A Tony Cragg le interesó la geología desde niño. Con nueve años empezó a coleccionar fósiles y piedras y hoy sigue haciéndolo. No estudió Arte, pero en su primer trabajo para un laboratorio de caucho empezó a dibujar. Le gustaba tanto hacerlo que, en 1969, se matriculó en una escuela de Cheltenham, al oeste del Reino Unido. Aquello fue una revelación. Entre clases de cerámica y otras asignaturas empezó un curso de escultura que marcó el principio de esta historia. Para este artista, el mundo material está en constante conversación con nosotros y todo cuanto percibimos nos afecta: «Si estoy hablando con alguien y miro su cara, percibo los detalles más sutiles». Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA ‘Darse la mano’: una escultura tan fiera como la pintan en el Museo del Prado José María Herrera estandar Si Crítica de: ‘La huella de Jesús de la Sota’, en la galería José de la Mano: Composición y herencia Javier Rubio NomblotCragg es agnóstico. Solo cree en el Arte, y la escultura se ha convertido en su política y su religión. Afirma que la naturaleza que nos rodea y que ha tardado billones de años en conformarse es fantástica, enormemente complicada y cargada de significado. También piensa que, quienes vivimos en la ciudad estamos sumergidos en cosas que hemos creado (ropa, muebles, coches, edificios); una capa que se interpusiera entre nuestro cuerpo desnudo y la tierra desnuda. Y eso es precisamente nuestra cultura, lo que nosotros hemos construido.En ramificacionesLas obras de Cragg están generadas por una raíz central a partir de la cual se desarrollan numerosas ramificaciones, reflejando la Naturaleza. Considera que la escultura es una de las pocas vías a través de las cuales el ser humano tiene la capacidad de crear nuevas formas que no pertenezcan al mundo funcional. Fue un estudiante pobre que contaba el material que se podía permitir o el que no había que pagar. Utilizaba todo cuanto encontraba o robaba: ladrillos, trozos de madera o plástico. Aquella etapa fue básica y supuso el principio de la construcción, el vocabulario con el que entendió que los materiales tienen distinta resonancia.A este escultor, con sabiduría de científico alquimista, nunca le interesó desarrollar un estilo propio, sino distinguir entre materiales y observar sus múltiples facetas. Muchos con los que trabaja están hechos por el hombre. La única excepción es la piedra. Cragg explica que las esculturas de contrachapado le vienen bien porque las va construyendo desde un trozo plano recortado al que pega otro encima y otro debajo, así sucesivamente y, poco a poco, va surgiendo un volumen. Estos apilamientos se irán sofisticando a lo largo de los años. La escultura para él es adición o sustracción, y mientras lo explica, hace con las manos el gesto de cincelar: «Yo pensaba en la geología. La distribución de los materiales. Las partículas como moléculas, células de un cuerpo, estrellas en el cielo. En un momento dado, las partículas alcanzan una densidad tal que se convierten en capas. La estratificación da una sensación de tiempo y tiene algo que ver con el crecimiento».Formas sinuosas. En las imágenes, detalles del montaje de la muestra de Cragg en las Termas de Diocleciano ABCLas Termas de Diocleciano acogen hoy su gran individual. Son 18 magníficas invenciones escultóricas que reflejan un paso decisivo que no tiene que ver con la figura, sino con la esencia de la energía necesaria para vencer la gravedad. En Roma están algunas de sus columnas figura-paisaje, donde su persistente interés en las estructuras apiladas se entrelaza con sus más recientes inquietudes figurativas, en las que el rostro humano de perfil se multiplica centenares de veces para devenir un motivo plástico, abstracto y obsesivo.El título de esta muestra proviene de una cita de Charles Darwin en ‘El origen de las especies’ (1859): «Hay algo grandioso en esta concesión de la vida, con sus múltiples capacidades que al principio se dieron a unas pocas formas o en una sola y que, mientras el planeta seguía girando según la inmutable ley de la gravedad, evolucionó y evoluciona a partir de unos comienzos tan simples para crear infinitas y bellísimas formas». Son palabras que sirven al artista para reflejar su entusiasmo ante la riqueza de la arquitectura de la vida, del microcosmos al macrocosmos, y su asombro por la inagotable riqueza de formas y modelos de estructuras y procesos que el mundo natural pone ante nuestros ojos. Sus obras, que se mueven en equilibrio entre abstracción y figuración, exploran las fronteras entre opuestos: vacío y plenitud, estabilidad y desequilibrio, micro y macrocosmos. Proceden de la tensión de los materiales de los que quiere extraer respuestas emocionales.Hay choques que solo se producen en Roma. Las esculturas monumentales de sus dos últimas décadas habitan hoy en las Termas. Destaca la forma blanca y serpentina de ‘Senders’, una escultura de fibra de vidrio que casi roza la bóveda del gran vestíbulo. Está también ‘Nosotros’, perfiles de rostros que crean la forma de un huevo como símbolo de la perfección. ‘Manipulaciones’ es una mano que, a modo de Dánae, se ramifica como un árbol. ‘Ola’, de imponente envergadura, está formada por cientos de cuerpos humanos para recordar el estado de emergencia de la Humanidad y la crisis climática, una suerte de tsunami de la vida.El contenedor de estas piezas como tótems es la estructura milenaria de las termas más grandes del mundo romano. Sus imponentes salas abovedadas y su volúmenes facilitan un encuentro deslumbrante entre la construcción del mundo antiguo y las referencias a los elementos naturales de Cragg. Además, el brillo metálico y el colorido de estas esculturas contemporáneas se mezcla con un coro polifónico de formas antiguas: sarcófagos y estatuas de mármol, mampostería de tonos violáceos y teselas blancas y negras en los mosaicos del suelo.Tnoy Cragg ‘Infinitas y bellísimas formas’. Museo Nacional Romano-Termas de Diocleciano. Roma. Vía Enrico de Nicola, 78. Comisarios: Sergio Risaliti y Stéphane Verger. Hasta el 4 de mayo. Cuatro estrellas.Cragg tiene una sensibilidad especial y un gran conocimiento de la Historia del Arte y este es el fundamento para que sus esculturas entren en suave sintonía con el entorno milenario que hoy las alberga. «En realidad la escultura se encuentra solo en el principio de su Historia. ¿Y si estuviera naciendo ahora? ¿Y si la idea de la escultura no consiste en crear un ornamento para el mundo sino, directamente, un instrumento de investigación?», se pregunta, dejándonos perplejos.
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