Dos nombres propios compiten por ser el personaje político del año, y ninguno es por cuestiones loables: Víctor de Aldama y Begoña Gómez . La opinión pública no había oído hablar de él hasta el 21 de febrero, cuando la UCO detuvo a Koldo García y otras 20 personas. Estallaba el caso Ábalos, aunque los medios tardamos meses en bautizarlo como tal. Entonces, ¿por qué es Aldama el personaje del año y no el propio Ábalos? Por una diferencia sustancial: el comisionista está tirando de la manta, y el exministro está guardando la ropa. Por tanto, ¿quién puede hacer más daño al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez , y por consiguiente ser más determinante políticamente? Claro, que puestos a hacer rankings quien realmente ha desestabilizado al presidente del Gobierno este año ha sido su esposa. Él dirá que fueron el juez Peinado y la fachosfera , pero el presidente sabe lo que hay y todo lo demás son estrategias políticas. Tan es así que durante cinco días tuvo a la ciudadanía en vilo y a su partido al borde de un ataque de nervios antes de decidir que continuaría en La Moncloa por amor. No es que la elección del personaje del año se deba medir por quién desestabiliza más al Gobierno, pero es que lo de este año ha sido mucho y las investigaciones judiciales en los entornos del presidente no han hecho más que empezar. Si atendiéramos a la política, el desestabilizador es Carles Puigdemont , que hace uso y abuso del inmenso poder que el presidente del Gobierno de España le ha dado: el año acaba sin Presupuestos y con el Gobierno dando brazadas desesperadas en forma de argumentarios sobre las muchas votaciones que sacan adelante en el Congreso. Intentos de intoxicaciones aparte, este Gobierno es débil e inestable, y lo sabe.nomecites_0712¿Y dónde queda aquí Alberto Núñez Feijóo, el líder de la oposición? En un discreto segundo plano, porque aunque en el Congreso ha conseguido que el batallón coordinado por Miguel Tellado zarandee semana tras semana al Ejecutivo, Feijóo ha decidido optar por esperar a que Sánchez caiga en el bien entendido de esa norma no escrita según la cual son los gobiernos los que caen, no los aspirantes los que suben. En este año, ni siquiera Isabel Díaz Ayuso , que sabe pinchar a su némesis monclovita como nadie, puede competir con Aldama o Gómez como azote del Gobierno. Nada después de seis años de sanchismo es comparable a esa inmensa capacidad de autodestrucción que están demostrando ese grupo de hombres y mujeres que llegaron al poder demasiado rápido y demasiado pronto. ¿Dónde quedan hoy aquellos golpes de pecho contra la corrupción y por la ejemplaridad? Dime de qué presumes.La razón por la que me debato entre Aldama y Gómez es porque su irrupción mediática y política no acaba con las uvas, sino que ambos van a tener un gran protagonismo en 2025. Con independencia de lo que suceda con ella en términos penales, la opinión pública da por descontado que la esposa de Sánchez ha traspasado toda línea roja ética y estética, y eso dibuja un matrimonio que no alcanza los estándares mínimos de ejemplaridad para estar en La Moncloa. Y Aldama. El año se va con un tipo que hace doce meses era un perfecto desconocido y hoy está marcando la agenda e incrementando la presión sobre Pedro Sánchez en tres frentes: el primero, deslizando abiertamente la idea de que tras el caso Ábalos hay una trama de financiación ilegal del PSOE; el segundo, al afirmar que seguirá aportando pruebas contra los miembros del Gobierno o del Partido Socialista sobre los que ya ha extendido la sombra de la sospecha, desde Víctor Ángel Torres a María Jesús Montero pasando por Reyes Maroto, Santos Cerdán y, cómo no, Ábalos; y, palabras mayores, dejando caer que se vio «las suficientes veces» con Begoña Gómez, y no sólo para tratar de la cátedra, sino para cuestiones «aeronáuticas». Y aquí está la madre del cordero: ¿será capaz Aldama de unir en sede judicial ambos escándalos?Ya sabíamos que Víctor de Aldama tiene un abogado pactista. José Antonio Choclán tiene experiencia en llegar a acuerdos con la Fiscalía, y la estrategia de defensa que ha diseñado para su cliente es la de un goteo en dos planos distintos: el mediático y político, íntimamente unidos, y el judicial. Desde el punto de vista de la desestabilización al Gobierno, a Aldama le va bien porque su estrategia es satisfacer a la Fiscalía y al juez contribuyendo a impulsar la investigación: ya ha dejado en evidencia a Santos Cerdán, que negó que Aldama pasara del recibidor de la sede del PSOE de la calle Ferraz, pero se reunió con Ábalos y los embajadores de Juan Guaidó en la planta tercera; a Reyes Maroto, que dijo que no le conocía y se escribió con él; al propio Sánchez con su foto juntos en un acto del PSOE; y al ministro Torres, que respondía con inquietante diligencia a las presiones de Koldo García para efectuar los pagos por la compra de mascarillas. Ahora bien: a 29 de diciembre de 2024 , el señor De Aldama ha llegado mucho más lejos en sus acusaciones que en la presentación de las pruebas que, según su testimonio, lo sustentan todo. Cuando se le pregunta a su portavoz, Ramón Bermejo, la respuesta es que tienen su estrategia y que el tiempo les dará la razón. Estuve con él junto a Antonio Jiménez y hablamos largo y tendido. Ante la pregunta de si la Fiscalía y el juez han visto todas esas pruebas, la respuesta es que no y ante la pregunta de si queda mucho por conocer, llega el bombazo: «Aldama tiene el botón nuclear». Signifique eso lo que signifique. Llegados a este punto: ¿Gómez o Aldama? ¿Usted qué opina?
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