Jugó Szczesny , el único portero de la élite que sale a jugar con aliento olor a tabaco. Esto pasaba hace muchos años, Cruyff apuraba el pitillo en el túnel de vestuarios y en el colegio nos mandaban hacer ceniceros de barro para llevar a casa de regalo el día del Padre. Hoy un portero que fuma es tal excentricidad que merece salir en las crónicas. Cosas de jugar con un jubilado, y polaco. El terreno de juego era como un descampado de arena y piedras donde se instalan las ferias ambulantes. Con el ridículo de Olmo aún en danza y ante un rival tan modesto, las posibilidades de sorpresa aumentaban, a pesar de ser muy escasas. Salió el Barça muy motivado y el Barbastro muy prudente, defendiéndose como podía y esperando su momento. Los minutos pasaban en beneficio local, que no se acercaba al área rival, como si sus jugadores tuvieran una hipersensibilidad al olor a cigarrillo. Dominaban los de Flick pero sin grandes alardes, aunque era cuestión de tiempo que se adelantaran en el marcador. Parecía el técnico más enfadado que otros días: ya sé que puede parecer oportunista el comentario pero de verdad lo parecía. Sus jugadores se empleaban a fondo pero el portero Arnau Fàbrega mantenía viva con brillantes actuaciones la fina llama del milagro, justo hasta que el minuto 20 Eric García de cabeza marcó de cabeza el primero. Empezaba la deconstrucción del sueño casero, que pareció del todo demolido con el segundo de Lewandowski, un gol que el VAR habría anulado por claro fuera de juego. Una niña lugareña acudió al partido con su osito panda de peluche. Es el encanto de la Copa. Estas cosas en la gran ciudad no pasan. Gavi, la mano vendada, entró por Pedri tras el descanso. Lewandowski marcó el tercero, también en fuera de juego. No es mesurado decir que los errores del árbitro cambiaron el signo de la eliminatoria, porque de todos modos el Barbastro no hizo nada para ir a por la victoria. Pero habría podido estar muchos más minutos metido en el partido, pendiente de una contra afortunada. En cualquier caso es muy feo ir a casa del pobre y robarle lo poco que tiene. Pablo Torre marcó el cuarto. Flick hizo debutar a Toni Fernández, 16 años.Sin sorpresas, sin fisuras, pero con regalos, el Barça empezó mejor el año en el campo que en los despachos.
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