El investigador Ernesto Tejedor tiene por delante la tarea de encajar el puzle de los últimos mil años de sequías y lluvias en España con la información plasmada en los anillos de los árboles. «No va a ser fácil porque no se ha hecho nunca», reconoce. Pero cuando tenga la imagen completa, su idea es intentar averiguar qué desencadena las sequías en el territorio. Y si hay algo que esté cambiando. El proyecto del investigador posdoctoral Marie Curie en Geología en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) se llama ‘Medirings’. Cuenta con la ayuda económica de una beca Leonardo de Investigación Científica de la Fundación BBVA. Tejedor cree que, cuando complete la reconstrucción milenaria, será una buena herramienta para averiguar hasta qué punto las sequías actuales forman parte de la variabilidad natural del clima mediterráneo o si, por el contrario, se han visto modificadas por el cambio climático . «No sabemos muy bien si nosotros estamos aumentando un 30 o un 50% la probabilidad de que (una sequía) se produzca», ejemplifica.Pero obtener el registro ideal para reconstruir el ‘hidroclima’ mediterráneo no es fácil. En España hay buenos datos meteorológicos recopilados de los últimos 60 o 70 años, que se han registrado a través de diferentes instrumentos y tecnologías. Pero se quedan muy cortos. Además, explica Tejedor, en este periodo el clima ya podía estar perturbado por la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, iniciada en 1850. Así que hay que remontarse más atrás para obtener datos sin adulterar, además de tener una muestra representativa. «Lo que intentamos es conocer cómo es la variabilidad del clima antes de tener datos registrados y para eso tenemos que acudir a otras fuentes. Una de las mejores son los anillos de los árboles», explica.Si hay una sequía muy fuerte un año, el árbol no tiene los recursos suficientes de agua y nutrientes y no crece. Así, el anillo que dibuja el interior del tronco es muy estrecho. Y esto no solo ocurre en un árbol, ocurre en todo el bosque al que afecte esa sequía, por lo que es fácilmente identificable. «Luego lo relacionamos con el clima que conocemos a través de los datos instrumentales, los 60 o 70 años que tengamos», cuenta el investigador. Así son capaces de datar cada anillo, y remontarse más allá de los últimos 70 años.Masías turolensesEl equipo ya tiene hecha una reconstrucción de los últimos 300 años . «Se ve que 2023 es el año más seco de los últimos casi 300 años», cuenta Tejedor. Sin embargo, esta reconstrucción se ha hecho con árboles vivos. Pero para remontarse un milenio tienen que buscar maderas más antiguas. Y han encontrado una mina en el Maestrazgo turolense. Allí las masías, los molinos y las iglesias que fueron construidos en época medieval con la madera de la zona continúan albergando las vigas originales. «Es de lo mejor que podemos conseguir para entender el clima del pasado», asegura Tejedor. Se usaron pinos de la zona, que además da una buena muestra del hidroclima mediterráneo. Con la búsqueda de masías antiguas han creado, además, una curiosa competencia entre los dueños de las edificaciones de la zona, que ahora quieren averiguar si la suya es más antigua que la de su vecino. A cambio, solo tienen que dejar que el equipo de Tejedor extraiga un listón de alguna de las vigas de la casa con una especie de broca. Es con estas muestras con las que irán reconstruyendo el clima desde el periodo más reciente en el tiempo hasta el más lejano, solapando los años que ya conocen con los que quedan por reconstruir. Creen que hay maderas escondidas en la zona que van desde el siglo XVIII hasta el siglo XII. «Ya tenemos una muestra que es de 1357. Son edificios que eran como castillos, son impresionantes las construcciones que hay allí», dice Tejedor.RogativasAlgunas masías tienen inscrito en piedra el año de construcción, lo que facilita el trabajo, pero son una minoría. En el resto de casos, los investigadores tendrán que encontrar la similitud de algún anillo con el de otro árbol que hayan conseguido datar. Aun así, para verificar sus datos los investigadores no renuncian a nada. El trabajo de solapamiento de anillos de árboles lo complementan, en ocasiones, con carbono 14 . Pero, sobre todo, con documentos de la Iglesia, que han demostrado ser muy útiles y una fuente inestimable de información. En su archivo han quedado registrado las conocidas rogativas, ceremonias que podían ser para pedir precipitaciones (pro pluvia), cuando la sequía estaba causando estragos, o para pedir que pararan las tempestades (pro serenitate).MÁS INFORMACIÓN noticia No Primer ‘juicio por el clima’: el Constitucional estudiará si la inacción climática vulnera derechos básicos noticia No La ONU certifica por primera vez que la aridez avanza a nivel global y el 77% del planeta se ha vuelto más seco noticia Si Las nubes bajas disminuyen y esto podría explicar el misterio de las temperaturas de 2023«Llevamos haciendo rogativas en España desde el siglo XII continuadamente hasta el año pasado, que hicieron en Gerona de manera ceremonial», ejemplifica Tejedor. Muchos de esos datos han sido recopilados en investigaciones previas, y sirven ahora para verificar el registro ‘natural’ de los árboles. «Es una forma de validar los dos registros», concluye el investigador.
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