Se llamaban los ‘Inmortales’, y han quedado grabados en los libros de historia como una de las unidades más letales de su era. Con todo, su nombre no solo se debe a su destreza en combate, sino a una estrategia peculiar: cuando uno de estos guerreros caía en batalla, otro tomaba su lugar de inmediato. Estos soldados, que formaron la élite del ejército persa durante casi tres siglos, tocaron la fama gracias a su aparición en la película ‘300’, donde se les presentó cuales seres mitológicos capaces de derrotar a ejércitos enteros con su sola presencia. Sin embargo, la realidad histórica es bastante distinta. Aunque eran bien entrenados y diestros con las armas, la triste realidad es que cayeron derrotados en las dos batallas más conocidas de la historia antigua: la de Maratón y la de las Termópilas . MaratónTal y como explica el historiador español Jesús Hernández en ‘¡Es la guerra!’, la nueva reedición de su obra más vendida, una de las derrotas más escandalosas de los ‘Inmortales’ se produjo en el año 490 a. C., durante la célebre batalla de Maratón . Por entonces corrían tiempos precarios para Atenas pues, tras haber participado en una pequeña revuelta contra los persas, se había convertido en un objetivo prioritario del monarca Darío I. Al que, por cierto, llamaban ‘el Grande’ por la ingente cantidad de territorio que había conquistado.Lo cierto es que los temores no nacieron en vano, pues, con ansias de venganza, envió a más de 150.000 guerreros a tomar la región, derrocar al gobierno y ubicar a uno más afín a sus intereses. Al mando del contingente puso al medo Datis, aunque supervisado por el representante real Artáfrenes. Y, como no podía ser de otra manera, dentro de este gigantesco ejército se destacaban los ‘Inmortales’. Los atenienses apenas pudieron reunir 11.000 combatientes al mando de los cuales se encontraba el general Milcíades.Noticia Relacionada Un dolor de cabeza para el Emperador Carlos V estandar Si El arma secreta para aplastar al pirata más temido del siglo XVI Manuel P. Villatoro El capitán genovés Andrea Doria recibió el encargo de acabar con Barbarroja y, aunque le venció, no pudo atraparleTras considerar durante algún tempo el lugar idóneo para enfrentarse a los persas, Milcíades decidió que sería en la bahía de Maratón, ubicada a 42 kilómetros de Atenas y donde los persas iban a hacer desembarcar a sus tropas. «Milcíades extendió sus líneas a través de un valle para que no les rodearan por los flancos», explica Hernández. Por su parte, Datis ordenó que solo desembarcara la infantería y que los jinetes se quedasen en los buques. El objetivo era dirigir a estos últimos hacia Atenas mientras, en la bahía, la infantería acababa con el grueso de los combatientes enemigos. De esa forma, según creía, lograría tomar la ciudad sin oposición.Sabiendo que no había jinetes a los que enfrentarse, Milcíades ordenó atacar a Datis el 12 de agosto; o septiembre, dependiendo de las fuentes. Para ello, formaron una extensa línea de batalla, un kilómetro y medio más amplia de lo normal, y reforzaron los flancos de la formación en detrimento del centro. La idea era sencilla: rodear por los laterales a las mejores tropas persas, que se ubicaban en el centro del ejército (y entre las que destacaban los Inmortales) y acabar con ellas atrapándolas en una pinza mortal.En palabras del historiador clásico Heródoto, Milcíades tomó una decisión que pareció extraña a los persas, pero que resultó efectiva a la postre: ordenó a sus tropas cargar contra el enemigo a la carrera recorriendo el kilómetro y medio que les separaba de la primera línea de infantería enemiga. Aquel movimiento parecía una locura, pero lo que buscaban los atenienses era disminuir el tiempo que iban a estar expuestos a las temibles flechas de los arqueros de Datis. «Pese a la debilidad de su centro, las alas pudieron contener el ataque enemigo. Seguidamente, los griegos pasaron al ataque, con una ferocidad que provocó el pánico en las filas persas, incluidos los Inmortales. Los hombres de Darío huyeron corriendo hacia sus barcos. Dejaron tras de sí unos 6.400 muertos. Por su parte, los griegos solo contaron ciento noventa y dos bajas», explica Hernández en ‘¡Es la guerra!’.TermópilasUna década después de la gran derrota de Maratón, los persas volvieron a armar a un gran ejército para tratar de conquistar Atenas. En este caso, la responsabilidad corrió a cargo de Jerjes, hijo de Darío y un destacado estudiando de filosofía. Y un líder que la película ‘300’ muestra sin razón alguna cual desquiciado dispuesto a sacrificar a todos sus hombres a cambio de la victoria. El monarca logró reunir un ejército para atacar Grecia que, a día de hoy, se cifra en 300.000 hombres. Aunque la principal fuente de la contienda, Heródoto, aumenta el número hasta los dos millones de hombres.Cuando los atenienses se percataron del gran contingente que se les venía encima, allá por el año 481 a. C., solicitaron apoyo a todos las regiones cercanas. Entre ellas se encontraba Esparta, cuyo rey, Leónidas , aceptó enviar hombres en su ayuda después de que una pitonisa le informase de que su pueblo sería el siguiente en caer bajo el yugo invasor. Aunque lo hizo con limitaciones. El consejo militar se negó a mandar al grueso de sus hombres –unos 9.000 soldados– a la lucha y, tal y como se muestra en la película dirigida por Zack Snyder, el monarca solo pudo unirse a sus curiosos aliados, pues su enemistad era conocida, con unos pocos centenares de combatientes adscritos a su guardia personal.El lugar que Leónidas seleccionó para detener al ejército persa fue el paso de las Termópilas, una angosta zona montañosa ubicada al norte de Grecia que se consideraba la entrada natural hacia el sur de la región, donde se ubicaban las principales ciudades. Su característica más llamativa era que el paso principal no superaba los 15 metros de largo, lo que lo hacía perfectamente defendible.«Si observamos la batalla de las Termópilas a vista de pájaro, vemos el estrecho paso que el ejército de tierra tenía que atravesar, y eso representó una ventaja para los griegos, ya que podían utilizar una pequeña cantidad de hombres para reducir el frente y ofrecer una defensa significativa», señala el historiador militar Richard A. Gabriel en sus obras sobre el conflicto. Heródoto fue de la misma opinión: «Estos parajes parecieron a los griegos los más aptos para su defensa; pues miradas atentamente y pesadas todas las circunstancias, convinieron en que debían esperar al bárbaro invasor de la Grecia en un puesto tal, en que no pudiera servirse de la muchedumbre de sus tropas y mucho menos de caballería».Entre agosto y septiembre del año 480 a. C. se sucedió la contienda. Los griegos contaban con 300 espartanos y unos 6.000 soldados «Tejeos; Mantineos; de Orcomeno, ciudad de la Arcadia; de lo restante de la misma Arcadia; de Corinto; de Fliunte, de los Miceneos, los Locros Opuncios y los Focenses». Jerjes desembarcó con un ejército imposible de contar y que superaba, como mínimo, a los defensores en una diferencia de 50 a 1 . Con todo, se demostró que el lugar había sido elegido a la perfección, pues, durante el primer día batalla, la infantería ligera persa se estrelló contra la falange hoplita y se vio obligada a retirarse.Noticias relacionadas estandar Si Papeles inéditos Vicente Aleixandre Documentos desvelan un error en su biografía Manuel P. Villatoro estandar Si Un cuadro perdido reescribe la batalla más épica del Imperio español Manuel P. VillatoroLa segunda jornada de batalla, ansioso de lograr la victoria, Jerjes envió a luchar contra los defensores de las Termópilas a los Inmortales. «Hizo venir el rey a los Inmortales, cuyo general era Hidarnes, muy confiado en que éstos se llevarían de calle a los Griegos sin dificultad alguna. Entran, pues, los Inmortales a medir sus fuerzas con los Griegos, y no con mejor fortuna que la tropa de los Medos, antes con la misma pérdida que ellos, porque se veían precisados a pelear en un paso angosto, y con unas lanzas más cortas que las que usaban los Griegos, no sirviéndoles de nada su misma muchedumbre», explica Heródoto.Al final, viéndose superados por un enemigo mucho mejor entrenado y equipado, los guerreros de élite de los persas tuvieron que darse la vuelta, y huir para evitar ser masacrados. Con todo, todavía lucharon durante algún tiempo más contra las primeras líneas de los Inmortales. «Es increíble cuánto enemigo Persa derribaban [los espartanos], si bien en aquellos encuentros no dejaban de caer algunos pocos espartanos», finaliza el autor clásico. El resto de la Historia es bien conocida por todos. Los hombres de Leónidas murieron, pero retuvieron al enemigo lo suficiente como para que otro ejército se formase e hiciese retirarse a los persas.
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