Un Sonny Angel es una figurita creada en Japón y que tal vez de forma primigenia fue concebida para el disfrute de los niños, pero que causa furor entre los que llaman ‘kidults’ ( adultos de 25-45 años coleccionando trebejos infantiles). En AliExpress se vende el muñeco del gorrito temático por 1,92 euros. En Temu , por 6,24 y en la página del fabricante, mínimo por 12,90. ¿Dónde lo compraría usted? Como metáfora perfecta, el más barato llega en una «caja ciega». A saber qué encuentra quien la abra y si no se ajusta a lo que ha pedido, además, no será fácil la devolución del producto.Noticia Relacionada estandar Si La patronal juguetera pone el foco en Temu o Shein: «El 80% de los juguetes de los marketplaces no son seguros» Xavier Vilaltella El fraude en plataformas como Temu o Miravia golpea a un sector golpeado ya por la caída de la natalidadEl del Sonny Angel es el primer ejemplo que pone la teniente Raquel del Grupo de Delitos Económicos de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil a este diario, pues en las inspecciones aleatorias que realizan de contenedores y cajas se incautan a cientos, a miles los muñequitos japoneses de las frutas, las flores y los animales. Agentes y autoridades de Consumo aconsejan que antes de encargar juguetes inseguros, «si el cliente no tiene claro a quién y dónde lo devolvería, no lo adquiera». Y lo peor en ese caso no sería el dinero que, para ayudar a los Reyes Magos en su carta, se puede estar tirando a un ‘marketplace’ sin dirección postal para reclamar, sino que ese producto tiene probabilidades de no haber superado los estrictos estándares de calidad que hay en continentes como el europeo, el más rígido del mundo en estos controles. De los Sonny Angels fraudulentos localizados en España se han desprendido algunas piezas pequeñas con riesgo de asfixia para los más vulnerables, los pequeños de la casa, apercibe la teniente. Y entonces la diversión sale más cara que esos once euros de diferencia en la compra inicial. El proceso que sigue cada jugueteLa legislación comunitaria se traspuso a los Estados miembro con la directiva 2009/48 y es una norma que compromete a fabricantes y autoridades de consumo a velar por la seguridad del juguete . Juan González es técnico del Laboratorio del Instituto Tecnológico de Producto Infantil y de Ocio (AIJU). Tal y como explica, la norma europea contiene unos requisitos exigentes de higiene, inflamabilidad, radiactividad, físicos, químicos (que no haya pintura tóxica), diseño del producto (sin bordes cortantes o puntas punzantes) y de incompatibilidad electromagnética (que al ponerlo en funcionamiento no se active la tele u otro aparato). Operación de la Guardia Civil contra juguetes falsos CEDIDA A ABCLos ensayos mecánicos a los que se somete un producto antes de su puesta a la venta son innumerables: en laboratorios como el del AIJU ponen a prueba especialmente que la gradación de edad que «conviene que señale el fabricante» –apuntilla el técnico– sea la correcta. El mercado es especialmente riguroso con los juguetes concebidos para menores de 36 meses, para que no se desprendan piezas o bolas pequeñas. Y es que el peligro en ese caso es de vida o muerte. «La prueba del cilindro es imprescindible. Se coloca una pieza en un cilindro con las dimensiones que impedirían el atragantamiento con esa diminuta pieza», indica Miró. Y González avala. Él se explaya: pintura tóxica de un componente, el espesor de la bolsa de plástico que envuelve el juguete, la fuerza motriz de una muñeca para que no se desgaje una mano, el efecto arrastre, su comportamiento frente al fuego (en el caso de una peluca, tienda de campaña o disfraz), la seguridad eléctrica (si lleva pilas o posibles sobrecalentamientos y cortocircuitos)… Se vigila todo. En el AIJU , ubicado en Ibi (Alicante), la cuna del valle del Juguete en uno de los pocos países donde persiste la industria no sin dificultades, decenas de personas realizan unos 60.000-80.000 ensayos técnicos anuales. Revisan los productos fabricados por las casi 200 empresas jugueteras (el 95% pymes), apunta la mayor patronal, la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) . La AEFJ agrupa a 105 compañías y su sede también está en Ibi. Dos mesesUno de esos fabricantes es Injusa y su CEO Luis Berbegal concreta a ABC que desde que se concibe una idea de producto hasta que se comercializa transcurre en torno a un año. Dos meses de los cuales se invertirían solo en pruebas internas (los controles de la propia compañía) y la auditoría externa o exámenes adicionales que se piden a laboratorios como el del Instituto Tecnológico. Berbegal habla claro: « Alrededor de un 10% del precio del juguete se lo llevan los controles que pasa para garantizar que sea seguro». Las pruebas que recoge la ley son, no obstante, voluntarias y alguna empresa puede pretender un «atajo». «No existe el 100% de seguridad, pero el juguete en España lo es», porque el fabricante es el primer interesado en que lo sea, dice el técnico González. Miró da en la diana: «Lo que se juega el fabricante con cada juguete es su reputación. Si colocara algo en el mercado que no cumpliera los requisitos y se desprendiera una pieza, fuera tóxica y causara un daño a un niño, no podría volver a vender ese producto. Y el daño reputacional sería total».Miró cuestiona, además al hablar de reputación, que «el juguete no está bien valorado en España», y se mantiene como un «atracón» estacional en Navidad sin tener en cuenta el valor psicológico y educativo que tiene para el crío en desarrollo también el resto del año. Recomienda dosificar los obsequios y las compras.«Es inviable» controlar la ingente mercancía fradulenta que entra al país también por carretera y en paquetes postales pequeñosTras la norma europea y la autoexigencia de la empresa, llega la tercera barrera que supera la pertinencia de un juguete. El comprador y su concienciación. Por una parte, tiene que saber que las falsificaciones causan la pérdida de un 5% de puestos de empleo y un 11% de facturación cada año a la industria nacional. Y luego está el ‘otro’ peligro incalculable. Según la secretaria técnica de la asociación nacional, «en el año 2005 hubo un problema como un juego de arcos y flechas. Se ahogó un niño con una ventosa. Murió. Y se han dejado de vender por norma. Lo curioso es que es algo que parece que todos tenemos clarísimo, pero luego un familiar entra en un bazar multiprecio y lo compra para tener un detalle con su nieto o su sobrino», poniendo en peligro con su buena obra al agasajado. «Cada cierto tiempo hay retiradas de juegos ‘fake’ de arcos y flechas del mercado», lamenta.De China y TurquíaComo los Magos, las falsificaciones de juguetes también vienen de Oriente. Lo traduce en pérdidas para el sector la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea ( o Euipo, que también está en Ibi y emplea a 2.000 personas). Guardia Civil (agentes de aduanas, fiscal y fronteras) y las autoridades de Consumo –las direcciones generales autonómicas son las que ponen las sanciones por las infracciones cometidas– señalan que el gran perjudicado por esos gigantescos ‘marketplaces’ o plataformas en línea donde padres y abuelos tratan de ahorrar algunos euros sin ponderar los posibles daños colaterales es la seguridad del juguete. No significa que lo que se compra en China –la mayor potencia juguetera mundial– no sea seguro; hay muchos fabricantes de Europa que están yendo a China a producir para ahorrarse en costes, explican en la patronal, pero hay que saber dónde se compra y lo que se compra porque los controles en Asia suelen ser más laxos.De hecho, según la teniente Raquel, de China y Turquía proceden buena parte de los contenedores incautados con productos que no han superado las normas de seguridad. La mayoría se detecta ya en suelo nacional, aunque es como buscar una aguja en un pajar, porque entran muchas veces al país por transporte en carretera desde otro lugar de la UE «en paquetes postales dirigidos a casas particulares»; entonces el rastreo es del todo «inviable», resuelve. La última gran operación se produjo el pasado diciembre en el polígono de Cobo Calleja, en Fuenlabrada (Madrid). Se decomisaron dos millones de juguetes fraudulentos, explica la agente, destinados a la carroza de algún Mago al que le iban a dar –seguro– gato por liebre.
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