actuar y de ser está sufriendo este bache, entre otros tantos que ya ha sufrido.La defensa a muerte de sus ideas futbolísticas contrasta con el calculado y mezquino interés con que administra la proyección pública de su imagen, pasando por encima de afectos y de otras lealtades. La valentía de sus principios futbolísticos es lo contrario de sus melifluas ideas políticas, siempre equivocadas y con una patológica dificultad para entender qué es la libertad. Su apoyo al proceso independentista y a Open Arms indican no sólo una ignorancia supina sino un buenismo facilista entregado al aplauso barato del carril central. No hace falta que se lo preguntemos: sabemos lo que piensa de Trump, de Israel, de Elon Musk y de Siria. Lo único que nos queda por saber es a qué hora pasa en Mánchester el camión de la basura.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Madrid contra la usura noticia Si La inscripción en el aire de Dani Olmo noticia Si Niñatos que necesitan un par de bofetadas noticia Si Piqué, entre la admiración y el desprecioTambién hunde a Pep la comedia narcisista, la vanidad de diva herida porque Inglaterra no le ha elegido como su seleccionador, que es el motivo de peso por el que decidió renovar por el City. Cumplir los diez años, «el número redondo», hoy sabemos que fue una excusa. Lo que a Pep le hizo estallar el cerebro, hasta sumirlo en esta crisis, es que entre Touchel y él, la federación inglesa prefirió al alemán. Tenía todo preparado. Lo había mandado difundir a sus trompetistas habituales. Había dado «permiso» a Txiki Beguiristain para que se retirara. En su cerebro la página del Manchester City está pasada pero para no quedarse sin nada y como desquite por lo de la selección, renovó por dos años. La lesión de Rodri no ayuda, tenerse que quedar sin Txiki -que en realidad es su director deportivo- le mortifica, y la ilusión desvanecida de entrenar al país que se inventó el fútbol para volver a hacerlo campeón le ha dejado con su ego tocado y hundido. El agotamiento también juega su papel, sobre todo porque mentalmente Guardiola se había fijado una meta -junio de 2025- para poder vivir más tranquilo.
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