Cuando a eso de la medianoche del jueves Pablo bajó el cierre a su negocio, la hamburguesería Bon Appetit en Soto del Real, no observó nada extraño. Tampoco lo hizo la pareja de guardias civiles que al filo de las 3 de la madrugada pasaron por delante al recibir el aviso de que un encapuchado llevaba un rato merodeando . Pero el caso es que a las 7 de la mañana, el responsable de abrir la cafetería de al lado, dio la voz de alarma al percatarse de que el cierre metálico, la puerta y la cristalera habían sido forzadas. El robo, por tanto, solo pudo ocurrir a altas horas de la noche.Pero lejos de ser un plan perfectamente ejecutado, el ladrón bien podría haber sido retratado en algún cómic de Pepe Gotera y Otilio. «Lo primero que hizo fue forzar el cierre de acordeón con una barra de hierro, hasta que se dio cuenta de que era mejor romper el candado», relata Pablo, en conversación telefónica con ABC. Dicho y hecho, nuestro particular villano reventó a golpes la pieza y presionó la cerradura de la entrada con una cuña de aire, de tal forma que al hacerlo rompió el cristal rectangular de arriba.Dentro, la cosa no mejoró. «Se fue a por la máquina registradora, donde ese día había dejado algo de cambio, y el bote de las propinas», recuerda el propietario, sin entender del todo lo que ocurriría a continuación. «Al entrar por la mañana encontré un billete entre dos cajones y muchas monedas tiradas por el suelo», añade; buena parte de un botín ya de por sí exiguo: unos 300 euros. Antes de marcharse, este amigo de lo ajeno subió al almacén de arriba y forzó una de las dos taquillas.La cerradura de la puerta de entrada forzada ABCAllí, en lugar de encontrar jugosas ganancias se topó con delantales y zapatillas, por lo que tampoco le sirvió de nada descolgar la puerta de una taquilla que ni siquiera estaba cerrada con llave. Completaba así un extraño robo que no por chapucero ha dejado sin preocupar al enclave, el Zoco de Soto del Real, una especie de centro comercial al aire libre lleno de establecimientos. «En el pueblo, en dos semanas han entrado en una inmobiliaria y dos restaurantes, y en el gimnasio público», apunta el afectado, consciente de que detrás de esta oleada podría estar un viejo conocido de las fuerzas y cuerpos de seguridad del lugar.«Tenemos la sospecha de que puede ser un hombre que ha salido de la cárcel recientemente, y que acude antes a las tiendas a pedir», sostiene Pablo, convencido de que el monólogo de mendicidad que le soltó días atrás pudo servirle para inspeccionar las posibles medidas de seguridad. Sea como fuere, y a falta de cazar al delincuente de los bolsillos rotos (por eso de ir perdiendo el dinero), el dueño de Bon Appetit ya ha colocado una alarma y cámaras de grabación 24 horas que se activan al detectar movimiento.Cabe recordar que la Policía Local mantiene en marcha una campaña de comercio seguro «para garantizar la tranquilidad de sus comerciantes y vecinos y vecinas durante estas fechas tan importantes». Así lo anunció el ayuntamiento el pasado 16 de diciembre, a fin de ofrecer consejos preventivos de seguridad e informar sobre cómo actuar ante posibles delitos. Aunque a tenor de los acontecimientos, no parece la medida más efectiva.
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