En la Casa de los Vargas, el palacio oculto que dio origen a la Casa de Campo

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En la Casa de los Vargas, el palacio oculto que dio origen a la Casa de Campo

Los últimos inquilinos de la Casa de los Vargas , una villa de estilo renacentista junto al puente del Rey por la que pasan de largo casi todos los turistas, fueron los funcionarios municipales del área de Deportes, que abandonaron el edificio en 2008. Quizás ni ellos sabían que, tras esas paredes de pladur, suelos industriales y falsos techos, se escondía uno de los palacetes más singulares de la ciudad. Su historia está vinculada no solo al origen de la Casa de Campo , sino incluso a la concepción de Madrid como capital de España. A Carlos V, pese a lo vasto de su imperio, le encantaba pasar temporadas en el pabellón de caza que uno de sus consejeros, Francisco Vargas, construyó en 1519 a orillas del Manzanares. Su hijo, Felipe II, enamorado también de este rincón con vistas al desaparecido alcázar, consiguió comprársela a esta familia –un antiguo linaje para el que trabajó incluso San Isidro– en 1561. Ese mismo año, decidió trasladar la Corte a Madrid. Tras más de quince años cerrado y cinco siglos después de su construcción, el Ayuntamiento de Madrid iniciará en el primer trimestre de 2025 las obras para recuperar este inmueble clave en la historia de la ciudad. «Este es un proyecto que acariciamos mucho, porque el término Casa de Campo nace precisamente aquí, ya que Felipe II la llamaba así. Después pasó por muchas vicisitudes, y hoy desgraciadamente queda poco de lo que fue esa casa de los Vargas. Está compuesta por la propia villa, con una ubicación privilegiada cerca del Palacio Real, que se ve desde aquí maravillosamente, los jardines y las grutas, una construcción única en España y muy popular en la época. Todo este conjunto es el que pretendemos rehabilitar en una actuación que se va a complementar, además, con la recuperación del llamado túnel de Bonaparte que unía el Palacio Real con la Casa de campo», explica Marta Rivera de la Cruz, delegada de Cultura, Turismo y Deporte, que espera que las obras de rehabilitación, que cuentan con un presupuesto de más de nueve millones de euros procedentes en gran parte de fondos europeos Next Generation, concluyan en 2027 . No es la primera intervención que se hace en el edificio, en el que ya han invertido más de 700.000 euros simplemente para su consolidación estructural. «Así, toda esta zona experimentará un cambio muy atractivo para el visitante y para el madrileño», destaca la delegada, que ejerce de anfitriona en esta visita de ABC al inmueble junto con Elena Hernando, directora general de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid, y las expertas del área Blanca Mora y Cristina Moreno, que llevan meses, en paralelo con las obras de consolidación del edificio, excavando todo el entorno.Antes Después La Casa de los Vargas, en la actualidad y en un óleo del siglo XVI ABC/BElén DíazAunque su aspecto por fuera puede parecer vulgar, con un edificio de dos plantas con algunos arcos tapiados y un jardín semiabandonado, hay que imaginar que, en su concepción, era un palacete construido a capricho del rey. «Felipe II quería una villa como las que había visto en Italia, y contrató a los mejores jardineros e ingenieros hidráulicos para hacer una casa lo más delicada posible, con un jardín de cuadros perfectamente organizados en una geometría que se corresponde con la casa y con las grutas, unas cuevas donde hacían juegos de sonidos y agua que eran como la parte lúdica del jardín», apuntan estas especialistas en patrimonio municipal. «En estas tierras que rodeaban la finca, además, se producía, había huertas, piscifactorías… Es un poco el origen de lo que ahora es el lago de la Casa de Campo. Antes había siete lagos que servían para regar toda esta zona. Tenemos que seguir excavando el jardín. Creemos que había toda una infraestructura hidráulica muy interesante que estamos estudiando ahora mismo», añaden.Una casa austera y húmedaA modo de curiosidad, señalan las responsables de la rehabilitación de la Casa de los Vargas, el jardín, según algunas imágenes de la época, llegó a albergar la escultura ecuestre de Felipe III que ahora está en la Plaza Mayor, y la fuente del Águila, que hoy se puede ver en la Galería de las Colecciones Reales y que se cree que «es un regalo que hizo Carlos V a Francisco de Vargas por alojarle en su villa». Sin embargo, esta villa, que pasó a formar parte del catálogo municipal en 1931, fue evolucionando con el tiempo. En el siglo XVIII Sabatini realizó una gran reforma en la casa, muy castigada por la humedad que generaba su proximidad al río y los frondosos bosques que la rodeaban. Esta remodelación es la que le otorga el estilo neoclásico que luce en la actualidad. «Es curioso, porque en las primeras excavaciones descubrimos las losetas originales de barro tipo castellano y luego volvimos a verlas en la reforma de Sabatini, que subió el suelo como medio metro. Así descubrimos que él también reaprovechó lo que pudo», cuentan Mora y Moreno en la planta baja del inmueble de planta rectangular, donde estaban el recibidor, salones y una zona para el servicio. Era una casa rústica, por eso no abundaba la decoración, aunque en las excavaciones de esta planta, apuntan, han encontrado también un pozo y azulejos geométricos como los de los palacios de Toledo y algunas de las vigas y bases de muro originales . La historia de la Casa de los Vargas Arriba, el interior de la Casa de Campo de Felipe II. Abajo a la izquierda, una de las rutas. A la derecha, la delegada de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, junto con las rehabilitadoras de Patrimonio, en la visita a este palacio con ABC Belén DíazEn el primer piso estaba la alcoba de Felipe II , que tenía vistas a las grutas y exactamente la misma orientación que su habitación de El Escorial. En ese lugar es donde estuvo, según el estudio de Pau Soler desarrollado por Patrimonio, las pinturas de Matteis y El Bosco. De hecho, incluso ‘El jardín de las delicias’ llegó a estar colgado en este palacete de los Vargas, que en 1808 llegó a ser residencia de José Bonaparte .Muros y hasta goteléEn 1931, el inmueble pasó al inventario municipal. Muchas de estas estructuras antiguas se demolieron décadas más tarde, en los sesenta, «los años del desarrollismo, cuando no se valoraba el patrimonio y lo antiguo se consideraba viejo», apuntan las responsables del proyecto. Entonces, el autor de la reforma fue el arquitecto municipal Manuel Herrero de Palacios. Después, para hacer el edificio más funcional, se tabicó su interior, se instalaron máquinas de aire acondicionado… hasta se puso un gotelé que aún hoy resiste en algunas partes del edificio. La idea en esta rehabilitación, explican desde la dirección de patrimonio, es crear estructuras de madera para emular cómo era la casa original y recolocar en su lugar todo lo que sea posible para que se comprenda la historia de este inmueble único. «A nivel turístico es muy interesante, porque ampliamos el eje que baja desde el Palacio de Oriente de una manera muy potente», resume Hernando. «Además, cuando terminemos la obra, será un gusto devolverle este espacio a los ciudadanos. Nosotras disfrutamos mucho cuando venimos y será un gusto, como ha pasado con otros lugares emblemáticos como el Beti Jai, conseguir que la gente venga, lo vea y lo disfrute», subrayan las tres expertas de Patrimonio del Ayuntamiento de Madrid. Una experiencia, nunca mejor dicho, digna de un rey.

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