La nueva era Trump y una UE que arrastra los pies

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La nueva era Trump y una UE que arrastra los pies

Comienza el año con los ojos del mundo económico puestos en Estados Unidos y en el comienzo de la era Trump mientras Europa camina despacio hacia lo que debería ser su principal objetivo: implementar las recomendaciones de los informes de Draghi y Letta para eliminar regulación, integrar mercados, y evitar caer en la insignificancia económica. De momento, incluso antes de su toma de posesión, el dinero, siempre cobarde y al lado del poder, se va alineando con las tesis de Trump. Desde Elon Musk, totalmente integrado en el nuevo Ejecutivo del presidente electo, y que se situará al frente de un Departamento de Eficiencia gubernamental para reducir burocracia, hasta los principales bancos y fondos norteamericanos, que han abandonado una alianza sobre compromisos climáticos y emisiones cero, las empresas van tomando posiciones frente a la nueva situación. Y aunque parezca que todo va a ser muy positivo para el mundo económico y el empresarial en Estados Unidos, lo cierto es que hay muchos temores a que no sea oro todo lo que reluzca y que las políticas proteccionistas de Trump se traduzcan en un incremento de la inflación y de los tipos de interés que pongan fin al rally bursátil que han registrado los mercados estadounidenses en los últimos años.Los expertos ya advierten de que el bono norteamericano a 10 años está a punto de alcanzar una rentabilidad del 5%. Eso significa por un lado que el coste de los intereses de la abultada deuda estadounidense, más del 118% del PIB en 2023, se encarecerá. Además, estas cifras dan por descontado que la esperada rebaja de tipos de interés en Estados Unidos ni ha sido ni será tan rápida y abultada como se esperaba, con lo que los intereses de las hipotecas y los créditos de los particulares seguirán siendo elevados.Asimismo, los analistas prevén también posibles caídas en la Bolsa. Si la deuda pública se paga a un interés tan elevado, para qué arriesgar en los mercados de valores… En este entorno, otro de los problemas a los que se enfrentará el mundo en este año y en los venideros, según ha advertido esta misma semana Elon Musk, es la «sequía de energía» para abastecer los desarrollos de la inteligencia artificial y los centros de datos. E independientemente de que estemos de acuerdo o critiquemos las intromisiones del magnate norteamericano en la política europea, lo cierto es que su advertencia sobre la escasez de energía parece más que real. Y el propio Elon Musk habla de la necesidad de generar energía limpia y producir transformadores eléctricos para sostener el futuro tecnológico del planeta. Y en este contexto, Europa no puede perder ni un segundo. Haría mal en dar marcha atrás en su apuesta por la inversión en energías renovables, pero también debe aprender a ser más permisiva a la hora de conseguir los objetivos y adecuarlos para no perjudicar a sus empresas y a su industria. Y en estas estamos, cuando en España, que tiene una oportunidad de oro por su gran capacidad de producir energía eólica y solar, sigue empeñada no solo en no construir más centrales nucleares, sino en, además, cerrar las actuales por puros motivos ideológicos. Por mucho molino de viento que tengamos instalado y mucha placa solar, necesitamos seguridad de suministro y para ello la energía nuclear es una de las mejores alternativas. Haría bien el Gobierno en escuchar a los ciudadanos y a los políticos de las zonas en las que están situadas las centrales, y replantearse los cierres de las nucleares. El sábado tendrá la oportunidad de oír los argumentos de los afectados por el cierre de Almaraz.

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