Poner la otra vaquilla

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Poner la otra vaquilla

Este país despedía el año con un señor con capa y ahora sale una cómica que hace coñas marineras con una estampita del Sagrado Corazón disfrazado de vaquilla de peluche del Grand Prix. Por la Ley de Bienestar Animal, el nuevo Gran Prix en el que compiten los pueblos se graba con una vaquilla de peluche que lleva dentro un hombre, una vaquilla aliade, y a la res de verdad la mandaron al matadero. Yo creo que un pueblo sin vaquillas es un PAU, pero ese es otro tema. Porque en televisión no se pueden hacer juegos con animales para no ofender y ya solo se hacen chistes del Sagrado Corazón y los periódicos que no le gustan al Gobierno. A esto lo llaman actualización por los nuevos tiempos, aunque yo tengo mis dudas, porque los tiempos son los de siempre. A mí estas cómicas no me hacen mucha gracia, pero lo cierto es que cada vez me hacen gracia menos cosas. Mi Españita sigue llegando al quicio solemne de los asuntos por los caminos más estrafalarios . Un chiste del Sagrado Corazón en Nochevieja resulta una manera muy española de preguntarse sobre las cosas importantes. ¿Se deben hacer chistes de las creencias de los demás? Si se pueden hacer chistes de los cristianos, ¿por qué no se pueden hacer chistes de gordos? En el mundo se persiguen a 360 millones de cristianos por su fe y los matan a millares, pero para el Gobierno, violencia es mirar a una señora obesa en la playa. ¿Y de Sánchez se pueden hacer chistes? ¿Y de Otegi? O de la ministra de Hacienda, que pronuncia las eses a lo Panenka. O de Koldo o del ministro de Política Territorial al que los Aldamas apodaban presuntamente Rudolf. Ojalá una estampita de Ángel Víctor Torres vestido de Rudolf o del Tito Berni en pedrista pantaloneta de farra de habitación de hotel.Ricky Gervais habló de mujeres pasadas de moda como «esas que tienen útero» y a la izquierda la pareció fatalHay que reconocer que las bromas irreverentes tenían más ‘age’ cuando se hacían desde la disidencia y no ahora que lo ‘mainstream’ es reírse de los beatos y que lo alternativo es ir el domingo a misa con tu mujer y tus tres hijos, y salir a tomar el aperitivo antes de comer. Los pibes van a la confirmación como yo entraba con 15 años al concierto de los Ramones en el Velódromo de Anoeta. La posición del cristiano es, tradicionalmente, la de un tipo risible a ojos de los demás, alguien que sigue a un líder al que crucificaron, que humillaron y del que se rieron, un todopoderoso hecho hombre que sentía dolor y miedo. Si se meten con nosotros es porque debemos poner la otra mejilla, no te digo ya la otra vaquilla. Quizás se haya sacado el chiste de contexto ahora que se hace desde el poder que concede la hegemonía cultural, y a favor de obra de Moncloa. Me estoy imaginando qué pasaría si saliera alguien en las campanadas a hacer unas bromas trans. Ricky Gervais habló de mujeres pasadas de moda como «esas que tienen útero» y a la izquierda le pareció fatal. Sería novedad aquí. En cambio, el chiste sobre cristianos es tan antiguo como los cristianos mismos. Los soldados tejieron una corona de espinas, la pusieron sobre la cabeza de Cristo y le vistieron con un manto de púrpura. Acercándose a Él, le decían: «¡Salve, Rey de los judíos!». Se echaban unas buenas risas.

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