Joaquín Leguina (Villaexcusa, Cantabria, 1941) es un intelectual de acción. Tanto que ante su expulsión del PSOE por ver la deriva del partido que, según algunos, ‘más se parecía a España’, y ser ratificada por la Ley, parece que respira más libre: sin corsé. Dejando la política del día a día, con Leguina, en tranquila conversación, se abordan varios aspectos en su despacho de presidente de la Cámara de Cuentas de la Comunidad. Allí todo es cómodo; desde las vistas a la silla, de la mesa al café, que sirve su secretaria. Estos aspectos que conforman un carácter son, en una primera imagen, la calma de mañana de quien ha venido siendo un verso suelto en su hacer. No hay tabúes ni cuestionarios previos, solo el timbre de su voz y la memoria recogida por el magnetofón digital. Su Madrid desde donde reside desde 1967, guarda esas relaciones tan personales que se daban cuando todo estaba por estrenar. Recuerda cómo el himno de la Comunidad del gran Agustín García Calvo, erizado de depuraciones, llevaba partes de la letra hacia lo «denigrante». Pero Leguina llamó al compañero del latinista García Calvo, Enrique Tierno Galván, y así moldeó los versos hasta que cantaran eso del «ente último y autónomo». Leguina ahonda, además, en una realidad que está en los manuales de Geografía y también en los de Historia: la de que en un primer momento, las autonomías favorecieron, y especialmente en la región de Madrid, a las localidades más pequeñas.Noticia Relacionada Entrevista estandar Si «Me horroriza un Madrid de diez millones de habitantes» Jesús Nieto Jurado El antiguo regidor de la ciudad tiene en la mente cuando la capital de su infancia era manejableCuenta Leguina que el personal le saluda y le mira ahora con más cariño que cuando era presidente. Experto en el golpe de Estado de Cataluña, vivió aquellos días de octubre como un madrileño de la antigua provincia de Santander que veía cómo se atentaba contra la unidad de España. Ve que son necesarios cambios legislativos para no favorecer al independentismo. —Decía Cela que el que resiste gana. ¿Se puede aplicar esa máxima a Madrid?—Diré que el Madrid no necesita nada para ganar. Eso de resistir para ganar me recuerda a Pedro Sánchez. —Desde estos ventanales se ve el Madrid de hoy. Le pido una reflexió n. —Madrid es atractiva e industriosa, y en los últimos años, concretamente ahora, el 70% de las empresas extranjeras de España están radicadas en Madrid.—Las provincias, ¿le siguen echando cuentas a Madrid?—Madrid atrae. Y de esta realidad se aprovechan las provincias limítrofes. —¿Incluso Málaga y su puerto, que son, casi , una provincia más a razón de la alta velocidad de los trenes?—También. Lo que es bueno para Madrid es bueno para el resto de España. —Con usted iba naciendo la Comunidad, ¿qué recuerdos más gratos puede confesar?—De la Comunidad conozco los pueblos grandes, los pequeños, también las grandes urbes. La creación de la Comunidad le vino al pelo a los pueblos pequeñitos. —Hay, entonces, una suerte, por decreto, de solidad regional que no sé si puede trasladar a otras escalas. Hablando de insolidarios, le pregunto, y es un tema sobre el que usted ha escrito de forma didáctica, por la fama que le ha caído a esta región de ser una zona insolidaria.—La financiación de las Comunidades depende, en gran parte, de lo que aporta Madrid. Y eso que no es la mejor financiada, ni en mi época ni ahora. Y parece que nadie protesta por eso.—Volvamos al otoño catalán de 2017. ¿Cómo lo vivió un madrileño de Villaexcusa?—Sentí que atacaban la unidad de España. Sentí que se atentaba contra nuestra Constitución. Y creo que es necesario cambios legislativos para que el separatismo no esté sobrerrepresentado. Al independentismo es a quien nunca debemos favorecer. — Los independentistas no perdonan unos huevos estrellados en Lucio.—Bienvenidos sean.—Usted estuvo detrás del himno regional. Sorprende eso del «ente autónomo y último» de la letra.—Es un himno humilde. Letra de Agustín García Calvo y música de Pablo Solórzano hijo. Pero no se ha puesto en los actos. Una vez, Esperanza Aguirre me habló maravillas cuando lo cantó un tenor. Yo le contesté: «Pues, ponlo». —Lo del «ente autónomo y último» tiene su intrahistoria.—Agustín García Calvo y Tierno Galván fueron expulsados de la universidad por el régimen. Tiempo después, la versión de García Calvo era algo denigrante llegando a este verso. Yo llamé a Tierno para que convenciera a su amigo y adaptara la letra. Y es lo que ha quedado; un himno, una exaltación.—¿Cómo cree que le recuerdan, le recordaron y le recordarán en Madrid?—La gente mira con más cariño al pasado que presente. Por esto mismo, noto más cariño que cuando presidía la Comunidad. —Como escritor no puedo dejar pasar esta cuestión. ¿La gran novela madrileña está hecha?—Está hecha por muchos. Por Galdós. Por la Pardo Bazán.—Regale un lema a los que llegan.—Sois todos bienvenidos, y a trabajar, que lo que sea bueno para Madrid será bueno para todos.
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