El Papa pide una solución negociada para Ucrania

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El Papa pide una solución negociada para Ucrania

Como mandan las ocasiones vaticanas más solemnes, este 25 de diciembre se han abierto las cortinas del balcón central de la basílica de San Pedro, desde donde e l Papa Francisco ha tenido su mensaje navideño e impartido la bendición «Urbi et Orbi» , a la ciudad de Roma y a todo el mundo. «En esta Navidad invito a todas las personas, pueblos y naciones a silenciar las armas y a superar las divisiones», ha clamado Francisco.«Que el Jubileo sea ocasión para derribar todo muro de separación», ha solicitado el Papa Francisco. En concreto, «los muros ideológicos, que tantas veces marcan la vida política». Evocando los Jubileos del Antiguo Testamento, también ha propuesto «que el Jubileo sea la ocasión para perdonar las deudas, especialmente aquellas que gravan sobre los países más pobres», y que también «cada uno perdone las ofensas recibidas».La breve ceremonia ha comenzado a mediodía, bajo un luminoso sol romano, cuando el Papa, en silla de ruedas, se ha asomado al balcón, acompañado por el cardenal «protodiácono», el francés Dominique Mamberti , y por el cardenal italiano Silvano Maria Tomasi , invitado del Papa. Francisco está muy agradecido por sus gestiones para que en los próximos meses los Estados reduzcan la deuda de las naciones en vías de desarrollo.Noticias relacionadas estandar Si El Papa inaugura el Jubileo y pide «llevar esperanza a los fracasos, soledades y sufrimientos» Javier Martínez-Brocal | Corresponsal en El Vaticano estandar Si Roma se prepara para Jubileo de la Esperanza, que atraerá a 30 millones de peregrinos Javier Martínez-Brocal | Corresponsal en El VaticanoA continuación, el Papa ha pronunciado un discurso con tono grave, en el que ha explicado cómo la Navidad responde a las heridas por las que actualmente está sangrando la humanidad. «Anoche se renovó el misterio que no cesa de asombrarnos y conmovernos: la Virgen María dio a luz a Jesús, el Hijo de Dios, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Este acontecimiento, ocurrido hace más de dos mil años, se renueva por obra del Espíritu Santo. Y así hoy, en los afanes de nuestro tiempo, se encarna realmente de nuevo la Palabra eterna de salvación, que dice a cada hombre y a cada mujer; que dice al mundo entero: Yo te amo, te perdono, vuelve a mí, la puerta de mi corazón está abierta».El hilo conductor de su discurso h a sido la «puerta santa» que ha abierto horas antes en la basílica de San Pedro, durante la misa de Nochebuena, y que es ya la meta de quienes peregrinan a Roma para este Jubileo de la Esperanza 2025. Para el Papa Francisco, atravesar la puerta santa no es un gesto mecánico sino una decisión exigente, pues «requiere el sacrificio de dar un paso adelante, de dejar atrás contiendas y divisiones, para abandonarnos en los brazos abiertos del Niño que es el Príncipe de la paz». «En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones».«En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones» Papa Francisco Durante la bendición ‘Urbi et Orbi’«Que callen las armas en la martirizada Ucrania. Que se tenga la audacia de abrir la puerta a las negociaciones y a los gestos de diálogo y de encuentro, para llegar a una paz justa y duradera.Que callen las armas en Oriente Medio. Con los ojos fijos en la cuna de Belén, dirijo mi pensamiento a las comunidades cristianas de Israel y Palestina, en particular a Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima. Que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se ayude a la población extenuada por el hambre y la guerra. Llevo en el corazón también a la comunidad cristiana del Líbano, sobre todo del sur, y a la de Siria, en este momento tan delicado. Que se abran las puertas del diálogo y de la paz en toda la región, lacerada por el conflicto. Y quiero recordar aquí también al pueblo libio, animándolo a buscar soluciones que permitan la reconciliación nacional».El Papa ha mencionado la inestabilidad en América Latina y ha pedido «que el Niño Jesús inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad, para encontrar lo antes posible soluciones eficaces en la verdad y la justicia, para promover la armonía social, en particular en Haití, Venezuela, Colombia y Nicaragua». La propuesta del Papa allí es trabajar «para edificar el bien común y redescubrir la dignidad de cada persona, superando las divisiones políticas».Francisco también ha recordado a «las familias de miles de niños que están muriendo a causa de la epidemia de sarampión en la República Democrática del Congo», y ha denunciado la falta de acceso de la población de Sudán «a ayudas humanitarias». Se ha referido asimismo a los habitantes de Myanmar, «que, a causa de los continuos enfrentamientos armados, padecen grandes sufrimientos y son obligados a huir de sus casas».En el discurso ha recordado a «los niños que sufren por la guerra y el hambre», a los «ancianos obligados muchas veces a vivir en condiciones de soledad y abandono», «a cuantos han perdido la propia casa o huyen de su tierra, tratando de encontrar un refugio seguro», a quienes «han perdido o no encuentran trabajo», a «los encarcelados que, a pesar de todo, siguen siendo hijos de Dios»; y a «cuantos son perseguidos por su fe» .El discurso ha sido interrumpido con aplausos cuando ha cambiado de tono para dar las gracias a «los padres, educadores y maestros que tienen la responsabilidad de formar a las nuevas generaciones», «al personal sanitario, a las fuerzas del orden, a quienes llevan adelante obras de caridad, y a los misioneros esparcidos por el mundo, que llevan luz y consuelo a tantas personas en dificultad». Después se ha puesto de pie para impartir con rostro serio la bendición «Urbi et Orbi», una bendición extraordinaria reservada a los pontífices, que tradicionalmente sólo ofrecen el día de su elección, en Pascua y en Navidad. Ya había terminado todo, pero antes de marcharse se le ha escapado una carcajada cuando un grupo de peregrinos ha interrumpido el silencio con un «¡Viva el Papa!».

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