Utilizando el mayor detector de ondas gravitacionales que existe hasta el momento, un equipo internacional de investigadores ha logrado confirmar lo que ya apuntaban estudios anteriores: debido a las colisiones que se producen entre los enormes agujeros negros que residen en el centro de las galaxias, la estructura misma del Universo no sólo vibra constantemente, sino que además está ‘desequilibrada’.Los resultados obtenidos por el detector, un conjunto de púlsares, estrellas de neutrones que giran muy rápidamente y que están repartidas por toda nuestra galaxia, muestran, en efecto, que ese ‘fondo de ondas gravitacionales’ no solo es más fuerte de lo que se pensaba, sino que, lejos de ser uniforme, su actividad se incrementa alrededor de un intrigante ‘punto caliente’ en el hemisferio sur. La investigación se acaba de publicar en tres artículos en ‘Monthly Notices of the Royal Astronomical Society’ ( aquí , aquí y aquí ).Según explican en ‘ The Conversation ‘ Matthew Miles (Autor principal de dos de los artículos y coautor del tercero, y Rowina Nathan, coautora en los tres, «las ondas gravitacionales de alta frecuencia creadas por colisiones entre agujeros negros relativamente pequeños pueden detectarse con detectores terrestres y se observaron por primera vez en 2015. Pero no se encontró evidencia de la existencia de ondas más lentas y poderosas hasta el año pasado».De tamaño galácticoPara localizarlas, varios grupos de astrónomos en todo el mundo han montado detectores de ondas gravitacionales a escala galáctica. «Y nuestro experimento – escriben Miles y Nathan- el MeerKAT Pulsar Timing Array, es el mayor de todos ellos. Hoy hemos anunciado más evidencia de ondas gravitacionales de baja frecuencia, pero con algunas interesantes diferencias con respecto a resultados anteriores. En sólo un tercio del tiempo de otros experimentos, hemos encontrado una señal que sugiere un universo más activo de lo previsto. También hemos podido mapear la arquitectura cósmica dejada por la fusión de galaxias con mayor precisión que nunca».Cuando dos galaxias chocan y acaban fusionándose en una mayor, sus enormes agujeros negros centrales empiezan a girar en espiral uno alrededor del otro. Y en ese proceso generan ondas gravitacionales lentas y poderosas. Para estudiarlas, «usamos otro grupo de objetos cósmicos exóticos: los púlsares. Se trata de estrellas extremadamente densas compuestas principalmente de neutrones, que pueden tener aproximadamente el tamaño de una ciudad pero el doble de peso que el Sol. Los púlsares giran cientos de veces por segundo. Y a medida que lo hacen, actúan como faros que golpean la Tierra con pulsos regulares de radiación (uno por cada giro) desde miles de años luz de distancia. Para algunos púlsares, podemos predecir cuándo deberían llegarnos los pulsos con una precisión de nanosegundos».«Nuestros detectores de ondas gravitacionales -prosiguen los investigadores- aprovechan este hecho. Si observamos muchos púlsares durante el mismo período de tiempo y nos equivocamos de forma muy específica acerca de cuándo van a alcanzarnos, sabemos que una onda gravitacional está estirando o comprimiendo el espacio entre la Tierra y los púlsares. Sin embargo, en lugar de ver una sola ola, esperamos ver todo un océano cósmico lleno de olas que se entrecruzan en todas direcciones: las ondas que son el eco de todas las fusiones galácticas en la historia del Universo. A esto lo llamamos fondo de ondas gravitacionales».Observando púlsaresPara captar ese fondo de ondas gravitacionales, los investigadores utilizaron el radiotelescopio MeerKAT en Sudáfrica, uno de los más sensibles del mundo. El telescopio forma parte del MeerKAT Pulsar Timing Array, y como tal ha estado observando un grupo de 83 púlsares durante cinco años, midiendo con precisión cuándo llegan sus pulsos a la Tierra. «Lo cual nos llevó a encontrar un patrón asociado con un fondo de ondas gravitacionales, sólo que es algo diferente de lo que han encontrado otros experimentos».El patrón, que representa el modo en que el espacio tiempo entre los pùlsares y la Tierra varía debido al paso de las ondas gravitacionales entre ellos, resultó ser más potente de lo que los investigadores esperaban. Lo cual podría significar que existen muchos más agujeros negros supermasivos de lo que se creía.Gracias a la sensibilidad de MeerKAT Miles, Nathan y sus colegas crearon el mapa del fondo de ondas gravitacionales más detallado que existe hasta el momento. Lo que les permitió entender la arquitectura misma del Universo. «Si bien creemos que es probable que el trasfondo surja de las interacciones de estos colosales agujeros negros -escriben en ‘The Conversation’- también podría deberse a cambios en el universo energético temprano que siguió al Big Bang, o tal vez incluso a eventos más exóticos».Los mapas además, «muestran un intrigante ‘punto caliente’ de actividad de ondas gravitacionales en el cielo del hemisferio sur». Lo que parece apoyar la idea de que el fondo, efectivamente, está creado por agujeros negros supermasivos y no por otros fenómenos.MÁS INFORMACIÓN noticia No El experimento que demuestra que las hormigas son mejores resolviendo problemas en grupo que los humanos noticia Si Del arte al pegamento: el ingenio de los neandertales íberos«Sin embargo -concluyen Miles y Nathan-, crear un detector de tamaño galáctico es algo increíblemente complejo, y es demasiado pronto para decir si lo que hemos visto refleja la realidad o si se debe a una anomalía estadística. Para confirmar nuestros hallazgos, estamos trabajando para combinar nuestros nuevos datos con los resultados de otras colaboraciones internacionales bajo el lema de International Pulsar Timing Array».
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