A la bióloga marina María García no le sorprendió en exceso cuando, en una inmersión hace unas pocas semanas, descubrió que un alga de Asia estaba creciendo cerca del puerto olímpico de Barcelona . En los últimos años la Rugulopteryx okamurae se ha convertido en una temida conocida en España. Es una alga que se dispersa con facilidad y se amolda a todas las condiciones posibles. Se agarra al fondo, pero también flota. Se adapta a la luz, pero sobrevive largos periodos en la oscuridad. Se reproduce en el agua cálida del Mediterráneo y en la más fresca del Atlántico. Desde que se descubrió en el Estrecho de Gibraltar en 2015, ha ido extendiéndose por las costas españolas. García sabía que era solo cuestión de tiempo que llegara hasta el extremo nororiental del país. Aun así, no quita un ápice de catastrofismo al hallazgo: «Supone una amenaza muy importante».De colores que varían entre el verde oliváceo, el marrón y el ocre, se trata de un alga prácticamente indestructible cuando llega a nuestros ecosistemas. Del noroeste del océano Pacífico y habitual en las costas de Japón, China, Taiwán, Corea y Filipinas, todo apunta a que entró a España en las aguas de lastre de algún buque. En pocos años ha causado estragos en el Estrecho y la Costa del Sol, a cuyas playas llegan miles de toneladas de arribazones al año y nadie descarta que ocurra lo mismo en el resto del país. Es una pesadilla para los turistas , porque ocupa las playas y atufa el ambiente. Contamina los aparejos de los pescadores , que además ven desplazadas sus posibles capturas; mientras los ayuntamientos costeros gastan millones en la limpieza de los desechos. También trae de cabeza a los biólogos marinos , que quieren averiguar qué está impulsando su crecimiento y cómo evitar su propagación.Pero «es imparable», resume García, que trabaja en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC). Una vez asentada, esta especie invasora no se puede erradicar. «En el medio terrestre puedes tener mapeada la zona afectada, se ve hasta donde llega con drones, caminando… pero en el mar no», simplifica. Este alga, además, se reproduce de todas las formas posibles: sexual (gametos), asexual (esporas) y vegetativa, por lo que cualquier pequeño fragmento desarrolla otra planta. El intenso tráfico marítimo en el área mediterránea y las corrientes marinas hacen el resto del trabajo.Un pescador en Málaga saca la red llena del alga asiática EfeCarolina Pena, bióloga de la Universidad de Alicante, no descarta que a medio plazo se repita la llegada masiva de restos orgánicos más allá de las playas de la Costa del Sol. Solo Marbella retira cada día 75 toneladas del alga. Estepona, en todo 2023, sumó 3.415 toneladas de algas, pero llegó a las 5.331 toneladas en 2022. En Tarifa , el coste asociado a la especie es de 3,3 millones de euros al año, según un reciente estudio que indica que los mayores afectados son los pescadores de la zona, que han visto reducida de forma drástica la captura de las especies tradicionales. Pérdida de biodiversidadDe hecho, los peores estragos se dan donde el ojo no los ve: la Rugulopteryx okamurae se instala encima de los bosques submarinos patrios , como los formados por posidonia y gorgonias, y que son claves para dar cobijo al resto de especies del ecosistema. Así que acaba desplazando la fauna del lugar. «Recubre todos los fondos. Hay un grave problema de pérdida de biodiversidad», dice García. El alga tampoco tiene depredadores , porque los peces y erizos de las costas españolas no están acostumbrados a su sabor y toxinas y no se la comen. «El problema de las especies invasoras cuando llegan y son tan agresivas es que inicialmente siempre tienen un ‘boom’ importante los primeros años, y después, en la mayoría de los casos, parece que se suaviza y termina de adaptarse al hábitat», dice Pena. Solo así los picos empiezan a bajar. Pero ese momento aún no ha llegado, opina la experta, y lo mejor es retrasar ese momento todo lo posible. «Eliminarla no la vamos a eliminar. Pero si limitamos la velocidad y la expansión, el daño será mucho menor», explica. El Ministerio para la Transición Ecológica cataloga desde 2020 a la Rugulopteryx okamurae como especie exótica invasora, pero las medidas para minimizar el riesgo de diseminación, como la limpieza de aparejos de pesca, de buceo y cascos de embarcaciones, no han impedido su proliferación. Otras medidas, como mantener los ecosistemas en el mejor estado posible, son complicados. Muy resistenteEn realidad, el alga en el Mediterráneo se detectó por primera vez en 2002, en una laguna costera de Thau (Francia), donde se cultiva ostra japonesa. Pero la especie quedó durante décadas limitada a esta laguna. El comportamiento fue opuesto a la cepa detectada en Ceuta en 2015 de forma masiva. Un año después pasó lo mismo en Tarifa (Cádiz). Año tras año ha ido ganando terreno más allá de Cádiz: se encuentra en Málaga, Almería, islas Chafarinas, Granada, las islas Canaria, Murcia, Alicante. Incluso se ha detectado en rías de la Coruña y Vigo. En verano, unos estudiantes de Farmacia detectaron el alga por primera vez en Cataluña , en Llançà (Gerona). La esperanza de los investigadores era que la procedencia fuera del foco galo, pero el hallazgo de Barcelona ha disipado las expectativas. «A esta alga le viene bien todo. No es restrictiva», cuenta Ángel Mateo-Ramírez, investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Andalucía. Tras encontrarla en el golfo de Cádiz a unos 900 metros de profundidad, decidió hacer un experimento: ver cuánto tiempo aguanta la Rugulopteryx okamurae en condiciones extremas. «Es muy resistente. Dura hasta 74 días en oscuridad », concluye. Tras este mes y medio, era capaz de reproducirse.En las zonas donde está bien asentada, como en la costa andaluza, «lo que queda es ver cómo evoluciona y si los animales empiezan a comérsela , los erizos, las salpas…», dice Mateo-Ramírez. Es la gran esperanza de los biólogos: que sean los herbívoros de la zona los que acaben regulando el alga invasora. Pero hace falta tiempo.MÁS INFORMACIÓN noticia No Experimentan el uso del alga asiática invasora como compost en las depuradoras noticia No Tarifa lleva retiradas más de 9.000 toneladas de algas de sus playas durante este verano noticia No Detectan un alga invasora en las rías de La Coruña y VigoTambién se están haciendo pruebas en laboratorio con erizos, por si pueden convertirse en una herramienta de ‘guerra biológica’. Pero incluso en este punto hay controversia: si los erizos se comen la base del alga, pueden propiciar la dispersión de talos por las corrientes marinas, haciendo que la especie invasora llegue más lejos. «La problemática es grave, pero no tenemos una varita mágica para solucionarlo», lamenta García.
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