Veintidós robots blancos trabajan sin descanso en una misteriosa nave de 4.000 metros cuadrados situada a las afueras de Ávila . La actividad es incesante dentro, pero también fuera debido a la llegada continua de toneladas de plástico reciclado , en gran parte proveniente de descartes del sector sanitario. Mediante el sistema de impresión 3D y aplicando diseño de vanguardia, la empresa local Nagami fabrica con ello sofisticadas lámparas, muebles, paneles y todo tipo de objetos decorativos y arquitectónicos que le encargan empresas, instituciones y estudios de todo el mundo.Tecnología, sostenibilidad y diseño . La empresa pionera fundada por los hermanos Miguel y Manuel Jiménez García junto a su amigo Ignacio Viguera Ochoa ostenta la tríada ganadora. Gracias a ella ha ido creciendo desde sus inicios como un emprendimiento paralelo y experimental hasta convertirse en líder mundial en su sector , pues además de su sofisticada planta cuenta ya con 45 trabajadores, una creciente cartera de colaboraciones con marcas de lujo y arquitectos de renombre y una valoración de mercado de 16 millones de euros tras ampliar capital. Todo comenzó en 2016 en Londres, donde Manuel, actual CEO, dirigía un laboratorio de la prestigiosa Universidad de Arquitectura Bartlett UCL enfocado en herramientas digitales y automatización. A sus manos llegó el encargo de diseñar una silla para un proyecto expositivo del Centro Pompidou de París . Rápidamente, convenció a su hermano y a su antiguo compañero de piso, los tres arquitectos y apasionados de la paramétrica y la robótica, para montar una empresa en su ciudad natal, Ávila, dedicada a la producción 3D a gran escala .Los socios dejaron sus respectivos trabajos para impulsar Nagami, palabra que contiene sus nombres pero, además, designa en japonés una pequeña mandarina de un naranja brillante, tanto como los logrados tonos iridiscentes que tienen sus plásticos tras su renacimiento castellano.Durante un año trabajaron en el desarrollo de los programas informáticos y las herramientas necesarias para materializar su visión, entre ellas la pieza clave en la fabricación, entonces inexistente en el mercado, un extrusor de plástico que se acopla a los robots -son los que, por ejemplo, utiliza la industria automovilística- para soltar a mano alzada -de ahí la doble dificultad de su método- el material que va dando forma a escala real la pieza definida vectorialmente en el ‘software’.La planta de Nagami en ÁvilaCómo funciona NagamiLos robots de Nagami engullen los pellets del plástico triturado a través de un embudo y sobre el chorro que expelen del material aplican una combinación de velocidad, densidad y temperatura para elaborar los objetos diseñados previamente por el equipo de arquitectos e ingenieros de la empresa. Durante el proceso, el producto se apoya en una mesa calefactada especial, a veces se sujeta con pinzas, pero por lo demás no admite intervenciones ni fallos en un programa de un solo sentido. El añadido del color sí es manual, aunque el equipo está trabajando en su automatización en un futuro. La riqueza de tonalidades que consigue esta planta es otro de sus caballos ganadores, con degradados y combinaciones propias del diseño más en tendencia, lo que ayuda a su aplicación tanto en proyectos de arquitectura y decoración como artísticos.Nagami está trabajando en el añadido de otros materiales al plástico reciclado que utiliza como base de todo su trabajo, desde café o virutas de madera hasta huesos de aceitunas , para conseguir otras texturas y matices pero también para aportar a su reutilización. Este objetivo sostenible no es secundario. Los dueños de la firma abulense creen que «nos estamos hundiendo en plástico» como civilización, por lo que urgen tomar cartas en el asunto desde todos los campos. Sus 22 robots llevan una media de 100 toneladas anuales recicladas.Sus proyectosLa silla Voxel creada para el Pompidou. Una tienda con revestimientos y muebles de Nagami. Norman Foster probando si sillón espacial.Nagami hoy puede fabricar piezas de hasta 3 metros y medio de alto . Elabora desde revestimientos y fachadas hasta lámparas y muebles de todo tipo y sus emblemáticos Frizz , un macetero o hielera disponible en una gran variedad de colores. Es el primer producto que se vende directamente al público y curiosamente es el que da salida al sobrante o los recortes de esas grandes obras que le encargan. En 2023 realizó su proyecto más grande hasta la fecha, parte de «la ciudad del futuro» Neom en Arabia Saudí . Pero antes ya había expuesto en el Salón del Mueble de Milán, firmado piezas con famosos arquitectos, elaborado sillas para la muestra ‘Moving to Mars’ del Museo del Diseño de Londres y participado en la decoración de las tiendas de marcas como Cartier, Dior, Ecoalf o Jimmy Choo, entre otras. En España ha fabricado todo el mobiliario del teatro Pereyra de Ibiza, ha participado de Casa Decor 2024 y se ocupa de imprimir las bases de los antiguos asientos del Santiago Bernabéu, dentro del programa de Memorabilia del Real Madrid.Con ‘showroom’ y oficina en el exclusivo callejón de Jorge Juan, en Madrid, Nagami sueña con llevar la impresión 3D aún más lejos. Por qué no, al espacio. Por qué no, a casas modulares para todos.
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