«Muchos sufren en la madurez porque eligieron ser especiales en vez de felices»

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«Muchos sufren en la madurez porque eligieron ser especiales en vez de felices»

Canas o calvicie, arrugas, flacidez, ojeras, encorvamiento… Puede que el declive físico asociado a la edad sea inevitable, pero lo que el economista, científico social y profesor de Harvard Arthur C. Brooks analiza en su libro ‘ La madurez inteligente ‘ (Valor Editions) va más allá de lo visible. El autor defiende que, aunque durante la segunda mitad de la vida se sufra el deterioro de algunas destrezas, esta etapa aporta nuevas capacidades que solo se adquieren cuando se acerca la vejez. Por eso, invita a comprender y a sacar partido de esa transformación para reinventarse y aprovechar las oportunidades que ofrece, pues asegura que para competir con los jóvenes no hay que dedicar un mayor esfuerzo o más horas de trabajo, sino cambiar el foco.En su obra habla de la «maldición del luchador», ese que siempre se esforzó para ser excelente pero es infeliz, ¿no merece la pena?Sí, merece la pena, pero tienes que tener más que una carrera. Esto se ve claro en Estados Unidos, un país con mucha adicción al éxito y con un porcentaje alto de workaholics. Es una forma peligrosa de ver la vida, porque esas personas se quedan sin el amor y sin las relaciones que les enriquecen. Muchos sufren en la madurez porque escogieron ser especiales en lugar de felices.¿A usted le pasó?Sí, también trabajé entre 70 y 80 horas semanales durante casi toda mi carrera, incluyendo cuando fui músico en Barcelona. Era superambicioso. Me gustaba trabajar y elegí triunfar, hacer giras, dar conferencias y recibir aplausos. Cuando mis hijos eran pequeños no paré de viajar, así que cuando llegaba a casa apenas me conocían. Luego crecieron y se independizaron, así que ahora he tenido que esforzarme mucho para conocerlos y para que me conozcan.Suena triste…Es triste. Por eso cambié de vida tras mis investigaciones. Me he jubilado de esa carrera absorbente que me forjé y me dedico a enseñar lo aprendido. No quiero cometer los mismos errores. Ahora, por ejemplo, estoy de gira para promocionar el libro, pero viajo con mi mujer. Y en mi día a día vivo con uno de mis hijos y su familia. La vida es compartir tanto la felicidad como la infelicidad.¿Cómo se sale de esa rueda de hámster que parece ser el éxito?Todos entramos en declive antes de lo que pensamos. Esto tiene que ver con la llamada ‘inteligencia fluida’, relacionada con la innovación, la rapidez y la memoria, que es alta en la juventud y cuyo declive comienza a partir de los 40 años. La buena noticia es que a partir de esa edad afloran otras habilidades, las de la ‘inteligencia cristalizada’, así que el declive es en realidad un cambio hacia esa sabiduría o capacidad para usar el conocimiento de forma eficiente. Pero, si no se acepta el declive, se sufre y solo se ve que cuesta mucho lo que antes se hacía con los ojos cerrados.Eso puede ser demoledor…No, aceptar el declive no es negativo. Solo hay que abrazar una época nueva, con nuevas habilidades, que son buenas y muy bonitas.«No se trata de esforzarse más, sino de usar las habilidades nuevas que se adquieren con la edad» Arthur C. Brooks—Si no se acepta el declive, ¿se vive una madurez limitada en lugar de inteligente?El título de mi libro en inglés es ‘From strength to strength’ (de fortaleza a fortaleza). La idea de una madurez inteligente implica que se puede madurar bien o mal. Los maduros inteligentes saben que con 60 años hacen cosas mucho mejor que antes, pero que otras les cuestan más. Y lo aceptan con gratitud, comparten lo que hacen bien y celebran los talentos de los jóvenes. Los maduros desafortunados solo miran atrás, cambian su aspecto para que nadie note que pasan los años y critican a quienes intentan innovar. ¿Eso explicaría parte del conflicto generacional?Puede ser. El problema de no aceptar los cambios es que se acaba sufriendo resentimiento o envidia. Hay que admirar a los más jóvenes por lo que hacen bien. Es difícil, pero es una virtud. El orgullo es a menudo la raíz del problema.¿Cómo se sabe que se ha llegado al declive profesional?Cuando los procesos intelectuales que antes eran fáciles se vuelven difíciles y los que eran complejos resultan casi imposibles. No solo resulta más difícil recordar, también innovar, pues eso va asociado a la inteligencia fluida. Por eso, los Rolling Stones crearon sus mejores canciones cuando tenían veintitantos años. En cambio, con más edad resulta más sencillo sintetizar ideas. Por tanto conviene cambiar el enfoque hacia la síntesis de ideas, en lugar de centrarse en la invención o la creación.Noticias relacionadas estandar Si Patri Psicóloga «Creemos que estar superocupados es sinónimo de éxito y es un gran error» Raquel Alcolea estandar Si Mario Alonso Puig, médico y divulgador «Vivimos en una sociedad enferma que ha dejado de lado su dimensión espiritual» Raquel AlcoleaUsted alerta sobre el cansancio crónico en la madurez y sobre la práctica de trabajar más y más duro…Sí, porque no funciona. No se trata de esforzarse más, sino de usar las habilidades nuevas que se adquieren con la edad. Cuando se consigue resulta muy revelador, pues uno se da cuenta de todo lo que no tenía cuando era joven. Por ejemplo, en Harvard se valora más a los profesores maduros, no porque resulten más simpáticos, sino porque enseñan mejor. Esa es una habilidad de la inteligencia cristalizada. Sin embargo, las nuevas ideas o proyectos de investigación resultan más difíciles a una edad avanzada. Pero ambos tipos de inteligencia son necesarios, pues los jóvenes no saben contextualizar, sintetizar y entender la auténtica relevancia de lo que descubren o investigan.¿Qué habilidades aumentan en la madurez?Entrenar a los demás, ser mentor, explicar, contar historias, poner en contexto, aconsejar, analizar en base a la experiencia de vida… En la madurez se acumula una especie de gran biblioteca de conocimientos y de experiencias que constituye una gran ventaja, aunque nuestro bibliotecario mental sea más lento en localizar las obras. A nivel laboral siempre hay una manera de hacerlo, tengas la profesión que tengas. A los 30 eres el abogado más rápido, intrépido y efectista; pero a los 60 eres un buen gestor o gerente. A los 30 creas una ‘startup’ con ideas nuevas, pero el que invierte es el de 60 porque es el que distingue si tiene o no futuro.Noticia Relacionada reportaje Si Los jóvenes ya no quieren ser jefes Raquel AlcoleaDiría que los jóvenes, ¿no quieren o no pueden ser jefes?—Creo que reconocen que aún no lo pueden hacer bien. No tienen esas habilidades y están incómodos. Puedo poner un ejemplo curioso sobre ello. Cuando acabé mi doctorado, con 34 años, hice investigaciones tan matemáticamente sofisticadas que hoy no las puedo entender. Es como si estuviesen escritas por otro. A cambio, ahora tengo una columna semanal en ‘The Atlantic’, en la que explico ciencia a los no científicos, que leen medio millón de lectores cada semana. Y eso no lo hubiese podido hacer a los 30 años. Con esa edad quería escribir un libro, soñaba con ello, pero no podía, porque tenía estrechez de miras y mis ideas no eran profundas ni amplias. Ahora lo son, al público le interesa y se venden millones de copias de mis libros. Soy más feliz y estoy más satisfecho.«Conviene cambiar el enfoque hacia la síntesis de ideas y la enseñanza, en lugar de centrarse en la invención o la creación» Arthur C. Brooks¿Se valora lo suficiente la madurez en el trabajo?Es cierto que las empresas necesitan contratar mayoritariamente a personas con una mayor inteligencia fluida, es decir, a jóvenes. Y cuando ya no la tienen, prescinden de ellos. Por eso hay que buscar aquellas empresas que necesiten las habilidades que aporta la inteligencia cristalizada. Algunas compañías de Silicon Valley cometen grandes equivocaciones porque son gestionadas por gente joven que no tiene la experiencia que aporta la madurez. Se necesitan combinaciones de personas haciendo bien lo que cada uno sabe hacer bien: jóvenes para la investigación y mayores para enseñar.¿Qué dificulta el camino hacia la madurez inteligente?La adicción al éxito, el apego a las recompensas rápidas y el miedo al declive. Las personas a las que califico en el libro como luchadoras son las que tuvieron éxito desde la escuela y gozaron de la aprobación de sus padres por sus buenas notas. Lo que vivieron provocó cambios en su cerebro y en sus sistemas de recompensa, de modo que muchos han buscado el éxito durante el resto de su vida. Trabajar demasiado es solo un síntoma. Pero tienen que reconocer esa adicción al éxito porque, si no lo hacen, acabarán solos, frustrados y no tendrán vida, ni relaciones que merezcan la pena. Tienen que ser conscientes y resolverlo. ¿Cómo?Desarrollando y mejorando las relaciones, comenzando un viaje espiritual y aceptando las debilidades. Lo primero es importante, porque la mayoría tiene amistades útiles, pero no profundas. Las relaciones humanas son secundarias en su vida porque eligieron el éxito. Pero hay que aprender a hacer amigos. Conozco a muchos que lo han hecho por primera vez una vez pasados los 60 años. También es relevante desarrollar una vida trascendental a través del concepto «cultivar la alameda», que implica interesarse por lo que no es cotidiano, sino profundo, metafísico o elevado, más relacionado con creencias religiosas o filosóficas. Pero no sale solo, hay que practicar y esforzarse. En cuanto a la aceptación de las debilidades, hay que recordar que la humildad es un regalo. Somos más felices si vivimos sin simular una edad distinta a la nuestra y sin mentirnos a nosotros mismos sobre lo que podemos hacer.Muy personal Arthur C. Brooks (Spokane, Washington, EE.UU., 1964) fue en su juventud un reconocido intérprete de trompa y formó parte de la Orquesta Ciudad de Barcelona. Conoció allí a su esposa, lo que le ha facilitado el dominio del castellano y del catalán. Sintió que perdía sus facultades musicales antes de alcanzar la treintena, pero supo adaptarse a su realidad y aplicar un nuevo enfoque a su vida. Hoy es un reconocido escritor y científico social, además de profesor de liderazgo público y práctica de gestión en Harvard.¿Qué se siente cuando se cambian las habilidades?Cuando inicias el camino hacia la inteligencia cristalizada se siente miedo. Es solo al principio y es natural, porque lo habitual es que el entorno nos diga que disimulemos, que no cambiemos y que sigamos haciendo ver que podemos hacer todo, como si aceptar ese cambio fuese un fracaso. Pero no lo es. Lo que sucede es que para aprender una habilidad nueva hace falta ser incompetente. Hay que probar. Y cuando se logra se siente un profundo alivio y mucha paz, pero antes se pasa por el miedo y por el dolor. Si no se está dispuesto a pasar por ello, nunca se mejora. No hay que eliminar el dolor ni el sufrimiento, sino usarlos para el crecimiento personal y para la gestión emocional. La madurez inteligente viene a través de la autogestión y eso no se da si no se sufre.

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