Veinte años de la catástrofe que cambió la forma de detectar maremotos

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Veinte años de la catástrofe que cambió la forma de detectar maremotos

En buena parte del mundo, sobre todo cristiano, la Navidad es sinónimo de paz, esperanza y alegría. Pero en el sur de Asia recuerda la muerte y destrucción que trajo hace ahora veinte años. El 26 de diciembre de 2004, a las ocho de la mañana (hora local), un potente maremoto de magnitud 9,1 al norte de la isla de Sumatra , en Indonesia , desató un devastador tsunami que durante las siete horas siguientes barrió el océano Índico , golpeó a 15 países y llegó hasta África , a 8.000 kilómetros de su epicentro. Con olas que alcanzaron los 50 metros, se cobró más de 227.000 vidas y provocó 1,6 millones de desplazados que perdieron sus casas.Plasmado con toda su espectacularidad en la película ‘Lo imposible’ , de J. A. Bayona , fue el tsunami más mortífero que se recuerda desde que empezaron a tomarse registros en 1900. También uno de los más caros, ya que causó unas pérdidas de 10.000 millones de dólares según la ONU. Hoy, dos décadas después del desastre sin precedentes, ¿puede volver a ocurrir una catástrofe tan gigantesca como esta? La respuesta es sí, pero con matices.«Las zonas con más riesgo son donde ya ha habido tsunamis, ya que hay un 100 por ciento de posibilidades de que se repitan, mañana o dentro de cien años», explica Bernardo Aliaga , jefe de Resistencia a los Tsunamis de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco . Como ejemplo pone al que sacudió en 1960 a Valdivia , en su Chile natal, por el mayor terremoto registrado en la historia, de magnitud 9,5, que recorrió todo el océano Pacífico , golpeó Hawái y llegó hasta Japón . «Según los sedimentos, se sabe que uno de los seísmos grandes, de hasta 9,5, suele ocurrir en unos 300 años, pero puede haber otros, de magnitud 7, cada 50 años, como ocurrió en 2015 y 2016 (este último, precisamente el día de Navidad)» detalla Aliaga en una rueda de prensa virtual organizada por la Unesco .Noticia Relacionada estandar Si Asia ya espera lo imprevisible bajo el segundo mandato de Trump Pablo M. DíezLe acompaña, entre otros, Laura Kong , directora del Centro Internacional de Información sobre Tsunamis de Honolulú (Hawái, Estados Unidos). A su juicio, «los tsunamis son las catástrofes naturales más peligrosas» porque, «a diferencia de otros desastres, son impredecibles y pueden durar varias horas o incluso un día», llegando de una punta a otra de un mar u océano. «Eso es lo que ocurrió en el tsunami del Índico, que fue tan grande porque no había manera de avisar a tanta gente, incluso aunque lo hubiéramos detectado», reconoce Kong.«La posibilidad de que vuelva a ocurrir algo así se da en zonas muy densamente pobladas y proclives a terremotos y tsunamis, como Japón, pero la probabilidad de llegar a 200.000 víctimas no es alta», analiza esta experta. Pero, eso sí, advierte de que «hay muchas posibilidades de tsunamis locales, que no son tan grandes pero causan el 90 por ciento de la víctimas mortales».Buena prueba de ello es que, solo siete años después de la tragedia del Índico, otro de los tsunamis más devastadores de la historia arrasó la costa nororiental de Japón el 11 de marzo de 2011 , dejando cerca de 20.000 muertos y provocando el desastre de Fukushima , el peor accidente nuclear desde el de Chernóbil en 1986.Las playas de Tailandia, como las de la paradisíaca isla de Phi Phi, se llenaron de cadáveres, la mayoría turistas extranjeros ARCHIVOAunque el 69 por ciento de los tsunamis ocurre en el Pacífico, ningún mar está a salvo de este riesgo. De hecho, el 16 por ciento de los maremotos afecta a Turquía y Grecia y, según las predicciones de la Unesco, hay «un 100 por ciento de probabilidades de que el Mediterráneo sufra un tsunami durante los próximos treinta años «. Anticipándose al peligro, Niza se convirtió en enero en la primera ciudad de Francia «preparada contra un tsunami» certificada por la Unesco, y en junio, Chipiona , en Cádiz , fue la primera de España.Como la cuestión no es si volverá a haber un tsunami como el de hace veinte años en el Índico, sino cuándo ocurrirá, la clave es prepararse lo mejor posible para que no sea tan devastador. Para ello, desde 2004 han mejorado notablemente los sistemas de detección y alerta gracias a una mayor inversión por parte de las autoridades de cada país y a una tecnología más sofisticada y precisa.Tal y como detalla Laura Kong, «en todo el planeta funcionan ya 700 estaciones de detección y alerta temprana, que vigilan los tsunamis en tiempo real y dan la alarma en cuestión de segundos. Aunque no es posible saber su intensidad, con los ordenadores sí podemos determinar la magnitud de los terremotos que los causan y avisar de lo que puede ocurrir. Todo ello ha llevado a que mejore mucho nuestra capacidad de respuesta: en 2002, tardábamos entre 20 y 50 minutos en saber si venía un tsunami. Ahora, solo siete minutos «.IndonesiaAunque el mundo está mejor preparado para hacer frente a los tsunamis, no todos los lugares cuentan con el mismo nivel de protección y ese es el reto para 2030. Lo saben bien en Indonesia, un enorme archipiélago volcánico que sufre con frecuencia terremotos y tsunamis y donde perecieron más de la mitad de las víctimas del Índico en 2004.En Banda Aceh , la ciudad costera de tres millones de habitantes arrasada por las olas gigantes del maremoto, una fosa común en Lambaro , a pocos kilómetros de su aeropuerto, contiene unos 42.000 cadáveres. La mayoría de ellos fallecieron en Ulee Lheu , la ‘zona cero’ del tsunami a pesar de hallarse a dos kilómetros del litoral. La fuerza de las olas fue tal que el mar penetró ocho kilómetros tierra adentro , destruyendo todo lo que encontró a su paso y arrastrando hasta un barco de 60 metros de eslora y 500 toneladas, el Apung 1 , que aplastó casas y coches.«La mayoría de los países afectados en 2004 se han preparado bien. A partir de entonces, Indonesia desarrolló su sistema de alerta y ahora puede avisar en cuatro o cinco minutos a las zonas en peligro», desgrana Ardito M. Kodijat , jefe del Centro de Información de Tsunamis del Océano Índico, que pertenece a la Unesco y se ubica en Yakarta . En estas dos últimas décadas, Indonesia ha sufrido siete grandes tsunamis y, a pesar de esta preparación, uno de ellos, provocado por un terremoto de magnitud 7,5, costó la vida a más de 4.000 personas en Palu (isla de Célebes) , el 28 de septiembre de 2018.«Tras el seísmo, la gran ola llegó en solo tres minutos y cuarenta segundos» , recuerda Kodijat, quien recomienda que «lo más importante es la formación de los ciudadanos a través de simulacros para así reconocer los avisos naturales. Cuando hay un temblor fuerte o ruge el mar, hay que saber adónde huir en busca del punto más elevado».Sri LankaEsa prevención es la que también intenta implantar Pradeep Khoddipili en Sri Lanka, el segundo país con mayor número de fallecidos por el tsunami de hace veinte años: 35.000. Hoy coordinador de emergencias, el propio Pradeep es un superviviente de dicha catástrofe. «Antes de 2004, ni siquiera conocía la palabra tsunami porque jamás habíamos sufrido algo así en Sri Lanka», relata en el encuentro virtual con la prensa.Aquella fatídica mañana, Pradeep estaba en casa con su esposa, a unos dos kilómetros de la costa, cuando su madre, que vivía a solo 300 metros de la playa, le llamó para avisarle de que «la gente estaba corriendo porque había subido el nivel del mar».El tsunami hizo descarrilar un tren en Sri Lanka, causando un millar de fallecidos porque muchas personas se habían subido al techo de los vagones para resguardarse de la crecida del agua ARCHIVOEra solo el principio. « La segunda ola fue peor. Oí un rugido como el de un avión y el agua me golpeó, arrastrándome y rompiéndome una pierna. Un amigo murió delante de mis ojos cuando intentaba proteger a uno de sus hijos. Familias enteras perecieron«, narra con voz emocionada. Dos décadas después, todavía recuerda »las cremaciones masivas« y el descarrilamiento por el agua del tren de Matara, donde murieron unas mil personas.Tras sobrevivir a la catástrofe, Pradeep consagró su vida a que algo así, o al menos tan grave, no volviera a suceder. «He visto las lágrimas en los ojos y el dolor en los corazones. No quiero que esto vuelva a ocurrir. La preparación ayudará a salvar millones de vidas en el futuro», asegura con convicción. En los 17 años que lleva como portavoz de la Oficina de Prevención de Desastres, Sri Lanka se ha dotado de 41 sistemas de alerta temprana. Gracias a estas medidas, y a haber salvado la vida hace ahora veinte años, Pradeep sabe que «habrá otro tsunami, pero no morirá tanta gente porque estamos mejor preparados» .

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